I
Ya
sé el lenguaje de los pájaros
desperté
no sabiendo quién era:
recordé
ser la ceniza
III
Me
tumbé en la piedra plana
grité
mi nombre y no había voz
allí
no tenía peso
o
tenía el peso de los insectos
envuelto
en helechos
en
ramas
era
una fragancia
era
la luz
el
olvido de mi nombre
y
no importaba la claridad
V
Había
una cruz y me veo delante diciendo no
unas
ruinas que nunca habité
no
tengo memoria de compañía
tengo
memoria animal
los
animales nunca olvidan una cara
yo
no he olvidado vuestra cara
no
sé los nombres
ni
lo que hacíais antes
pero
os quiero
aunque
hayáis olvidado vivir
VII
Entonces
fui la luz
el
lento trueno
la
pureza
la
humedad en la lumbre
la
niebla mística
e
incluso la luz entre los árboles
quizá
me hayáis visto y yo era vosotros
Joaquín Fabrellas. No hay nada que huya. Piedra Papel Libros. Jaén, 2015
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