La esperanza y la desesperanza[1]
A
Antonio, Chema, María Ángeles, y Montse
Empezaré diciendo que, con su
proverbial amabilidad, Antonio Orihuela, organizador de este encuentro, me rogó
que, contra mis hábitos profesionales, no escribiera esta conferencia, “para
que no trabajara” —verano obliga.[2] Yo le
agradecí y lo bendije hasta anoche, en que empecé a maldecirlo. Escribir una
intervención significa preocuparme una semana, reflexionar, y luego poner el
trabajo en un sobre en la maleta y despreocuparse. No escribir una intervención
—lo acabo de aprender, ay!— es preocuparse permanentemente durante meses, y
luego, cuando uno ve que se va a enfrentar a más de cien poetas y profesores
universitarios que lo escucharán, no puede sino moribundear de un insomnio que
se prolonga hasta este momento en que tomo el micrófono. Prometo no volver a
hacerlo, prometo que no me lo volverán a hacer.
Voy a hablar del mundo de la edición.
Cada vez que me refiera a este mundo, estaré pensando en el mundo francés,
español, italiano, europeo, y mexicano, que son los mundos que conozco
correctamente. Diré, primero, que hay unas apariciones y hay unas
desapariciones. La desaparición es la desaparición del Editor de las grandes
editoriales; las grandes editoriales fueron dejando el espacio del Editor vacío
para cedérselo al Gerente Comercial. El proceso en el que han entrado es: llega
el libro, pasa por los que deben leerlo al interior del equipo, o por lectores
externos (escritores o críticos literarios), y ellos pueden decir que están
ante una obra genial, pero no se da un paso hasta que el Gerente Comercial diga
“esto sí se vende”. El proceso llega a ser tan cínico que las editoriales
norteamericanas cuando piden o uno propone un libro, desde luego la primera
pregunta es: “Is it fiction or nonfiction?”, es decir es literatura o no
literatura. Si uno afirma que es “fiction”, es decir literatura, ya tiene cincuenta
por ciento menos de posibilidades de ser publicado. Y después viene un serie de
preguntas, entre las que hay dos muy importantes: “¿En qué público cree que
usted que se vendería bien su libro?”; y otra: “¿Conoce usted instituciones, asociaciones,
grupos, etcétera, que comprarían su libro y por qué?”. Están tratando con un
vendedor no con un escritor.
Antaño, cuando había un Editor, las editoriales
tenían un esquema muy inteligente, creo yo. El esquema era: tenemos un libro
que se vende muy bien, y que es de gran calidad; y tenemos otro libro, también
de gran calidad, que no se venderá. Es decir, tenemos por un lado Cien años de soledad de Gabriel García
Márquez y por el otro tenemos Ulises
de James Joyce, pues entonces Cien años
de soledad permite que la editorial tenga dinero para asumir la publicación
de Ulises. Así las editoriales podían
seguir publicando obras que no se vendían, no por la calidad sino probablemente
por su dificultad, o por tratarse de escritores desconocidos. Sus publicaciones
no comerciales, acababan siendo rentables por el prestigio que adquiría la
editorial.[3] Pienso
en Pedro Páramo de Juan Rulfo, que no
lo hubiera publicado ninguna editorial de las de hoy en día. Esto llega a tales
rumbos y a tales niveles que hace cerca de cuarenta años,[4] en su
oficina de Barcelona, Carmen Balcells, la mítica Carmen Balcells, me decía lo
siguiente: “Mira, mi niño, yo te voy a explicar cómo trabajo: yo tengo aquí a este
escritor muy famoso, muy vendido, extraordinario, y entonces le digo al Editor:
tú quieres esta obra de 50 mil dólares, pero para que te la dé me tienes que
comprar esta otra por 6 mil dólares”. Y así promovía e iba abriendo público (y
mercado, a la vez), para escritores difíciles o desconocidos. Esto ha
desaparecido. Hasta el punto que las grandes editoriales en cuanto oyen hablar
de literatura se asustan. El esquema es muy largo, muy complejo, porque las
grandes editoriales las han comprado compañías con vocación puramente
financiera, porque antes vendían coches, casas, vacaciones, etcétera,[5] eso
ya lo sabemos. Pero el fenómeno es ése, exactamente ése. Así que ésta sería la
desesperanza. Todo lo que voy a decir hoy se va situar entre la esperanza y la
desesperanza. Ésta sería pues la desesperanza. La esperanza está en que cuando
los escritores dejamos de encontrar espacios en las grandes editoriales, nos hallamos
con una enorme producción que no tiene salida. Teníamos las bodegas llenas
entre todos. Y entonces aparecen opciones: desde la autoedición hasta el
pequeño editor. Me voy a detener sobre todo en el pequeño editor. Al cabo de cuarenta
años puedo decir con toda claridad: la gran literatura, la que pasará a la
historia, la que estará en los libros de texto, la que estará en las
enciclopedias, la que leerán en el siglo XXII, es la literatura que están
publicando las pequeñas editoriales, que podemos llamar marginales, si quieren
ustedes, subterráneas, independientes, alternativas, lo que sea. Pero ahí es
donde está la gran literatura, la buena literatura ahí está, en esas editoriales,
y no en los vistosos escaparates de la comercialización, no en las grandes
editoriales famosas, no en El Corte Inglés,[6] pues.
