ENSAYANDO
UN GRITO POR DETRÁS DE LA TORMENTA
“(…)
Quiero hablarte de él, porque creo que el anarquismo es la cosa más
preciosa y más grande que el hombre ha pensado nunca…”
(Alexandr
Berkman)
—para
Antonio
En
este lugar
la
marea se nos come los dedos:
apenas
en cuclillas
nos
avisan los muertos su tardanza azul.
Tú
y yo buscamos, Antonio, mientras tanto que pare
la
mentira del mundo,
el
miedo en nuestras uñas,
el
cansancio por pasar cuando vuelvan los disparos.
Por
detrás de las tormentas bailan nuestros muertos
en
un canto imposible de heridas y lianas:
fértiles
deshechos
que
nos han de crecer brutalmente en la boca
y
entonces irrumpir al final de los poemas.
Encendemos
antorchas por detrás de la montaña
hasta
que, mudos, nos quemamos la lengua
con
la cal aún ardiente de todas estas víctimas:
de
ellas no más somos
su
misma caída o su espera impenetrable.
Y
así nos queremos, mientras hay la resistencia:
tensos
e increíbles arañando la calle:
—ensayamos
un grito por detrás de la tormenta,
—ensayamos
un grito por detrás de la tormenta.
MOLTMANN
1964
—a
Raquel
«el
‘final de la historia’ cobra de este modo una cercanía palpable»
—Jürgen
Moltmann, Theologie
der Hoffnung
(1964,
veinticinco años antes)
Lo
mejor de todo
no
es que en el 89 Fukuyama
—asesor
del Departamento de Estado de EE.UU.—
no
dijera nada nuevo
o
viviera del cuento hasta el momento presente.
Lo
mejor de todo
es
que vienes tú a desmentirlo
de
noche cansada, tú cuando regresas
y
ocupas la casa, mi temblor y tu boca.
Lo
mejor de todo entonces
es
que abres el futuro
y
recoges sus víctimas para ya no olvidarlas
reventando
mis llagas en las llagas del mundo.
Lo
mejor de todo entonces:
abrirme
así las manos,
tantearme
en lo imposible
y
amarte mientras pueda.
PARADERO
DESCONOCIDO
Recuerdo:
Un
soldado asomado en su túnel.
Un
pedazo de tierra más allá de las estacas.
El
tiempo parándose en sus patas de alambre.
En
el cuarto trasero
te
dije el secreto y después su mentira:
lo
que ambos amamos
será
lo primero en caer cuando acabe la tormenta.
Recuerdo:
El
paso lento y desastrado por tu boca.
La
raíz de las estrellas sin apenas hacer ruido.
El
hombre muerto esperándote en los cuartos de atrás.
PARA UNA CUESTIÓN DE ENSIMISMAMIENTO
Inevitable
salir de las mutilaciones. Las que se posan en las sienes. Las que
abrazan los niños. Las últimas en caer por los setos del jardín.
Inevitable
dejar de temer lo que esta espera significa. Existen los disparos y
un sinfín de hombres presos. Inevitable no creerlos desnudos por un
tiempo más.
Está
la tarde lenta y se ha puesto de parto. Dentro de unas horas:
comenzar a mutilarme, bucear en los espejos.
Ponerme
el uniforme.
ESPAÑA
Y POESÍA, VIEJITA Y REGAÑADA
con
la complicidad de Eladio Orta
En
mi país cocido de lejos buenamente con las tripas afuera
los
poetas comen jeringuillas con leche
carne
de avestruz
brotan
de las cuevas con un poco de saliva
se
derraman por el campo como niños sin dientes.
En
mi país cuchillo en las trenzas de los buenos empresarios
no
hay huelgas generales:
los
poetas las evitan con un trapo en la boca
brotan
de las cuevas con temblores de piel
y
lamen los cercados de los hombres ricos.
En
mi país castigo en periferia de los barrios más bellos
se
prohíben cosas que no sean de madera:
con
blancos mondadientes se arrancan los colmillos
los
poetas honestos de todo el país
brotan
de las cuevas con los párpados mudos
para
luego calmarse con trescientos espejos
los
poetas honestos de todo el país.
Mi?
verdadero
conflicto:
que
me muerden mis versos,
que
no tengo país.
Enrique Falcón. Aluvión. Ed. La oveja roja. 2017
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