documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

lunes, 2 de noviembre de 2015

AUTOCONSTRUCCIÓN (XIII)





Ulrich Beck ha escrito que ahora se espera, se empuja y se tira de los hombres y mujeres individuales para que busquen y encuentren soluciones individuales a problemas creados socialmente, y pongan los medios para llegar a estas soluciones individualmente utilizando habilidades y recursos individuales. Esta ideología proclama la inutilidad (en realidad, la contraproductividad) de la solidaridad: de unir fuerzas y subordinar las acciones individuales a una ‘causa común’. Ridiculiza el principio de la responsabilidad comunal por el bienestar de sus miembros, condenándolo como una receta de un ‘Estado paternalista’ debilitador y advirtiendo que el cuidado de otros lleva a una ‘dependencia’ aborrecible y detestable.
     Se trata también de una ideología hecha a la medida de la nueva sociedad de consumidores. Representa el mundo como un almacén de objetos de consumo potenciales, la vida humana como una búsqueda perpetua de gangas, su propósito como la máxima satisfacción del consumidor, y el éxito en la vida como un aumento del propio valor de mercado del individuo. Ampliamente aceptada y firmemente adoptada, desestima distintas filosofías de la vida con un simple ‘No hay alternativa’ (TINA, por sus siglas en inglés). Tras degradar y hacer callar a sus competidoras, se convierte verdaderamente, en la memorable expresión de Pierre Bourdieu, en la pensée unique.”
Zygmunt Bauman, El arte de la vida, Paidós, Barcelona 2009, p. 109.


(...)

Marcel Gauchet lo caracteriza así: “El individuo contemporáneo tendría la exclusividad de ser el primer individuo en vivir ignorando que vive en sociedad, el primer individuo que puede permitirse, por la evolución misma de la sociedad, ignorar que vive en sociedad.”[1] Se trataría, dice Robert Castel, de “liberar al individuo aquí y ahora, y colocarlo en el nivel máximo de sí mismo”.[2] Este fenómeno cabría llamarlo hiperindividualismo: el individuo se toma a sí mismo como objeto y fin, y hace como si pudiera existir con independencia de la sociedad.

Una cultura penetrada de marketing hasta los tuétanos, donde grandes corporaciones abastecen de uniformidad al mismo tiempo que venden la idea de que ofrecen individualidad[1] (“sé tú mismo”… comprando lo mismo que compran millones de otros consumidores). Pignotti ya había diagnosticado el truco muchos años antes: ofrecer “a la masa la imagen masificada del hombre que se sale de la masa”.[2]

(...)

Lo que Nietzsche nos propone es que los seres humanos fuertes traten a los seres humanos débiles como si fueran animales de una especie biológica distinta. Carne para comer, en vez de cooperadores potenciales.

En los años sesenta del siglo XX, el psicólogo E.H. Erikson acuñó el concepto de pseudoespeciación: determinados grupos humanos –étnicos, nacionales, etc.— desarrollan culturalmente la creencia de que los demás son muy diferentes de ellos mismos, como si pertenecieran a especies diferentes. 

Jorge Riechmann. Autoconstrucción. La transformación cultural que necesitamos. Ed. Libros de la catarata, 2015.



[1] George Ritzer, El encanto de un mundo desencantado. Revolución de los medios de consumo, Ariel, Barcelona 2000, p. 99.
[2] L. Pignotti, La Supernada: ideología y lenguaje de la publicidad, Fernando Torres, Valencia 1974, p. 141 (citado en Juan María González Anleo, Consumidores consumidos. Juventud y cultura consumista, Khaf, Madrid 2014, p. 146).



[1] Marcel Gauchet, “Essai de psychologie contemporaine. Un nuovel âge de la personnalité”, Le Débat 99, marzo-abril de 1998.
[2] Robert Castel, “El desafío de convertirse en un individuo”, op. cit., p. 321.

No hay comentarios:

Publicar un comentario