Empiezo desde hace un
tiempo
a abrir los días contando lo que no sé.
Cada instante es un no sé cómo será el siguiente.
Como una funambulista me ocupo solamente
del paso que estoy dando.
No pienso en el que di
no reconozco los tendones que se tensarán
con el paso que llega después
del que justo percibo: talón, planta, puntera…
No sé tampoco si llegará el aire
a llenar mis pulmones arrugados
en ese instante de zozobra,
ni si latirán, ventrículo-aurícula
cuando alce las alas equilibrando
un cuerpo del que tampoco sé.
No sé si el universo percibe mi temor o mi alegría,
si sabe que hace tiempo abro los días y busco
ese intervalo que existe entre un pensamiento y el
siguiente.
Me preparo para nacer
de nuevo.
Me encojo todo lo posible para caber
por el canal del parto y sufrir menos.
Ya no soy tan flexible y tengo miedo.
Ya estuve allí más veces y sé del golpe,
del primer aliento fétido del mundo,
del grito a la recién llegada del magistral silencio
donde tiene el nido la perfección.
Tiemblo con los ojos cerrados.
Begoña Abad.
En RESURGENCIAS: 35 MANERAS DE MANAR. Las Noches de LUPI en Moguer. Voces del Extremo.
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