"Aunque tú y yo nunca, tú y yo siempre…"
Qué grande mi amor
porque no te necesito y lo sé.
Porque no cambiaría nada por ti
ni quiero que tú cambies por nada.
Porque podría no volver a ver tus ojos
ni siquiera a saber nada más de ti.
Incluso podría borrarte la vida de mi memoria
(¡Dios no lo quiera!)
pero lo hecho, hecho está.
Qué suceso prodigioso amarte de esta manera
y que se abran los días sólo por eso.
DESOBEDECER
Desobedecer con la terca humildad
del que no tiene argumento intelectual que lo defienda
pero tiene el sentido primitivo de lo justo.
Desobedecía, así, desde niña
cuando no creía que los padres tuvieran siempre razón,
ni que las sotanas fueran palabra de Dios.
Desobedecía cuando me hablaban de la verdad mintiendo,
cuando predicaban pero no daban trigo
y cuando me decían que obedecer era amar
pero yo ya intuía que amar era otra cosa
que agachar la cabeza para esperar el golpe.
Cuando escuchaba mi nombre
nunca dije “servidora”.
***
¿Qué hiciste en tu vida?
Caer y levantarme.
Aprender a curar rodillas magulladas.
Echar remiendos en los desgarros.
Inventar menús para los que tenían hambre.
Caer y levantarme.
Escuchar los gritos silenciosos del miedo.
Hacer hueco para que cupieran todos.
Sumar y multiplicar la alegría de diario.
Restar y dividir la angustia y la tristura.
Abrir puertas.
Caer y mirar desde ahí.
Caer y levantarme.
***
La perversión consiste
en convencernos
de que la bondad
equivale a la estupidez.
***
Leo un artículo sobre la anarquía y me parece un poema de AMOR…
***
Sin yo saberlo, ni saberlo tú,
porque, en fin, nada sabemos,
resulta que estamos hechos
de la misma, exacta, luminaria
y yo aprendo a encenderme
cuanto más te dejo encenderte a ti.
Pudiera ser que ambos
sólo fuéramos el reflejo de la luz del otro.
Begoña Abad. Diez años de sol y edad (antología 2006-2016). Ed. Pregunta, 2016
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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