NOCHES
A SOLAS CON LOS AMIGOS DE ANTES
Te
juro que de noche vienen a verme todos
aquellos que he engañado a lo largo del tiempo.
Me miran con los ojos terribles de tristeza,
seguro que no saben que me alegro de verles.
Mis amigos y víctimas. No es tan malo en el fondo
estar aquí sentado recibiendo visitas.
Mis víctimas de cuando y por qué. Si pudiera
yo les explicaría que no soy responsable.
Con la noche muy alta oigo lejos los trenes
y a menudo me pierdo en las luces del fondo.
Una ventana sola, con una luz muy triste,
me distrae un momento con preguntas absurdas.
Quién vela en ese cuarto y si vendrán a verle
fantasmas de los vivos que tratamos un día;
también estos -me digo- le recordarán hechos
del pasado, secretos, graves conversaciones
de adolescentes, sombras de una tarde de sol
con adornos de fiesta y una banda tocando,
o un café en una vieja cafetería del centro,
copas a medianoche, gente que dice cosas...
Darán otras versiones, cambiarán un detalle.
Él se esfuerza en hacerles comprender que no siempre
varios puntos de vista vienen a coincidir,
pero con un esfuerzo, de buena fe podríamos
situar el contexto y ponernos de acuerdo
en lo más esencial.
Pero ellos me responden
que es demasiado tarde para pasar por alto
tantas malas jugadas como he hecho en mi vida,
las pequeñas traiciones, las infidelidades,
y con razón me dicen que, si soy inocente,
por qué les dejo franco el paso de mi cuarto,
y preguntan si tengo la conciencia tranquila.
Y te juro que entonces ya no sé contestar
y aventuro tardías disculpas que no escuchan.
Empiezan a dar mueras para matarme poco
de esas muertes pequeñas que causan tanto daño,
y me quedo pequeño yo también y desnudo
y en mi rincón de siempre me abrazo a mis rodillas
sin encontrar tu mano para apretarla fuerte
mientras llueven los golpes, y te llamo, te llamo,
dónde estarás tú sola con tus propios fantasmas.
Algunas noches vienen a visitarme todas
las personas que he amado a lo largo del tiempo.
Ojalá que una noche me encontrasen dormido.
No querrían entonces que yo les visitase.
aquellos que he engañado a lo largo del tiempo.
Me miran con los ojos terribles de tristeza,
seguro que no saben que me alegro de verles.
Mis amigos y víctimas. No es tan malo en el fondo
estar aquí sentado recibiendo visitas.
Mis víctimas de cuando y por qué. Si pudiera
yo les explicaría que no soy responsable.
Con la noche muy alta oigo lejos los trenes
y a menudo me pierdo en las luces del fondo.
Una ventana sola, con una luz muy triste,
me distrae un momento con preguntas absurdas.
Quién vela en ese cuarto y si vendrán a verle
fantasmas de los vivos que tratamos un día;
también estos -me digo- le recordarán hechos
del pasado, secretos, graves conversaciones
de adolescentes, sombras de una tarde de sol
con adornos de fiesta y una banda tocando,
o un café en una vieja cafetería del centro,
copas a medianoche, gente que dice cosas...
Darán otras versiones, cambiarán un detalle.
Él se esfuerza en hacerles comprender que no siempre
varios puntos de vista vienen a coincidir,
pero con un esfuerzo, de buena fe podríamos
situar el contexto y ponernos de acuerdo
en lo más esencial.
Pero ellos me responden
que es demasiado tarde para pasar por alto
tantas malas jugadas como he hecho en mi vida,
las pequeñas traiciones, las infidelidades,
y con razón me dicen que, si soy inocente,
por qué les dejo franco el paso de mi cuarto,
y preguntan si tengo la conciencia tranquila.
Y te juro que entonces ya no sé contestar
y aventuro tardías disculpas que no escuchan.
Empiezan a dar mueras para matarme poco
de esas muertes pequeñas que causan tanto daño,
y me quedo pequeño yo también y desnudo
y en mi rincón de siempre me abrazo a mis rodillas
sin encontrar tu mano para apretarla fuerte
mientras llueven los golpes, y te llamo, te llamo,
dónde estarás tú sola con tus propios fantasmas.
Algunas noches vienen a visitarme todas
las personas que he amado a lo largo del tiempo.
Ojalá que una noche me encontrasen dormido.
No querrían entonces que yo les visitase.
RIMBAUD
Yo
no quiero ser yo. La vida entera
la
gasté en reinventarme, como un fénix doméstico.
Me
fui sobreviviendo como pude.
Yo
no sé quién soy yo. Tal vez la máscara
debajo
de la cara. La pregunta.
Yo
no pude ser yo. Y el minucioso
trabajo
de vivir sin heroismo se quedó para otros.
La
verdad es la triste descripción del secreto.
No
quise ser verdad. Quiero ser Nadie.
EXTRAVIADOS
Hemos
estado siempre aquí.
Nunca
ha habido otro tiempo ni otro espacio.
Una
mañana el aire
estaba
como virgen, intocado
por
la mano del dios, y comprendimos:
nunca
llegamos, nunca nos iremos.
Una
rueda perfecta, si esto fuera una rueda.
Una
prisión perfecta, si fuera una prisión.
¿Y
por qué iban a ser las cosas de otro modo?
Ellos
nos miran pero no nos ven.
Se
diría que esperan algo que va a ocurrir.
Nunca
ha ocurrido nada
y
nada va a ocurrir. Permanecemos.
Ha
de haber un milagro en todo esto.
O
mejor nos dejamos de milagros.
Aflicción,
no nos dejes
ahora
que sabemos lo que somos.
Aflicción:
nuestra última certeza
cuando
ya no nos quedan más certezas.
José Luis Piquero. 50 poemas. Antología personal (1984-2014). Ed. La isla de Siltolá. 2014
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