Adopto el
lenguaje
protocolar,
hipócrita, grandilocuente necesario
para
retrasar mi partida.
Escribo
cartas
con
ruegos y súplicas ilustrísimas
que
agujerean el papel.
Inicio
un vía crucis de funcionarios ineptos,
mordiéndome
el insulto a cada paso
para
no hacerles perder la compostura.
Desoriento
el calendario.
Reorganizo
la cartografía.
Me
ato a tus sábanas.
Espero.
Espero.
Espero
siempre
una respuesta
en
la que confirmen que tus ojos
no
van a dejar
de
devorarme
ni
un solo día.
Yolanda Ortiz. Manotazos en el aire. Ed. Baile del Sol, 2016
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