lo que la
poesía hace incesantemente es aproximar
lo lejano, conectar lo desconectado, establecer vínculos que antes no
existían. Este trabajo de creación de vínculos, ínsito a la función poética del
lenguaje, resulta profundamente perturbador para el orden de las categorías
establecidas: se trata de una potencia dinámica que continuamente busca poner
en movimiento lo quieto, y sin cesar desbarata los equilibrios estabilizados.
(...)
La
función poética del lenguaje pone siempre en acción esa dimensión crítica. Pero se puede ir un paso más allá y señalar que
igualmente pone en acción una dimensión
utópica, en la medida en que remite, de alguna forma, a un profundo anhelo
de comunidad. Señala un horizonte utópico de vinculación entre lo vivo y lo
inanimado, entre lo visible y lo invisible, entre lo próximo y lo lejano.
(...)
(...)
la
poesía, hoy, no puede esquivar la insurrección, ni –en la preparación de ésta—
la alianza con el humanismo.
Jorge Riechmann. El siglo de la Gran Prueba. Ed. Baile del Sol. 2015
pintura de Juan Carlos Lázaro
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