La gran literatura no está en los escritores que se nos dice que son los
mejores. Si hoy en día viniera un supuesto extraterrestre a la Tierra diría que
descubrió al mejor escritor del planeta, que se llama Paulo Coelho. Ésa sería
su imagen de nuestro mundo, sin duda. Mientras que la verdadera, la gran poesía,
se está escribiendo en sitios marginales. Puedo poner un ejemplo, aunque sin
duda ustedes tendrán muchísimos más: hace unos 8 o 10 años,[7] hice (con
un grupo de colegas) una antología mayor de la poesía andaluza y una antología
mayor del cuento andaluz.[8] Ambos
son libros de 600 a 700 páginas.[9] Fue
extraordinario ir a pequeñas ferias del libro con editores de los que no me
acordaré, a encontrar libros que nadie vería nunca fuera de Andalucía, y no disponibles
en ninguna librería,[10] y
ahí estaba la gran poesía. Puedo afirmar que estos dos libros están plenos de
altísima, de grandísima, buenísima poesía andaluza, y de excelentes y
magistrales cuetos andaluces. Pero esa calidad tuve que buscarla en los márgenes,
en los subterráneos de la cultura visible, porque no están en las grandes (por
su tamaño) editoriales españolas.
Ante estas cosas que están pasando, y
ante estos editores grandes que lo que quieren es conseguir a como dé lugar ventas,
es decir negocio, grandes volúmenes de distribución que no les importa si se
leen ni si son de calidad, hay dos fenómenos destacables: uno, los premios
literarios de grupos de poetas, de escritores, profesores, o críticos, que son
completamente honestos, y que nos guían sobre la buena literatura; con el
defecto de que algunos de ellos sólo dan el premio pero no publican la obra.
Hay el fenómeno increíble de escritores que obtienen un prestigioso premio
literario, y las editoriales rechazan el inédito. Es increíble. De verdad es
increíble. Voy a poner un ejemplo mío porque soy al que conozco mejor aquí en
esta sala: Hace cuatro años, en 2011, yo gané un premio de cuento muy
importante en mi país, el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez. Muy bien. Me
dieron mucha plata, mucha pasta. Bien pues el libro se quedó inédito. A ninguna
editorial le interesa, nadie lo quiere, porque lo que están buscando no es ni
calidad ni prestigio, están buscando fama pública, publicidad, eso es lo que
buscan las grandes editoriales. Finalmente, una pequeña editorial, que sí
aprecia la literatura, me publicó este libro, El aborto como estrategia, en 2014.[11]
Pero están los otros premios de los que
quiero hablarles, los premios que dan las editoriales, y que son otorgados no a
la obra sino al nombre, están asociados al renombre. De repente aparece un
premiado y nos resulta un escritor que nadie sabía ni siquiera que era escritor,
¡porque no era ni es escritor! Es su primera novela. Y este hombre resulta ser
un periodista famoso, resulta ser un testimonio esperado que todo mundo quisiera
de un hecho social o amarillista. Con este esquema, el premio de una de estas
editoriales gigantes, lo ganaría en este momento el que escribiera la biografía
del Chapo Guzmán, eso es evidente, porque es el que está de moda en México y en
Europa, y es el narcotraficante más buscado del planeta.[12] Y
las componendas de la editorial de las que no sé si ustedes se han asombrado —yo
me asombro—, cuando una editorial convoca a un premio literario sí recurre a
grandes especialistas pero el Gerente Comercial está en la mesa del jurado,
¡ahí aparece el Gerente Comercial! Como no quiero insistir en ninguna editorial
en particular porque parecería animadversión, no diré nombres, pero ustedes lo
pueden constatar cuando vean las bases de un premio, donde figurará que estará
participando don fulano de tal, dueño, accionista, presidente, o jefe de
mercadotecnia de la editorial con voto a la par —a-la- par, si no es que
por-encima-de, porque es el que paga...— de los estudiosos de la literatura que
componen el jurado. Aquí tenemos, pues, otra de las perversiones para alejarnos
de la literatura.
