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sábado, 6 de febrero de 2016

2 fragmentos del LIBRO DE LOS INDOLENTES (SOBRE LA POESÍA) de JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ




CINCUENTA Y CUATRO


Paseaba entre las farolas en la noche y comentaba con el indolente número 4, aquel que antes era el 13, la lamentable situación de la poesía oficial en España. Sin ir más lejos este año se han publicado obras de autores importantes, con reconocidos nombres, que han acaparado las reseñas y menciones de los suplementos, pero ninguna de ellas aporta nada, dicen nada, son nada, vacío. Es como la poesía plana de los tiempos remo-tos: correcta construcción y menos vida que el topo que ha caído a la piscina y muere intentando subir los escalones sin vista, sin mirada, sin acción.

Unos dicen que el culturalismo ha muerto, otros inventan los términos rurales para autodefinirse sin llegar a la categoría de crucigramas, los hay que siguen buscando en la luz divina la inspiración mediática.

La razón de la palabra poética es la lírica de la emoción y del misterio. Es la fuerza del topo para salir del agua con humildad y respeto, en silencio y soledad, poco a poco hasta que lo consigue.

Ahora viajo por algunas ciudades para analizar las mafias literarias que habitan en ellas. Me acompaña el indolente número 4 y algún que otro soplón con forma de equinoccio. Todo cuanto acontece en la poesía de ese puñado de tierra pasa por sus manos. Tanta divulgación, redes sociales, medios de comunicación, apariciones, propaganda barata y efímera. Cuando pasen cincuenta años volveremos a leer a Dante y compañía. No hay que salir de ahí. Lo de ahora nada aporta.

Es tarde. Ha llegado la luz encima de una nube. La luz es la humildad, la nube su destierro en soledad. No hablan, es el silencio. La pasión es un arte, la poesía que se escribe ahora en España los ojos de un topo. Ciega.




CINCUENTA Y SIETE


Nunca habrá poesía hasta que dejemos de ser. Buscamos el camino, nos guiamos de fuentes y de clásicos, entendemos que la ruta es la correcta. Pero lo zetético solo aparece cuando hemos dejado de ser. Solo así seremos en la verdad, en la virtud y en la justicia.

Los indolentes son seres que dejaron de ser en otra eternidad, y así lo manifiestan. Buscan el silencio de las palabras y la soledad de las almas o espíritus, de sus propias libertades de los cuerpos. Han encontrado la verdad.

Desde que abrí una de las dos cajas misteriosas leo el con-trato cada noche que estoy en casa. Lo permiten las piedras. Antes de dormir y reclinado en la cama, repito palabra por palabra todo lo que allí figura. Hay fragmentos que conozco de memoria y los recito con los ojos cerrados. Otros párrafos intento saltarlos pero la luz lo impide.

Cuando termino he perdido el sueño. Tomo las 9 piedras. Las recorro con los dedos, las aprieto en la mano. Pierdo el miedo y pienso en Platón.

La segunda caja posee los recuerdos de las otras vidas. Siempre viajas de un cuerpo a otro con la segunda caja. No es visible a los siniestros ni a los acompañantes.

Observo la segunda caja. Toco su silueta. No he dejado de ser.




Javier Sánchez Menéndez. Libro de los indolentes (sobre la poesía). Ed. Plaza y Valdés. 2016 


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