la
fecundidad del vacío
Anna
Caballé comenta un libro de conversaciones con Jean-Paul Sartre: “Cuánto ha
cambiado nuestro mundo desde los años setenta: de la pasión por el Absoluto de
Sartre o Beauvoir a nuestro relativismo desesperado que apenas tiene
respuestas, más allá de las cuestiones capaces de generar beneficios”. Y es
que, en efecto, un mundo que sólo parece capaz de preguntarse “dónde está mi
3%, dónde está mi 25%” no sólo es abismalmente nihilista: también es
rápidamente autodestructivo. Su recorrido resultará muy corto en términos
históricos, a partir de la brutal aceleración hacia el abismo que prendió
alrededor de 1980.
Cuánto nos cuesta entender las dinámicas de
crecimiento exponencial (con esos tiempos de duplicación que menguan
prodigiosamente). Cómo ha cambiado el metabolismo sociedad-naturaleza en los
últimos ochenta años aproximadamente, y sobre todo en los últimos cuarenta (los
años alrededor de 1930 y 1980 como goznes del siglo XX), es algo que desafía la
imaginación humana. ¿Desde qué fecha diría usted que los habitantes actuales de
la Tierra hemos emitido la mitad de los gases de efecto invernadero, en tiempos
históricos? La respuesta es estupefaciente: ¡desde 1980! [1]
Apenas en tres decenios, tanto como en muchísimos milenios antes: así se
comportan los crecimientos exponenciales. Nos cuesta entender que el mundo
actual, en lo que a impactos sobre la biosfera y los ecosistemas se refiere, no
tiene nada que ver con aquel donde vivían nuestros abuelos.
Dicho
todo lo cual, sin embargo, hay que insistir en que la “pasión por el Absoluto”
que evocaba Anna Caballé es una pasión malsana. ¿Seremos de verdad capaces
alguna vez de reconciliarnos con nuestra dependencia, nuestra finitud, nuestra
contingencia –con la intensidad del ahí y
la fecundidad del vacío?
ángel
Criatura imaginada por los seres humanos mediante el
sencillo expediente de sustraer de sí mismos sólo dos rasgos básicos:
sadomasoquismo y narcisismo.[1]
el humus de lo humano
Un
humanismo capaz de evitar aquel sendero extraviado de quien cree que el hombre
es la medida de todas las cosas…
*“La
eternidad del asno es mi propia eternidad”, nos susurra el poeta Miguel Ángel
Bernat. El humanismo será animalista, ecologista, biosférico y biocéntrico o no
será.[1]
como si, a pesar de, sin embargo
¿Tiene arreglo la humanidad? (Y nótese que estoy
evitando expresamente la palabra “salvación” u otras de similar alta
jerarquía.) Probablemente no. Pero, en otra variante de la filosofía del als ob, hemos de hacer como si lo tuviera: como si fuera
posible ese arreglo o compostura existencial. Nada menos que Albert Camus, y
nada menos que tras la atroz carnicería de la segunda guerra mundial y el
horror indecible de
Y vale la pena recordar también aquel jaiku de Issa
Kobayashi: “Sólo rocío/ es el mundo, rocío/ y sin embargo…”
“Como si”, “a pesar de”, “sin embargo”: tres locuciones
indispensables.
*sentir y medir: sentimedir
Como estamos comprendiendo mal, vivimos mal. Y vivir
mal nos hace comprender mal… Necesitamos rectificar nuestra relación con el
mundo natural, hoy tan distorsionada.
Medir es necesario; pero cuánto daño hacen en muchas
ocasiones las métricas, en una sociedad turbiamente entregada a lo
cuantitativo.[1] (En
el trasfondo, casi siempre, las cantidades de ese singular ente relacional al que
llamamos dinero.)
¿No hubiera podido desarrollarse la ciencia
occidental de modo más equilibrado? Sí: sentir y medir es una forma
posible de caracterizar el proyecto de “ciencia romántica” de Alexander von
Humboldt.[2]
Aquel sabio alemán, amigo de Schiller y Goethe, en quien reconocemos a uno de
los grandes precursores de lo que después hemos llamado ecología y Ciencias
de la Tierra.
organizar el descontento
“Unos hombres que se dicen –o que son, en efecto,
republicanos– deben afectar –si, en efecto, no las tienen– las virtudes
republicanas. Y la más recomendable entre ellas es resistir a la pasión de
dominar.”
Simón Rodríguez (1769-1854) en uno de sus “logogramas”
Organizar
el descontento es una tarea humana importante (y muchas veces ingrata): es la
que asume el militante. Nos hace falta perder tanto tiempo en eso porque
algunos no cejan en su empeño por dominar a los demás.
Pero
las tareas humanas más importantes son otras. La militante tiene buenas razones
para detestar a quienes fuerzan a los demás a semejante desperdicio de tiempo
–tiempo, la tan escasa materia de la vida– y energía. Distrayéndonos de esa
forma de lo que sí importa: renunciar a la dominación, pacificar nuestra
existencia, asumir nuestra finitud.
Darse
cuenta de que uno es frágil, y no querer dominar al otro; darse cuenta de que
uno muere, y no querer matar al otro. (Las mujeres son casi siempre mejores que
los varones en estas tareas esenciales.)
Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica Libros, 2024
[1] Qué nos van a contar,
sobre esto, en las Universidades españolas crecientemente sometidas a la
cuantificación de supuestos méritos académicos desde los años 1990… Las
deformaciones a que ha dado lugar el fetichismo del paper publicado en
revista de primer cuartil son innumerables. Véase Daniel Sánchez Caballero,
“Investigadores y universidades intentan escapar de la dictadura de los
papers”, eldiario.es, 2 de junio de 2023; https://www.eldiario.es/sociedad/investigadores-universidades-escapar-dictadura-papers_1_10213709.html
Parece, no obstante, que
ahora pueden estar cambiando un poco las cosas. Un profesor amigo escribe
esperanzado: “Para la evaluación de becas y ayudas posdoctorales ya en la
actualidad se da instrucciones a los comités para que tomen en consideración las
directrices de DORA y que se tengan en cuenta ‘todas las aportaciones
científicas (no únicamente publicaciones), las actividades de transferencia,
aportaciones a la sociedad y a la formación de jóvenes investigadores, y otras
aportaciones’. Igualmente se insiste en que las valoraciones se realicen
evitando motivarlas ‘por criterios exclusivamente cuantitativos basados en
indicadores de impacto de las revistas o editoriales donde se ha publicado’. Y
añade: ‘Deben evitarse especialmente las referencias a indicadores
bibliométricos’ (!!!!). Item más: la MIAR desde el año 2022 ya no muestra el
cálculo del ICDS (Índice Compuesto de Difusión Secundaria), que es el número
sobre el que a menudo se hacían los cálculos para asignar plazas en las
oposiciones y concursos. Yo creo que no es casual: la conclusión que saco es
que están empezando a comprender que la contribución del conocimiento a la
sociedad no pasa solo por publicar papers que apenas nadie lee y que no
sirven sino para engrosar líneas de curriculum vitae. La transferencia
de conocimiento también es una tarea que la universidad debe satisfacer y
hacerlo de acuerdo con estándares de calidad que no son mensurables en términos
de JCR…” (comunicación personal, 7 de junio de 2023).
DORA es la Declaración de
San Francisco sobre Evaluación de la Investigación, que puede leerse aquí: https://sfdora.org/read/read-the-declaration-espanol/
MIAR es la Matriz de
Información para el Análisis de Revistas: https://miar.ub.edu/
Véase también la
declaración de CoARA (Coalition for Advancing Research Assessment): https://coara.eu/agreement/the-agreement-full-text/
[1] 83.500 millones de
animales masacrados en 2021: la industria cárnica.
[1] “El equivalente del
fetichismo de la mercancía en la vida psíquica individual es el narcisismo.
Aquí, este término no designa solamente una adoración del propio cuerpo, o de
la propia persona. Se trata de una grave patología bien conocida en el
psicoanálisis: una persona adulta conserva la estructura psíquica de sus
primerísimos años de infancia, cuando todavía no existe distinción entre el yo
y el mundo. El narcisista experimenta todo objeto exterior como una proyección
de su propio yo y, como contrapartida, ese yo sigue siendo terriblemente pobre
a causa de su incapacidad para enriquecerse en relaciones auténticas con
objetos exteriores. Pues, en efecto, el individuo para lograr este fin debería
reconocer en primer lugar la autonomía del mundo exterior y su propia
dependencia de él. El narcisista puede aparecer como una persona ‘normal’: en
realidad, jamás ha abandonado la fusión con el mundo circundante y hace todo lo
que está en su mano para mantener la ilusión de omnipotencia que se deriva de
ella. Esta forma de psicosis, rara en la época de Freud, se ha convertido en el
transcurso de un siglo en una de las principales afecciones psíquicas: pueden
verse sus huellas un poco por todos lados. Y no es producto del azar: nos
encontramos aquí con la misma pérdida de lo real, con la misma ausencia
de mundo –de un mundo reconocido en su autonomía fundamental—que
caracteriza al fetichismo de la mercancía.” Anselm Jappe, Crédito a muerte
–La descomposición del capitalismo y sus críticos, Pepitas de Calabaza,
Logroño 2011, p. 256-257.
*Un
dato recogido en Utopía para realistas de
Rutger Bregnan (Salamandra, 2017): en los años cincuenta del siglo XX, sólo el
12% de los jóvenes europeos y estadounidenses se consideraban a sí mismos
“especiales”. A la misma pregunta repetida hoy, sesenta años después, el 80%
contestan que son “especiales”; sólo uno de cada cinco jóvenes se considera
“normal”.
[1] “En los últimos treinta
años [1980-2010, aproximadamente] se ha emitido a la atmósfera una cantidad de
GEI equivalente a la mitad de la emitida en toda la historia de la humanidad.
Es muy probable que, veinte o treinta años antes del final del siglo pasado,
hubiéramos estado a tiempo de encontrar una trayectoria colectiva en términos
de emisiones que hubiera impedido llegar hasta aquí, cuando las respuestas ya
no pueden ser incrementales y no se producirán, en su caso, sin severos
sacrificios. (…) Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de cincuenta
años, pues ya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el
Congreso de los EEUU en los años sesenta [del siglo XX]. Sin embargo, décadas
de negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamiento sistémico
como elementos de la expansión ultraliberal programada nos han llevado hasta
aquí.” Ferrán Puig Vilar, “¿Reducir emisiones para combatir el cambio
climático? Depende”, en mientras tanto 117 (monográfico sobre Los
límites del crecimiento: crisis energética y cambio climático), Barcelona
2012, p. 113.
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