Porque aunque no se diga de manera tan
directa, la literatura —y a la punta en la primera fila la poesía— son enemigos
del sistema porque el sistema no sabe qué hacer cuando alguien empieza a cantar,
como nos pasa cuando vamos por la calle y alguien se suelta a cantar, no
sabemos si sonreírle, si aplaudirle, si darle una moneda.[13] Nos
desconcierta mucho que alguien haga actos poéticos en público delante de las
demás personas. Ante el canto del poema que acabamos de escuchar hace un
momento: “Quiero farolas ahorcadas / en las escalinatas de la aurora”,[14] el
sistema discursivo oficial y el de la mercadotecnia reaccionan diciendo: “No
System”. ¡No tienen manera de articular este discurso poético! Ninguno de los
discursos del poder, cuyo trabajo es generar modelos fatuos de fácil
asimilación, es apto para procesar el discurso de la poesía. Esos modelos fatuos
de fácil asimilación están diseñados para decir: “Oye ¿has leído a fulano?”, “Sí,
claro, claro que sí, cómo no, es buenísimo”. Y ahí acabó el diálogo, ahí se
agotó el diálogo porque ninguno lo ha leído. Y el máximo ejemplo de este
fenómeno es el famoso Bestseller.[15]
Porque el Bestseller es tan artificiosamente gordo que hace que no tengamos
vacaciones suficientes para leerlo. Las playas mexicanas son maravillosas (los
que han estado en México no me dejarán mentir), las playas mexicanas son una
gran cantidad de rubiecitos del norte leyendo libros en lugar de mirar el mar.
Uno los ve y se dice: “¡Hombre, han traído libros!”. No, los hoteles mexicanos
de todos los niveles que están en la playa, tiene libros ahí para que uno los
tome, para que uno se los lleve, los tire, los cambie, los deje, no tiene ninguna
importancia (porque son libros que no tienen ninguna importancia). Y si uno es
astuto se dará cuenta de que todos esos tirados en la playa o en camastros están
a la mitad del libro, demasiada coincidencia; es que es real. Son libros, como
ustedes saben, escritos en serie, en cadena, y preferentemente desde la
ignorancia, para que la gente no se sienta ofendida. Porque ésa es la otra
ofensa mayor de la poesía: la poesía me asusta porque a lo mejor me pone ante
un hecho cultural del que a lo mejor yo voy a quedar fuera: no sé en qué
momento reírme, no sé en qué momento aplaudir, no sé en qué momento asombrarme,
porque es un lenguaje al que no estoy acostumbrado si no estoy en el mundo de
la práctica poética o artística. No sabemos qué hacer con la metáfora, porque
es tan de dos filos que no sé por dónde agarrarla, puesto que me encuentro
desprovisto de elementos semióticos para acercarme a ella: el Bestseller es una
gran defensa contra la metáfora y contra la poesía. Y es una manera de ponernos
en nuestro lugar diciendo: “Tú eres culto en vacaciones porque lees libros en
lugar de ver la playa, y en lugar de mirar el horizonte. Exhíbete a ti mismo
para que la gente que pase diga: ‘Mira, está leyendo, y en inglés, que es una
lengua bien difícil’”. (No, no es cierto, es la lengua más fácil de las lenguas
europeas).
Las casas editoriales dicen: “Nosotros
no publicamos cuento porque el cuento no se vende”. Yo les contesto: “Ustedes
no publican cuento porque no venden cuento. Si publicaran cuento venderían cuento”.
