para Joseph, brujo Nez Percé, Gary Snyder y
Jorge Riechmann.
“Yo
sé que hemos matado a civiles deliberadamente.
Nos
hacían correr cantando:
¿Qué
hace crecer la hierba?
¡Sangre,
sangre, sangre roja brillante!
Nos
entrenan para matar, matemos.”
soldado
J. Hinzman del cuerpo de marines de los USA
Hay demasiadas palabras de quienes no
deberían tener derecho a abrir la boca.
Hay demasiadas palabras de quien está
convencido de que vales treinta euros
y de que esta guerra es contra el terrorismo
y no por gasolina.
Hay demasiadas palabras atrapadas por la
productividad, el consumo, el poder
y el sé tu mismo.
Y es terrible, que en este mundo,
sean los violentos los únicos que tengan el derecho a la palabra,
sean los violentos los únicos que tengan el derecho a la palabra,
que ninguna palabra sea para consuelo de las
gallinas de crianza industrial,
las vacas lecheras tratadas con hormonas
recombinantes,
o los envenenados por la guerra, la colza, la
encefalopatía o la publicidad.
Ninguna palabra para la tierra arrasada y
exhausta,
ninguna palabra para la sed de ¾ partes del
mundo.
Ellos tienen cada vez más palabras
y nosotros tenemos cada vez menos tiempo.
Si aprendemos a andar pacíficos y ligeros
sobre la tierra,
tal vez un día sus palabras se vuelvan
incoherentes, oscuras, ininteligibles,
como las que quieren expresar hoy
el
dolor por la destrucción del mundo.Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. La Baragaña, 2014
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