¿sería una buena idea?
Como
sabemos desde hace decenios por los experimentos con desdichadas ratas de
laboratorio, la estimulación artificial de los centros de placer en el cerebro
de los mamíferos resulta tan gratificante y absorbente que el animal llega a
desistir de cualquier otra actividad, y prefiere morir de hambre con tal de
seguir gozando.
¿Están ustedes seguros de que los cascos de realidad virtual son una buena idea?
amor/ amok
Sólo hay una respuesta digna frente a la finitud
humana –y ante la realidad de la muerte–: cuidarnos, acompañarnos,
ayudarnos.
El destino del mundo se juega en la prevalencia –o
no– de quienes saben eso frente a quienes emprenden la
huida hacia delante de la triple D: denegación, distracción, dominación.
cuidar
Who
cares? es la expresión cotidiana en inglés para
decir: ¿a quién le importa? En una sociedad donde se expande ese contrato de
indiferencia mutua que teorizó Norman Geras, cada vez más gente pregunta
muchas veces: ¿por qué ha de importarme lo que no me afecte a mí o a mi círculo
inmediato?
La
pregunta who cares nos remite también a otro ámbito semántico, de
importancia crucial: el cuidado. Quién cuida a qué seres, cercanos y lejanos:
lo contrario de la indiferencia es esa atención a las necesidades del otro sin
la cual nada humano –en el sentido normativo del término– puede prosperar.[1]
*Y
es que no hay muchos malvados, pero sí muchísimos indiferentes. Diría que esto
último será lo que, a la postre, determinará nuestra debacle humana (que unos
cuantos no quieren llamar “colapso”): nuestro volver la mirada para no ver el
sufrimiento ajeno.[2]
aprendamos alguna vez,
aprendamos a obrar bien
Pero
¿cómo situarnos fuera de la perspectiva de dominación? En el mismo arranque de
la Modernidad, el malogrado Etienne de la Boëtie sugirió las claves de una
política de la amistad que, en vez de vincular aristotélicamente la filía con
la felicidad, la insertaba en el campo de la libertad. Podemos dejar de
traicionar a lo mejor de nosotros mismos; podemos esquivar la servidumbre
voluntaria; podemos rechazar el esquema sadomasoquista de la dominación –esas
cadenas jerárquicas donde soy dañado por el de arriba y me vengo de mi mal
dañando al de abajo. En una sociedad libre los seres humanos, sin ceder al
deseo de someterse y de dominar, sin tratar de huir de la muerte entregándose a
la pulsión de muerte, podrían reconocer al otro como un semejante. Desde la
amistad, pues –nos dice quien fue fiel amigo de Michel de Montaigne– “todos
somos compañeros, y no puede caber en el entendimiento de nadie que la
naturaleza haya puesto a alguien en servidumbre, habiéndonos puesto a todos en
compañía”.
[1] *Irene Vallejo recuerda
cómo la filósofa irlandesa Iris Murdoch construyó su ética alrededor de la idea
de atención concentrada como aprendizaje y entrenamiento. “Reclamaba una
mirada justa y amorosa, dirigida sobre la realidad individual. Esa atención
amorosa implica captar qué necesita el otro. (…) El amor atento sería la
herramienta moral que nos ayuda a captar la realidad de una persona al orientar
la atención hacia ella. En su ensayo La idea de perfección, Murdoch
afirma que cambiar el modo en que miramos afecta instantáneamente a nuestra
forma de actuar, también a nuestros lazos con los demás. Y nos revela bellezas
inadvertidas”. Irene Vallejo, “El demonio de mediodía”, El País Semanal, 28
de mayo de 2023.
[2] Arne Naess escribió un
libro sobre Mahatma Gandhi, a quien admiraba desde los 18 años. En la
presentación de esta obra dijo: “Llámenme un gandhiano, de todas las formas
posibles. ¿Qué cabe aprender de él? Que debemos esforzarnos más por entender a
las otras personas. Si nos podemos comunicar bien, es más difícil rechazar la
forma de vida de los otros como si fuera incomprensible o inferior. Si vemos a
los demás como una vida abierta y generosa, siempre habrá algo que aprender de
ellos.”
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