¿Qué quiero decir? Que estamos en la época más propicia al cuento. Época más
propicia en la historia de Occidente para el cuento como la de ahora no ha
habido. Esta época propicia incluye a la poesía. Porque el cuento, por su
estructura y tamaño, se lee de un tirón: un cuento está diseñado para no
dejarlo sin terminar, requiere que se le lea en un acto continuo y completo en
el tiempo. Entre estación de metro y estación de metro, yo puedo leer un poema
o un cuento. Mientras que una novela me causa un coitus interruptus: es bastante molesto tener que cortar en el
sitio que me emocionaba leer, porque tengo que bajarme del vagón. En cambio el
cuento se puede leer de un golpe —y el poema también— en un trayecto de
transporte. La rápida sociedad contemporánea, la sociedad de las prisas, es muy
apta para el remanso de un cuento o un poema. Es en esta sociedad donde los apasionados
del cuento y la poesía están subiendo a internet esas pequeñas obras cortas,
visuales, audiovisuales, o textuales, en los blogspots, que se leen rápidamente
porque duran menos de tres minutos. Lo mismo que pasa con la canción popular
que tanto ha tenido éxito, porque es algo que se vive de un golpe en breve
tiempo. En la actualidad el género vendible sería el cuento. Entonces, ¿por qué
no se publica cuento, por qué no se publica poesía que sería el otro género
vendible? Por una razón sencilla: porque en la lógica de la mercadotecnia se
venden los libros por peso; entre más gordos pueden venderse más caros. Y nosotros
mismos hemos caído en esa trampa: A veces yo me sorprendo a mí mismo diciendo: “¡Hombre,
este libro tan delgadito por qué está tan caro!”. De este modo un Bestseller
tendría que ser muchísimo más caro que tres poemas de García Lorca, cuando debería
de ser al revés. Las editoriales publican novela porque es ese tipo de
literatura que puedo justificar haberla leído aunque no me acuerde de un pasaje,
y no tengo ningún problema social. Mientras que un cuento... si alguien ha
leído un cuento de Borges uno tiene que poder decir algo de ese cuento, y
siempre puede recordar todo, y si uno no puede acordarse de nada de ese cuento es
que no lo ha leído. Lo mismo podría pasar con cualquier poema, que si uno no
recuerda nada es que no lo ha leído. Eso está clarísimo. De tal manera que estamos
ante otra perversión y una esperanza. La esperanza contra este capitalismo: otra
vez las editoriales pequeñas, los medios de comunicación, las redes sociales; es
otra vez la amistad y es esa capacidad de viajar de los libros que uno no puede
creerlo, de verdad uno no puede creerlo. Es cosa de tampoco creer el desempeño
de los especialistas en compra de libros que vagan por el planeta, por las
pequeñas ferias de libro de Málaga, de Huelva, de Bilbao, de Sevilla, o de Logroño.
Son impresionantes esos Boy Scouts a la norteamericana que sobre todo existen
en Estados Unidos y en Alemania (que son los campeones), que recolectan para
bibliotecas y universidades nuestros libros publicados marginalmente, y digo
nuestros libros porque son los que nos llaman la atención porque jamás
imaginamos que con nuestros sistemas de distribución tan artesanales llegaran
tan lejos. Hace unos veinticinco años,[16] fui
especialmente invitado a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos; me
recibió el bibliotecario y director con estas palabras: “Sir, we know you”,
Señor, nosotros lo conocemos, y me tendió una hoja de impresora de computación de
aquellas de agujeros y puntitos con una lista de 17 libros míos; de esos, 14
estaban publicados por la editorial de mi pueblo, y el tiraje pudo haber sido
de 50 ejemplares o algo así.[17] Es
impresionante cómo se los procuran. Y alguna vez también me asombró que me
llegara un cheque por tres dólares y veinticinco céntimos a mi casa con una
carta en inglés donde se me informaba que era lo que me correspondía de
derechos de autor porque se habían fotocopiado algunas partes de algún libro mío.
Es esto lo que estamos esperando que suceda en España algún día, y que tiene
que suceder porque está en la ley.
De tal forma que la esperanza es el libro,
y algo más: la esperanza son las editoriales y son estos encuentros, aunque sean
tan endogámicos porque todos somos del mismo sexo, en el sentido de que estamos
en el círculo de me-lees-te-leo, te-recito-me-recitas. Interesantísimo, como
decía yo ayer o antier en la radio de aquí de Moguer, es que somos espejos unos
de otros, y eso ayuda a situarnos, además da muchísimo reconfort y muchísima esperanza
decir: “Mira, qué bien están escribiendo otros poetas, ojalá yo llegara a hacer
eso, tengo que esforzarme”. Esto prueba que la poesía está viva.
Quizás nos falta un paso, un brinco, o
un puente, o una barca (pero eso lo diré al final). De tal manera que en estos
tiempos de rapidez y urgencia, el Estado no puede contra la literatura, porque
los dos esquemas mayores del capitalismo para someternos son el miedo y la
peste; es decir, el miedo a perder el empleo, a perder la casa, es decir el
miedo controlado por los bancos, los banqueros, y los dueños del poder, que son
los mismos. Y la peste que nos asusta es la del rompimiento, la del
quebrantamiento económico que nos puede llegar hasta nosotros. Además nos
asustan con “Ahí viene el lobo”, ahí viene la peste. Ahora Europa está asustada
con Grecia: Ahí viene la peste. Sí, pero hace unos años nos asustaron con Portugal,
y hace unos años nos asustaron con España, y hace algunos años nos asustaron
con Francia. Y aún así, nos dicen: “Ahí viene el Grexit,”[18] como
lo llaman los franceses, la salida de Grecia de la Comunidad Económica Europea.
