Tamman Azzan
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son
los besos verdaderos los que se dan los traidores / los que
electrifican lo dormido / con el jugo de los miembros amputados de
animales descompuestos sobre el puente
que
se tiende entre sus bocas / y el aliento cruzando por debajo de sus
ojos como niebla cobriza / y
la lengua es un río desbordado que nunca llegará al mar: única
patria para las pateras repletas de las personas que se aman
/ eres
un sapo sin princesa
dice
los
besos espesos como lacre que sellan los sobres del dinero
y
el beso en el anillo ensartado sobre el dedo índice para que alguien
rendido a sus pies lo bese y
así ese mismo dedo le señale a la hora del salvamento
las
orondas mejillas que esperan entre cremas un beso un lengüetazo o lo
que sea o
en
cambio la
piel curtida de quien necesita que alguien acaricie su monedero de
piel mientras le pide que le bese la entrepierna / no
llegaré a tanto
dice
el
beso rancio del viejo sin dientes con la bragueta abierta el beso
negro de la que quiere reparar con su rosada espátula todos los
agujeros de los cuerpos el beso secreto guardado en la sala de
contadores de un complejo de viviendas vacías los largos besos en
blanco y negro de aquellas películas antes de que viniera la censura
/ venga,
dame un beso de esos
dice
el
beso oxidado como gajos de fruta a la espera del mordisco
el
santuario de los besos malgastados a los pies de la patrona el beso
lánguido sobre la piel fría de los muertos el beso abierto a la
lengua como una roja amapola se abre a la libación de la noche /
pero
entre miles de besos / solo uno tengo / éste que te ofrezco / el
beso venenoso de quien odia con toda su boca a su enemigo / bésame
pues, ya le daré yo su gallo a Asclepio dice
David Trashumante. Apenas. Ya lo dijo Casimiro Parker, 2018.
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