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domingo, 7 de febrero de 2016

LIBRO DE LOS INDOLENTES (SOBRE LA POESÍA) de JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ




CUARENTA Y TRES


Llevo meses discutiendo con Saúl sobre la reencarnación. Recojo la cerilla con la mano y transmito cuanto reconocí en el confuso laberinto de seres y personas. Hay momentos en los que no estamos entre nosotros, ya nos hemos marchado. Precisamos de un tiempo indefinido para preparar nuestra huida. Cuando fallecemos estamos aproximadamente un año y medio sin dar noticias. A partir de ese instante podemos volver, siempre que deseemos. La vida es elección y es afirmación.

Regresamos si aceptamos. Volver es voluntad propia. No aparecen estrellas si no llega la noche.

Discuto con Saúl. Él intenta explicar que la vida es un oficio donde obtenemos nota. Me niego a aceptar esa afirmación. Estamos porque hemos firmado un contrato con plena aceptación. Y regresamos porque confirmamos otro contrato.

También indica Saúl que nuestro círculo de llegada es similar al que hemos dejado anteriormente. Y lo niego. El universo es infinito. La naturaleza es ilimitada. La multitud nunca será concreta si la observas.

Miro el teléfono. Un síntoma quema las entrañas, creo que ha ocurrido algo en casa. Suena el teléfono. Ha ocurrido algo en casa.

Amo la vida, la vida elegida, en el contrato, en la reencarnación. Todo está firmado. Si no quieres venir, qué haces con nosotros.




CUARENTA Y CUATRO


Nuestro objetivo es una meta inmensa aún por descubrir. Disponemos de la vida para ello, del día y de la noche.

A menudo, cuando ha fallecido un ser querido, sentimos muy cerca a los ausentes. Incluso podemos verlos, tocarlos, olerlos, sentirlos dentro de nosotros. Son las erróneas presencias. Recibimos y entregamos tanto amor con ellos que permanecen en nosotros durante toda nuestra existencia. Pero no son, ellos no están.

Tampoco son confuso laberinto. En este caso adoptan la forma física de esos seres pero sus almas son diferentes.

El tránsito posee dos etapas. Antes de fallecer permanecemos en la tierra unos 500 días preparando la marcha. Cuando morimos nuestro tránsito hasta la reencarnación también será de otros 500 días. A partir de ese momento nuestra misión consiste en descubrir esa reencarnación del ser querido.


Muy extrañamente la reencarnación se produce en nuestro entorno más cercano, es lo inusual. Hay que buscar, dejarse llevar por el sentido común de la indolencia. Ayudan las sombras y el ángel negro. Pero solo los elegidos lo consiguen. El engaño de las sombras es la pista, no lo olvides.


Javier Sánchez Menéndez. Libro de los indolentes (sobre la poesía). Editorial Plaza y Valdés. 2015

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