La eficacia del miedo es tal que es increíble que hasta los alemanes digan: “Cuidado
con Grecia pero nosotros no estamos tan bien”, y visto desde Portugal, Alemania
está muy bien. Ese miedo, curiosamente, —y por eso asustamos al poder—, ese
miedo, al poeta, le tiene sin cuidado, no al ciudadano (estoy hablando de dos
personas diferentes); el poeta puede decir: probablemente me impidan comer,
probablemente me impidan beber, probablemente me desalojen, no me impedirán
cantar, no hay manera de que me impidan cantar, no hay manera de que me impidan
escribir, eso es imposible, y es posible —eso sí— que el canto fructifique en
la desgracia, el atrevimiento, el miedo, el ataque, y la resistencia. Así que
los tenemos contra la pared, y no es al revés.[19] Así
le dijo la hormiga al elefante, ¿no?, pero lo dije en serio, eh. Y esto tiene
que ver con que los dueños del poder y la divulgación podrán controlar eso, pero
no pueden controlar el tiempo, y cuando uno quiere definir la poesía de manera
más total, tendría que reconocer que la poesía atrapa el tiempo, lo atrapa
desde luego con su propio ritmo, con la propia pulsación que tiene la palabra
poética, un pulso vital de supervivencia superior al que tiene la palabra
cotidiana, un pulso tan interno que está en el cuerpo pero también y
simultáneamente —sincronizado— está en otra parte de mí mismo —que podemos
llamar alma o espíritu si ustedes quieren— en otra parte, y no exagero, del
universo. Y es que asombrosamente la palabra poética hace vibrar, no cabe
ninguna duda, hace vibrar espacios y fibras del universo. Y como los dueños del
poder no pueden pagarse el tiempo y no pueden atrapar el tiempo, cuando
presentamos un poema y les decimos: “Es que aquí está el tiempo”. ¿Para qué
escribes, poeta? Para no perder el tiempo. No digo atraparlo, pero sí tenerlo: una
especie de pequeña cápsula, sin rejas. Hace algunos días alguien[20] leyó
en este encuentro un poema en el que la metáfora estaba en “se puede aprisionar
al pájaro pero no se puede aprisionar al canto”, el canto sale volando de
alguna manera, sale volando, eso no cabe duda, aunque la puerta esté cerrada.
De ahí pues que una de las resistencias que más asustan al Estado sea la
resistencia de la palabra, porque aunque suene perogrullesco la palabra es
semilla. Sembrar la palabra es sembrar la esperanza. Y cuando uno está en la
desesperanza y oye el canto, algo se despierta que nos parece novedoso. Porque
además ustedes poetas lo saben muy bien: cuando uno dice algo de la realidad
que los demás no habían visto es que está mostrando la poesía, están naciendo
la poesía. Y cada vez que la poesía nace, un pueblo brilla.
Voy a concluir diciendo que puesto que los
que se ostentan como dueños del mundo real no pueden atacar frontalmente —aunque
estén siempre atacando— y creen que quitando fondos y presupuestos para la
divulgación de la cultura, y creen que quitándole presupuestos a Voces del Extremo va a ir decayendo, y
nos dimos cuenta de que eso no es cierto porque somos tan testarudos que cuando
en 2007 Voces del Extremo tenía mucho
dinero era muy poquitos los que asistían, y ahora que no tiene dinero somos
muchos los que acudimos a este encuentro. Es que es increíble. Es la
multiplicación de las palabras a falta de panes. La multiplicación de los
poetas, por lo tanto la multiplicación de la poesía. Entonces hay un ataque que
parece que no se nota —y hacen como que no se dan cuenta—, es un ataque en
favor del alfabetismo, el Estado está propugnando y apoyando todo aquello que
signifique analfabetismo, todo aquello que nos aleje de la lectura. Pido perdón
a todos los que les guste el fútbol; el fútbol es el ataque más frontal contra
la cultura, es un ataque para que nadie tenga necesidad de ver nada escrito en
un papel, de eso se trata. Y los espectáculos masivos que tienen que ver con
los deportes, la música (estoy pensando en mala calidad, desde luego), están
diseñados para ocupar espacios sociales que pudiera ocupar la poesía. Es
asombroso que uno se pregunte: ¿Cuántos poetas puede haber en España? Me atengo
a los que recensó un amigo mío muerto hace un año, Juan Ruiz de Torres: él
hablaba de tener una base de datos con poetas con cuando menos un libro publicado
en todo el mundo hispánico, de alrededor de siete mil poetas...[21] me
parecen pocos, pero ahí está el dato. Con esos siete mil poetas, la pregunta es:
¿Cuándo, cuando ya enciendo el televisor o la radio, oigo un poema? Ésa es la
pregunta mayor. ¿En qué periódico de Hispanoamérica, con qué periodicidad, se
publica un poema? El espacio social que ocupa la poesía lo han secuestrado,
porque precisamente es un espacio incontrolable. Y como a los poetas, dije, no
nos pueden impedir cantar, pues entonces nos están escamoteando a los lectores.
