OPOSICIÓN
Papeles por la mesa,
libros con demasiado maquillaje
y con arrugas en los codos,
una taza de monotonía
y un café griposo
que no deja de estornudar
socorros.
Alguna factura se ha colado
por debajo de los ojos
y la lista de la compra
desfallece de miseria
bajo un sol de madrugada
fluorescente.
A estas horas la cabeza
pesa igual que las derrotas,
las manos ya no sienten,
solo esperan,
y el silencio es una lágrima
vomitada por el sueño.
Al tiempo que me roba tanto
tiempo
y la risa de una copa de
perfume,
le robo yo estos versos en
venganza
de una espalda prisionera
de baldosas y cristales.
Vuelven los fantasmas
del amor y la memoria
cuando menos tinta hay en mi
sangre
y bosteza el diccionario del
olvido.
¿La memoria? - me pregunto,
y me contesto - , es la sospecha
de que ayer pasó lo mismo.
Del amor ya han dicho todo,
demasiado, para ser
una cuestión de cuatro letras...
Amanece,
mañana es otro día.
Y me río de miedo.
MAYORÍA ABSOLUTA
“Erradiquemos
el hambre
para
siempre del planeta”,
propuso
entusiasmado el presidente.
Por
mayoría absoluta
desapareció
del diccionario la palabra.
DESVELO
Hay noches en que el desvelo
me sabe a paladar seco y a
hastío.
Boca arriba, frente al techo,
la espalda castigada de silencio
aguarda un gesto rápido del
tiempo.
Esta noche me olvidé de
olvidarte.
Es inútil lucharle a la memoria
cuando formamos parte de sus
armas,
y a estas horas, mi derrota
es saber que quedan cosas
como el beso y esta cama
o tu olor y mis cuadernos.
En la calle algún susurro
de pasos, alcohol y risas.
En mi cuarto, soledad,
en la sábana, oquedad
y en los muebles el recuerdo y
el insomnio.
TREGUAS
El mundo
pide a gritos una tregua,
un respiro
en el fragor de sus miserias.
Las treguas
en Europa o Norteamérica
son finas,
elegantes y tan dignas
de ocupar
primeras páginas
que huelen
a divisas y lavanda
y posan
porque pasan a la Historia.
Son
treguas, sobre todo, palabreras,
partidistas,
democráticas,
con votos
vencedores y vencidos.
Hay otras,
sin embargo,
que no suben
acciones al olimpo,
ni
entregan medallitas a ministros,
ni esperan
bendiciones del obispo.
Son
acuerdos para un día,
tal vez
dos, no más de tres.
Las firma
una lágrima de rabia,
un aliento
de coraje,
el espíritu
engañado por los dioses.
Un poco de
pan para la pena.
Una
inyección al desamparo.
Una
caricia.
El mundo
pide a gritos esas treguas,
ese
paréntesis de vida,
esa
justicia olvidada.
Un eco
envuelto en silencio
cruza hasta
perderse en la noche.
Un trozo de
pan,
una mirada.
CONCHAS
Otra vez me detengo
delante de esta playa y del
recuerdo:
las manos de mi madre,
mi cubo y mi rastrillo
y un sándwich de nocilla a media
tarde.
Mi infancia hecha de sol y
caracolas
y juegos de pelota y
pilla-pillas.
El mar llegó, con el levante
y arrastró consigo los
castillos...
Intento comprobar, desde la
orilla
que “nada puede ser de otra
manera,
la huella siempre muere con la
espuma
y es así como vivimos”, nos
decían.
Sonrío con las algas porque sé
que a pesar de la voz de sus
gaviotas
de rastros con verdades en
oferta,
conservo alguna concha en los
bolsillos
para escribir la vida a mi
manera.
MUDANZA
Por no hacer mudanza en su costumbre.
Gracilaso de la Vega
Limpié de
viento los estantes viudos
y los
sueños que cayeron de la cama por descuido.
Guardé tu
beso en siete cajas;
en otra,
cinco años de trabajo.
Por último, un trozo de vida
entre El
amor en los tiempos del cólera.
Cuando
cierre la puerta,
las llaves
girarán los años,
escribirá la mirada lo que fuimos
y quedará
en el contendor azul de la nostalgia
la perdida costumbre de tu boca.
José María García Linares. Oposiciones a desencuentro. ASB Producciones Editoriales, 2007
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