LA CITA
Siéntate ya a contemplar la muerte.
Antonio Gamoneda
No apagaré
mi cigarro sobre el cenicero impoluto,
no correré
la silla ni soplaré el polvo del escritorio,
no tocaré
la comida humeante del plato
ni usaré
los cubiertos, mucho menos
el lavabo
para lavarme las manos
ni miraré
por la ventana para apreciar las vistas,
no tiraré
de la cadena de la cisterna,
no me
ducharé, por tanto, no me secaré
ni pulsaré
el botón del spray del desodorante,
no doblaré
la ropa ni ordenaré mi cuarto ni los libros
siquiera
abriré o cerraré los cajones del dormitorio,
no haré
la cama, no buscaré bajo ella los zapatos,
no me
miraré en el espejo de la entrada,
no abriré
la puerta ni bajaré las escaleras,
no moveré
un dedo, no daré un solo paso,
y, aún
así, no llegaré tarde a
la cita.
*
ME MUERO
Me muero
Luis Buñuel,
antes de expirar
Me muero.
(alguien
deja la ventana abierta y el niño come naranjas)
Me muero.
(una mano
sujeta la mía entre las ruinas mientras siguen cayendo los misiles)
Me muero.
(una
mariposa se posa sobre mí, enamorada de mis iris quietos)
Me muero.
(siento
mis pies rígidos como ladrillos, listos para engrosar el gran muro)
Me muero.
(sorda por
los mosquitos se queda la ciénaga)
Me muero.
(pero fue
el diagnóstico meses antes el que acabó conmigo)
Me muero.
(mi
cerebro segrega hormonas eternas, siento arder un fuego)
Me muero.
(se aleja
la Mamba Negra, mi machete tiembla clavado sobre la tierra)
Me muero.
(quiebra
mis costillas alguien que intenta reanimarme)
Me muero.
(una
lágrima resbala por mi mejilla, la enluce como el barro)
Me muero.
(mis venas
son neones en la noche sublimadas por un chute)
Me muero
(alguien
me suplica quédate papá aquí conmigo)
Me muero.
(soy un
amasijo de carne entre los hierros, suena el claxon)
Me muero.
(arriba
queda el temporal, mi cuerpo se hace marea de lo profundo)
Me muero.
(los ojos
de mi asesino se me clavan más que su cuchillo)
Me muero.
(alguien
me dice que me quiere mientras desconectan la máquina que me
mantenía vivo)
Me muero.
(me arde
el pecho, la acera es un tobogán negro por donde resbalan sombras de
niños)
Me muero.
(no sé
cómo decir adiós en el idioma de la traqueotomía)
Me muero
(una
hiedra espinosa se enrosca a mi columna más rápida que el trueno)
Me muero.
(no llegan
mis brazos alzados al otro lado del océano)
Me muero.
(mi cuerpo
suda hielo a los pies de mi verdugo)
Me muero.
(huelo el
amor de la mañana con mi cara hundida en el huerto)
Me muero.
(disparo
al aire mientras me arrodillo, escapa mi enemigo)
Me muero.
(y yo sin
hacer la cama, quién limpiará mañana esta casa)
Me muero.
(qué
rápido ha dibujado el suelo la caída abajo del puente)
Me muero.
(mi último
suspiro sabe a uno de sus besos)
Me muero.
(dejo toda
mi riqueza a los cuervos de mis hijos)
Me muero.
(un haz
luminoso se abre desde mi ombligo, a través de los cartones, hasta
el cielo)
Me muero.
(muerto en
vida dentro de la celda al fin correré libre por las galerías)
Me muero
(un sauce
me cierra los párpados con sus hojas)
Me muero.
(me duerm...)
*
FRESA
ÁCIDA
Nada sino la muerte.
Jane Austen
Fue a los
9 años que entendí
que algún
día me moriría.
Mascaba un
chicle de fresa ácida,
regresaba
del colegio.
Pensé en
que el tiempo pasaría,
en que
iría perdiendo el sabor,
me haría
viejo.
Sentí que
yo dejaría de ser yo,
y que todo
lo que hubiera
dicho o
hecho a lo largo de mi vida
daría
igual.
El chicle
rechinaba entre mis dientes
como una
flema insípida y al escupirla
pensé en
el alma y en eso
que me
decían de que al morir
uno se va
al cielo si ha sido bueno.
Pero si yo
dejaba de ser yo
¿Qué más
daba a dónde fuera?
Aquel
chicle sin duda me había dado
todo su
sabor y ahora yacía
aplastado
contra el suelo.
Comencé a
llorar y seguí haciéndolo
todo el
camino hasta casa.