Por eso dije cuando anuncié que iba a
terminar con esto, que ahora los encuentros de poesía deberían de proponerse ir
al encuentro de los lectores. También deberíamos convocar a los lectores, a
aquellos que no oyen poesía, para hacerlos no poetas sino adictos a la poesía. No
es una crítica contra Voces del Extremo,
porque a todos los encuentros de poesía a los que yo he asistido en toda mi
vida lo que falta es aquel que no escribe. Ése siempre falta. Como una mala
broma yo sostuve este diálogo en algún encuentro en México: “Oye” —me
preguntaron—, “y en tu lectura, ¿cuánta gente te escuchaba?”. Yo contesté: “Nadie.”
“Pero cómo nadie si la sala estaba llena.” “Nadie. Todos eran poetas. Todos
eran colegas”. No había que evangelizar a nadie, todos eran de mi credo, ya no
había nada qué hacer, todos estaban ahí ante el mismo dios; yo lo que quisiera
es ir hacia aquéllos que nunca han oído un poema. Y es extraordinario. Supongo
que muchos de ustedes lo habrán hecho... a la sirvienta de la casa, al albañil,
decirles: “Quédate quieto un momento que te voy a leer un poema”; se asustan
muchísimo, pero se asustan muchísimo, pensando ¡me va a matar!, de verdad se
asustan, o algo peor, la sirvienta se dice: “Éste me quiere follar”.[22] Porque
su idea de la poesía es la poesía amorosa, su
idea de la poesía es la poesía amorosa, es hablarle bonito a una chica linda
para luego... bueno, lo que sigue... La respuesta, una vez que lo oyen, casi
siempre es: “¿Eso es la poesía? Es que yo no sabía que eso era la poesía.” Los
han alejado profundamente de la poesía, mientras les dicen que ser poeta es
estupendo, y que el poeta es magnífico si tiene un busto y está muerto, ésa es
la idea del poeta, claro. Es que si el poeta no está muerto es que no era bueno,
¿cómo es que no se ha muerto si es bueno? Eso ha alejado a las personas de la
posible lectura o escucha de poesía. El sistema mayor de alejamiento, como dije,
es el miedo social y esa peste que nos amenaza, con decirle a las personas
comunes y de buena fe: “Los poetas se mueren de hambre”, luego entonces son
unos fracasados, está claro, clarísimo, en una sociedad donde el valor depende
del dinero, y el éxito está medido por lo que uno puede adquirir a menor
esfuerzo. Es importantísimo. Un puesto en el gobierno o una cosa así... Y ése
es un triunfador. El perdedor es aquél que se fue a la poesía. Ojo, aquí viene
lo perverso, porque la escuela y la enseñanza están metidas en esto: aquél que
se fue a la poesía se fue a la poesía porque no servía para otra cosa. “Otra
cosa” significa hacer dinero. No servía para hacer dinero, por lo tanto es un
zángano social. Debo citar palabras de... ¿cómo se llama el esposo de Frida
Kahlo? (Luego las feministas dicen que... sí, gracias, Diego Rivera). ¿Ya ven?,
me acuerdo más de la mujer porque me gustaba más que él. Diego Rivera, hace unos
70 años, pronunció un discurso en el que en suma decía lo siguiente: Nosotros
los artistas sí entramos en el comunismo y sí entramos en el capitalismo, porque
el arte es tan importante y necesario como la labranza, la fábrica (es decir,
el obrero), incluso el financiero, todos entramos en esta sociedad, y una
sociedad que no tiene patatas[23] para
comer es una sociedad que no tiene poesía para cantar.[24] Y
las dos cosas son absolutamente indispensables. O dicho como lo dije hace años
a un alumno mío: Me decía mi alumno: “¿Por qué come ostras,[25]
profesor?”. Le respondí: “Las como porque leí a San Juan de la Cruz. Yo no sé
por qué pero saben mejor después de leer a San Juan de la Cruz”. Es que es
verdad, juro que es verdad que las ostras saben mejor después de leer a San
Juan de la Cruz. Los invito a que hagan el ejercicio y experimento: lean a San
Juan de la Cruz y después coman ostras. (Nada más alejado que San Juan y las
ostras, no importa, y si no son las ostras que sean los estros... femeninos).
