En un abrir y cerrar de ojos el mundo
y todos los momentos fluyendo
hasta decrecer, salvo
el aire cristalino del mar,
flecha en el resplandor de una esquina,
la enredadera de humo que cruza el espejo,
reliquia de los días placenteros
porque estamos hechos de instantes.
Cúbreme del sabor de su recuerdo.
Ponme a salvo el fragmento de esta noche.
Puertas entreabiertas sin cerrojos.
Visillos que esperan la caricia del aire.
Ojos ardientes en la orografía de tu cuerpo.
Dentro
punzón clavado sin medida.
Labios casi entornados.
La boca que codicia por un instante
un
reino en palpitar lascivo,
amanecer
eterno a tu contacto.
Furibundo capricho o apetito ciego
se
desata con violencia
hasta
rasgar el cielo.
Roca que se desprende del acantilado
para
ser ya sin vuelta atrás del mar.
Una única burbuja.
Un lazo en fuga. Nada más.
Quiebras
Beso imposible
entre los que jamás se reconocen
en lo común.
Garras que arañan
y abren en tajo la unidad.
Fragmentos en una brizna de luz.
Entre los dos fuimos una eclosión,
lo mismo y lo contrario,
un sueño único,
una red extendida
bajo los escondrijos sutiles de la sangre.
Y cada uno tirando por su lado.
Formas parte del cendal de la bruma
de la que juntos erigimos.
Alejada la bruma,
puede verse unos labios solamente
revolcándose en el barro de enero.
En esta tarde
quiebras
y más quiebras.
Hijos de tu inmensidad
Somos hijos de tu inmensidad,
hasta aquí venimos para nombrarte,
néctar minador que inundas todo.
Ante ti, desnudos y pequeños,
intentando revelar el horizonte.
Bajo el cristal del aire
sus esponjas de sílice.
No hay revelación, ¿qué horizonte?
La mirada se abisma
donde el día se apuntala
de un modo secreto
al borde de la espera.
Consigo hacerte llegar una ondulación
con mis palabras diminutas.
Somos pequeños aquí en esta orilla
y persistentes
debajo del agua,
donde remueves tus
espinas blancas
a tus pupilas los
rayos de luz.
De tu interior,
naufragios de algas
exteriorizan la
riqueza que atesoras
volviéndose saqueos de párpados.
Allí escondes el latido del mundo
en cuyo fondo todo
se disuelve en tu forma.
Un friso de luz acuñado en el azul
lamina la distancia en las pupilas.
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