Cuando
llegué le conté a mi madre
de mi
trance metafísico,
ella no
supo como consolarme,
pues la
misma cuestión le afligía
profundamente
y se le
humedecieron los ojos.
Lo mismo
le pasó a mi hermana y a mi padre.
Entonces,
no pudiendo soportar
ver a mi
familia
sufrir de
esa manera, saqué
mi bolsa
de chicles y les ofrecí.
Y allí
nos quedamos sentados,
mascando
aquellos chicles
que, desde entonces,
solo me saben a nada.
*
MEMENTUM
MORI
(…) Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.
Miguel Hernández
Un diente
de leche,
unas
zapatillas de danza,
una
medalla oxidada,
un frasco
con tierra roja,
o
renacuajos de río,
un
caramelo, una bola loca,
un cromo
de fútbol,
un patito
de goma,
una
diadema azul,
un libro
de vacaciones Santillana,
un
monopatín o mejor una bicicleta,
un
walkitalki, una pistola de agua,
un
murciélago o una lagartija
o unos
gusanos de seda,
una canica
o un trozo de cuarzo,
una
canción de Nino Rota
silbada,
siempre silbada.
Algo, por
favor, lo que sea, algo
que me
devuelva de nuevo a la infancia
antes de morir.
*
LA
REENCARNACIÓN
Mantened la sangre fría hermanos.
Malcom X
Morí bajo
el látigo abrasador de Amón Ra
por no
querer arrastrarme más
sin beber
un poco de agua.
Morí
desangrada a manos de mi padre
por
negarme al derecho de pernada de su señor.
Morí en
la hoguera por tener fe
en la
ciencia y en el saber o por ser bruja, por ser.
Morí en
la playa bajo los truenos
de
aquellos dioses de plata que llegaron
en casas
flotantes y que montaban sobre
enormes
cerdos.
Morí
colgado del palo mayor,
extraña
fruta en agraz,
por romper
las cadenas de aquel barco negrero.
Morí
ensartado por una bayoneta tomando La Bastilla
y semanas
después, también morí dentro de mi madre
cuando le
cortó la cabeza la guillotina.
Morí
gritando viva Atahualpa, gritando viva Tupac Amaru,
gritando
viva Simón Bolivar y viva Zapata, cabrones,
antes de
que al galope me desmembraran vivo dos caballos.
Morí
electrocutado en los vestuario de aquel estadio,
boqueando
dentro de una bolsa en un oscuro calabozo,
enterrado
vivo en una cuneta después de cavar mi fosa.
Morí
acribillado a tiros en la Plaza de Tian'anmen, en Amritsar,
en Katyn,
en Tlatelolco, en Badajoz, en Lonmin, en Vitoria,
en Casas
Viejas, en Napalpí, en Guinea, en Zemla, en Génova, en Tahrir...
Morí de
hambre por ser Armenio, por ser Kurdo, por ser Palestino,
por ser
disidente cubano, tibetano, ucraniano, gitano o Mapuche.
Morí
lapidada por querer a otro hombre,
morí
desfigurada con ácido por mi pelo suelto,
violada
por querer estudiar, acuchillada por querer votar.
Morí
apaleado por la policía en cualquier parte del mundo,
desaparecido
en Chiapas por militares sin insignias,
torturado
en Guantánamo, condenado a la horca en Chicago.
Morí en
mayo y en cualquier otro día,
morí por
la heroína guiando al pueblo,
roto en
mil pedazos por cañones de agua
en una
sentada pacífica.
Morí
carbonizado frente a la sucursal bancaria,
arrojado
al vacío desde el balcón de mi casa desahuciada,
morí de
pena, morí con rabia, morí en la jungla
a
machetazos contra las máquinas de acero
que me
obligaban a abandonar mi pueblo.
Morí de
un tiro en la nuca
la única
forma de hacerme olvidar las razones
por las
que me negaba a ponerme de rodillas.
Morí
tantas veces
que tengo
la piel en carne viva de reencarnarme
y parece
que nunca llegará el día
en que
viva en un Mundo Nuevo y viva
para contarlo.
AUDIO: http://davidtrashumante.bandcamp.com/track/la-reencarnaci-n
David Trashumante. A viva muerte . Baile del Sol, 2014
Repetitivo y formulaico. Pierde el impacto de su intención comprometida (suponemos) por el puro aburrimiento que genera. Nadie le ha dicho que no se puede abusar así de la repetición sintáctica? Que no se puede ser taaaan sumamente plasta?
ResponderEliminarEn fin. Voces del Extremo merece algo más.