Pero vale la pena.
Digo nada más que a pesar de las
desesperanzas, yo sigo del lado del entusiasmo, y eso es probablemente lo que
los poetas podemos aportar a la sociedad contemporánea: con nosotros está la
esperanza. Porque como nosotros estamos cantando al futuro no perdemos la
esperanza, y eso es lo que nos mantiene tan alegres siempre.[26]
No aplaudan más, porque si no va a ser
como en los teatros, que si siguen aplaudiendo vuelvo a repetir toda la
conferencia.[27]
Como vi que se usa aquí, Antonio, si
alguien más quiere tomar la palabra, yo les garantizo que yo ya no tengo nada
más qué decir.
LA ESPERANZA Y LA DESESPERANZA. Es el titulo de la TRANSCRIPCIÓN DE LA CONFERENCIA "POESÍA, MERCADOTECNIA, CLIENTELISMO Y COMPROMISO" ofrecida por DANTE MEDINA en el foro de los XVII Encuentros de Poetas en Moguer. Voces del Extremo. Casa Natal de Juan Ramón Jiménez. Moguer (Andalucía, España). 25 de julio de 2015.
[1] Esta conferencia sin texto escrito fue pronunciada, con el título de
“Poesía, mercadotecnia, clientelismo y compromiso”, en la Casa Natal de Juan
Ramón Jiménez, en Moguer, Andalucía, España, en el marco del encuentro Voces del extremo, el 25 de julio de
2015. Al nutrido aplauso siguieron entusiastas peticiones de una copia de este
trabajo; desgraciadamente, no la había escrito, una desesperanza. Antonio
Orihuela, el organizador de Voces,
mandó mensajes a los más de cien asistentes, y nada. Pronto llegó la esperanza:
el grupo “El vicio de la gallina”, no sólo la había grabado toda, sino que ya
la tenía “colgada” en su sitio de la web: http://elviciodelagallina.blogspot.fr/ De la transcripción de ese audio proviene este artículo, con mínimas
modificaciones y algunos agregados en pie de página que contribuyen a la
claridad de la lectura.
[2] Y al final, acabé trabajando una semana entera en el arreglo y
corrección del texto.
[3] Esto mismo hizo Hollywood en sus tiempos de gloria cuando producía con
el patrocinio de películas taquilleras obras maestras.
[4] Fue exactamente en 1987.
[5] “Las negociaciones para la compra de los sellos literarios de
Santillana por parte de Random House reflejan el intento del gigante alemán
Bertelsmann por dominar el mercado editorial mundial y competir con Amazon,
Apple y Google en el ámbito del libro electrónico”, publicó, literalmente, eldiario.es, el 19 de abril de 2013. Ahí
también daba cuenta de que la Bertelsmann es propietaria del canal de
televisión RTL, el grupo G+J, la discográfica BMG, y Random House Mondadori (de
la que fuera dueño Silvio Berlusconi); y los sellos que compra, Alfaguara,
Suma, Taurus y Aguilar, son propiedad del grupo multimedia Prisa. Ya podemos
recordar con nostalgia a los grandes Editores que estuvieron al frente de esas
ediciones...
[6] Ni en Sanborn’s, para mexicanizalo.
[7] 9 años, para ser exactos.
[8] Bañuelos, Raúl; Brú, José; Medina, Dante; Cuento vivo de Andalucía y Poesía viva de Andalucía (Guadalajara, México,
Universidad de Guadalajara, 2006).
[9] Para ser exactos: el Cuento
tiene 661 páginas, y la Poesía tiene 709
páginas.
[10] Si un investigador buscara en los estantes de las librerías
establecidas, concluiría que la poesía y el cuento andaluz son muy pobres, no
existen, han desaparecido, que no hay casi escritores andaluces contemporáneos.
[11] Ediciones Arlequín, de Guadalajara, México.
