documentos de pensamiento radical

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martes, 10 de noviembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN XVI (fragmentos)



Vistos desde las alturas de sus grandes edificios, los neoyorquinos parecen hormigas; vistos desde abajo, se confirma que lo son. Desfilan por las calles frenéticos, la mirada fija, con un único y terrible objetivo: sobrevivir. (…) Todos están en una carrera permanente por conseguir dinero, más dinero. La sonrisa, si se da, no es sincera: es un arma de codicia más. Nada es gratis. Todos quieren sacarte algo. Si no hay nada que sacar, no existes.
España es más civilizada porque tenemos otro concepto de lo que es importante en el tiempo que nos toca entre nacer y morir. Queremos dinero, pero queremos otras cosas también. Pausar, charlar, disfrutar del calor humano. Nunca seremos tan ricos como ellos, pero somos más felices -y más dignos-. El animal hispano está en una fase de evolución superior al animal neoyorquino. Hemos salido de la jungla y aprendido el valor de saber vivir.”

(...)

 En el parágrafo anterior ya sugerimos que la reducción de la crueldad y la violencia –tanto directa como indirecta— sería un importante criterio de civilización, en mi opinión el más importante. Podemos extraer otros tres más de la reflexión que se ha desarrollado en capítulos anteriores de este libro, y el resultado sería la combinación de los cinco criterios siguiente:
1.    Reducción de la crueldad y la violencia, tanto directa como indirecta: no-violencia y no-dominación.[1]
2.    Aumento de la inclusión, del “nosotros”, vale decir expansión del círculo donde somos iguales. Formación de “conciencia de especie”, por tanto –y noción de igualdad más alla de la especie.
3.    Mejora de la situación de los más débiles, con atención especial a la situación de las mujeres y los animales no humanos.[2]
4.    Transmisión cultural compleja, con enriquecimiento progresivo de las culturas humanas que irían a la vez asumiendo su pasado y dialogando entre sí.
5.    Retracción del “reino de la necesidad” y avance del “reino de la libertad” (lo que no supone sino reformular el criterio de Carlin en términos marxistas). Esto requiere cierto nivel de seguridad existencial y bienestar material, que desde luego no puede identificarse con el insostenible “nivel de vida” que las sociedades euronorteamericanas desarrollaron en la segunda mitad del siglo XX. Un nivel moderado de producción industrial con tecnologías de alcance intermedio sería deseable (a mí no me gustaría prescindir de los antibióticos ni de la lavadora eléctrica, de la bicicleta ni de la cirugía avanzada, del motocultor ni de los marcapasos), pero sólo si pudieran darse dentro de economías homeostáticas (steady-state economics) capaces de operar con un flujo metabólico (“transumo” o throughput) que no fuese sino una pequeña fracción del actual.

(...)

TRES CAMINOS
  1. En el plano emocional, desarrollar la sim-patía y com-pasión por todos los seres, más allá del círculo estrecho de los seres cercanos
  2. En el plano intelectual, comprender la complejidad, interdependencia y ecodependencia de los sistemas que somos, y de los sistemas donde vivimos
  3. En el plano espiritual, cuestionar la egocentricidad y tratar de vivirnos desde un “yo ecológico”

(...)

se trata de trenzar vínculos de solidaridad ante la barbarie que avanza.

(...)

No se trata de “desarrollo sostenible”, sino de vivir bien con menos.





Jorge Riechmann. Autoconstrucción. La transformación cultural que necesitamos. Ed. Catarata, 2015





[1]  Sugiere Antonio Campillo que “sólo mediante la conjunción de justicia y perdón es posible interrumpir la espiral de la violencia. Solo de este modo es posible desprenderse del daño padecido y no responder a la violencia con violencia. Hay sociedades que se han visto sometidas a formas extremas de violencia (guerras civiles, dictaduras militares, regímenes de segregación racial, secuestros y matanzas por parte de grupos armados, etc.), y que sin embargo han sido capaces de poner en marcha ‘políticas del perdón’, como las ha llamado Sandrine Lefranc, basadas en la combinación de justicia y perdón, reparación y reconciliación. A estos procesos se les ha dado el nombre de ‘justicia transicional’, precisamente porque pretenden transitar de la violencia a la justicia.” Campillo, “Diez tesis sobre la violencia”, op. cit., p. 73.
[2] No me parece inadecuada la sintética contraposición del “fuerte frente al débil”, pero naturalmente ello no significa ninguna complacencia en el ideologema de las mujeres como “sexo débil” –en bastantes sentidos serían más bien el “sexo fuerte” frente a los varones--: es una manera breve y pregnante de señalar que bajo el patriarcado se hallan estructuralmente desfavorecidas. Análogamente respecto a los seres vivos no humanos: en un sentido muy obvio, las bacterias son seres vivos mucho más fuertes que los humanos…

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