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lunes, 7 de marzo de 2016

2 poemas de MANOTAZOS EN EL AIRE de YOLANDA ORTIZ



Viorica Balenescu I

somos un clan
un grupo
una comunidad
acabamos de llegar y estamos
dispuestos
a sobrevivir
a costa de lo que sea.

ocupan la acera
con sus cuerpos curvados por el peso del hambre
su rabia manchando
balcones, farolas, la mirada de los niños
como una marea negra
que crece
que crece
cansados
de tanta vida escupen
hoy
por un trozo más.

Andrei, un acordeón.
Nedelcu, un arma escondida entre jirones.
Raluca, vieja y enferma, boca podrida que desprende
un hedor insoportable.
[Clava sus uñas en el corazón del transeúnte y se aproxima
despacio
hacia  su rostro].
Radu, el más joven, los labios prominentes y el cerebro tibio
como un pájaro enfermo.

Viorica Balanescu
es hermosa
con toda la intemperie posada sobre su piel
reseca y encallecida,
con su pelo rubio
recogido en un moño que deja limpia
una frente hambrienta de besos.

Siempre camina muy cerca de un hombre
tendiéndole una trampa a cada paso.
Su falda barata dibuja
la silueta perfecta de su culo.
Su boca,
con una gota de saliva prendida de la comisura, oscila
entre la lascivia y la espera, sus ojos
azules son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme.

A veces se postra
con sus palmas extendidas,
una sonrisa oculta en el pecho y el asco,
ante supermercados e iglesias, a las puertas
de nuestra piedad infinita.

Los hombres miran su belleza sucia
derramada por el suelo y desearían
meterle la polla
muy despacio
en la boca
y agitarla
de su pelo rubio hasta correrse.

En su lengua permanece el sabor del semen y sonríe, sabe
que su rencor es más ácido, tan duro
que los haría vomitar
si lo hundiera en sus bocas.



Viorica Balenescu II

Sus ojos son
la boca de un pozo
al que me da pánico asomarme
oscuro
oscuro y profundo,
con agua pestilente en el fondo:

siete
siete veces me violaron
la primera
a los 12 años
fue mi padre

la segunda a los 15
fue uno de los vecinos con los que vivíamos
apiñados
promiscuos
sucios
se metió bajo mi manta
me tapó la boca
me folló por el culo

el resto
clientes

cuántas
cuántas veces he bajado la cabeza
he devorado el pedazo de mierda que os sobraba
me he mordido los labios hasta hacerlos reventar
he caminado
con una soledad inmensa en el vientre
cuántos
cuántos fetos
he abandonado en basureros urinarios públicos
cuántos cuerpos muertos he visto
feliz

feliz de que no fuera el mío 



Yolanda Ortiz. Manotazos en el aire. Ed. Baile del Sol, 2016




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