[12] El Chapo Guzmán se había fugado recientemente del penal de alta
seguridad del altiplano, en México, huyendo espectacularmente por un túnel en
motocicleta. Ya se prepara una película sobre este hecho.
[13] Cuando El Niño de Elche, que está entre nosotros, hizo un performance
por la calle Sierpes, de Sevilla, vestido de hombre-sándwich, cantando que
compraba oro, compraba plata, compraba el alma de los paseantes, los
transeúntes reaccionaban con desasosiego, incomodidad, desconfianza, ante una
hermosa voz destinada a la propaganda (no imaginaban que se trataba de un acto
poético). Un ciudadano se apiadó de él y vino a aconsejarle que utilizara su
magnífica voz para fines más rentables.
[14] Son versos del poeta Víctor Lopez.
[15] Obsérvese el nombre de este subgénero de la artesanía de la escritura y
se verá que la intencionalidad de la editorial es clara: Bestseller = el más
vendido. El proyecto manipulador es tan pernicioso que antes de que el libro
llegue a los anaqueles ya lleva el nombre y la etiqueta de “el más vendido”.
[16] Fue, precisamente, en 1995, cuando, invitado por el embajador de USA en
México, James R. Jones, en nombre del Gobierno de Estados Unidos, hice un viaje
por varias ciudades elegidas por mí, para entrar en contacto con instituciones,
artistas y escritores: Washington, Chicago, Nueva York, Nueva Orleans, y San
Francisco.
[17] Reconozco que esto son excesos verbales míos, pero sirvieron como una
hipérbole para reforzar la idea: en mi pueblo, Jilotlán de los Dolores,
Jalisco, México, no existe ni jamás ha existido ninguna editorial; y si bien
muchos de mis más de cincuenta libros publicados han tenido tiradas pequeñas, la
mínima ha sido de 500 ejemplares.
[18] Es un sencillo mot-valise que
invadió la prensa francesa: Grèce + exit, Grexit, la salida de Grecia.
[19] Tengo que reconocer que aquí hubo risas casi generalizadas, pero lo
dije en serio; de ahí proviene la siguiente frase, como una respuesta a la
interacción con el público.
[20] Alguien tiene nombre, pero en ese momento del habla no lo tenía en
mente; se trata del poeta Rodrigo Garrido Paniagua.
[21] Este dato me lo dijo personalmente Juan Ruiz de Torres, en 2013, en
Madrid. Su Inventario Relacional de la
Poesía en Español 1951-2000 contiene medio millón de registros de 4700
poetas vivos en ese período.
[22] Risas, claro. Digo “follar”, cuando debería decir
“cojer”, porque me encontraba en España. Como diré más adelante “patatas”,
cuando lo que yo debería decir es “papas”, por la misma razón de que me
encontraba en España.
[23] Dije “patatas” cuando lo que yo debería decir es “papas”, porque me
encontraba en España. Como dije antes “follar” cuando debería decir “cojer”,
por la misma razón de que me encontraba en España.
[24] He glosado de memoria lo que recuerdo de palabras de Diego oídas en la
radio. En una entrevista que está reproducida en youtube, lo dice él con su
propia voz: “El arte es una necesidad vital para el ser humano [...] si el arte
es una actividad esencial para la vida del hombre, ¿cuál es el papel del
artista? [...] el papel del artista en la sociedad, biológicamente, es un papel
de nutridor, de proporcionador de alimento, así como el campesino proporciona
alimentos para el aparato digestivo, y lo proporciona el ganadero, y lo
proporciona el horticultor, el artista proporciona alimento para el sistema
nervioso; en consecuencia, el artista es un humilde obrero, y su humildad le da
la misma grandeza, grandeza esencial, que al campesino, que al floricultor, que
al horticultor, que al químico, que al médico, es un obrero esencial en el
organismo social, no es un obrero de adorno; el carácter de adorno, el carácter
de postre al banquete de la civilización que se le ha querido dar al arte,
proviene del interés que tienen las clases, individuos o grupos explotadores de
las mayorías trabajadoras, de hacer aparecer el arte como algo que no les es
tangible.”
[25] Lo mismo de antes, ostiones, si queréis.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por esta reproducción, estuve en el encuentro Voces del Extremo pero sólo el jueves y deseaba asistir a esta conferencia que al final Daniel Macías Díaz sustituyó; es todo un "bálsamo" para los que pensamos "de otra forma" a la políticamente establecida. Sí y sí, genial, gracias de nuevo, GRACIAS ENORMEMENTE.
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