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viernes, 6 de septiembre de 2024

CARAOSCURA Y MHIJEA SON VOCES DEL EXTREMO (a propósito de un incidente que no presencié y de ciertos comentarios que sí escuché)


 



CARAOSCURA Y MHIJEA SON VOCES DEL EXTREMO (a propósito de un incidente que no presencié y de ciertos comentarios que sí escuché)


A algunos de los asistentes a los encuentros de Voces del Extremo les cuesta creerlo, imbuidos,

como llegan, por los protocolos de nuestros adversarios; creen que Voces del Extremo es un

‘festival’ más de poesía en el que aprovechar sus diez minutos de gloria para darle al mundo

entero (en realidad, en la mayor parte de los festivales, como mucho, a los otros poetas

presentes, que nos toleran, a duras penas, porque están esperando su turno) nuestra luz y el

fruto exquisito de nuestra poesía (distinguida, profunda e incomparable, donde las haya, por

supuesto); por eso, esos asistentes no entienden –no entendieron la noche de la clausura del

pasado encuentro, en La Peña– que Caraoscura y Mhijea son Voces del Extremo, que Voces del

Extremo no es un festival de poesía al uso (aunque, a veces, se parezca, por nuestra tozudez en

convertirlo en otro estúpido festival más, muestrario patético de un montón de cutres

vanidades); por eso, les cuesta admitir que Voces del Extremo no son esos diez minutos de

gloria personal, sino el ‘encuentro’; no entienden que Voces del Extremo es, antes que nada, el

gozo de compartir, con los que se supone que son nuestros iguales, cuatro días dedicados al

intercambio y al regocijo con ellos: amigos y amigas reencontradas o compañeros y

compañeras recién descubiertos.

No entienden que Caraoscura y Mhijea son Voces del Extremo, precisamente, porque ellos

representan, desde el principio, esa sincera y sentida exaltación de la amistad, del compartir

juntos la diversidad de voces y del respeto.

¿Me gusta todo lo que veo y lo que escucho en Voces del Extremo?, no, claro que no. ¿Disfruto

de cada reencuentro y de cada encuentro nuevo?, sin duda. ¿Disfruto de cada voz descubierta

(¡han sido tantas a lo largo de estos años!) y de cada uno de los días pasados en Moguer?, por

supuesto que sí. Y, siempre, edición tras edición, me asombra lo mismo, ese silencio y esa

atención con la que, sesión tras sesión –mañana, tarde y noche–, la mayoría de los asistentes

escucha a los demás: salvo, claro, los que se impacientan, porque no entienden que allí no se

trata de sus diez minutos de gloria, que Voces del Extremo no es un festival más, por más que,

a veces, lo olvidemos; que es, sobre todo y ante todo, una asamblea abierta de compañeros y

de compañeras felices de encontrarse y de reencontrarse, cada año, a finales del mes de julio,

en Moguer, para compartir, respetuosamente, sus voces, dispuestos a admirar y a reconocer

los destellos de auténtica poesía que cruzan, a veces, el patio de la Fundación, la plaza de Las

Monjas o La Peña, y dispuestos, también, a perdonarse los malos versos, cuando se nos van de

las manos, y los momentos de cansancio y de desconcierto, que también los hay.


Matías Escalera Cordero








2 comentarios:

  1. La maquetación del texto ha salido un poco rara, no se ha podido arreglar, pero lo importante es que se entiende perfectamente lo que he querido decir en él y que le da un imprevisto tono poético que acaso le venga bien :) Un abrazo fuerte y buen comienzo de curso.

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    1. Pues mira, Matías Escalera, en el Club de los Poetas Perezosos de Bhopal (India), los miembros se tumbaban en el suelo, cada uno sobre su propia almohada, y escuchaban poemas. Escuchaban y escuchaban. No se les ocurría levantarse para nada ni censurar a nadie. Esa posibilidad no la contemplaban... Y es que su estatus de supuestos vagos recalcitrantes, ¡importaba! Debió ser luminoso. Pero una gran tragedia por causas humanas se cernió sobre la localidad y terminó con aquella maravillosa asociación. Díez mil muertos de una sola tacada.

      Me ha gustado mucho leer tu maquetación diferente, que no rara.

      Chiloé

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