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Treinta años en
Montdevergues
dando vueltas con tu silla a
rastras
por el patio del manicomio
Camille Camille Claudel
mientras las puertas de tu
infierno
se abren paso
en todos los salones de
París
treinta años recluida
por tu hermano y tu madre
en penitencia minuciosa
cuándo vendrá?
vendrá?
ya no vendrá?
enemiga del ámbar
en el que te querían
fosilizada
- eterna alumna amante
eterna
musa material inerte -
te empeñabas en esculpirte
para sacarte otra luz
y mostrar otra verdad
prisionera a golpes
esculpida
Camille Camille Claudel
con tu obra encerrada para
siempre
en tu biografía
dirán que fue la pasión
quien moldeó tu arcilla
que los celos empuñaron el
cincel
que el yeso vomitó tanto
abandono
y si hablamos de él
del gran maestro de la
escultura
entonces entonces
la habilidad para ver más
allá
entonces la condición humana
los efectos de la luz
la fuerza de lo inacabado
para él la ruptura del canon
para ti Montdevergues
pero quién rompió todos los
cánones?
de quién la proliferación
de planos? de quién
la radical innovación el
viaje interior?
Camille Camille Claudel
la vida abortada
la silla a rastras por el
patio
el escoplo con el que
sajarte el alma
el silencio sin la piedra y
el barro
todos los días treinta años
esperando
Camille
una fosa sin nombre
...//...
10
La frivolidad de Olympe de Gouges,
al
subir los peldaños de la guillotina que le cortó la cabeza con tanta sensatez,
la
sumisión de Louise Michel,
enarbolando
la bandera negra en las barricadas de París frente a tanta rebeldía de
políticos y militares de Versalles,
la
debilidad de Rosa Parks,
cuando
se negó a ceder su asiento al hombre blanco que con tanta fortaleza le exigía
que ocupara la parte trasera del autobús,
el
conservadurismo de Anne Lister,
que
en la primera mitad del siglo XIX vivió con su esposa a la vista de todo el
mundo para escándalo de tanto progresismo industrial y bienpensante,
la
fragilidad de Noe Itō,
detenida
y asesinada a golpes por la policía japonesa que con tanta entereza la arrojó
luego a un pozo junto a su compañero y su sobrino de apenas 6 años,
la
simpleza de Hildegarda de Bingen,
mística, teóloga,
naturalista, médica, compositora, creadora de la primera lengua artificial,
poeta, que asombró a tanta inteligencia escolástica y seglar,
la
pasividad de Alexandra David-Néel,
que, frente a tanto
dinamismo de salón, prefirió marcharse a marchitarse y entró en la ciudad
prohibida del Tibet,
la
envidia de Elisabeth Eidenbenz,
que
ayudó a dar a luz en la Maternidad de Elna a cientos de mujeres refugiadas y
combatió tanta generosidad de los gobiernos aliados.
Amalia
García Fuertes y Conrado Santamaría. Ya
no bebo más agua de tu tinaja, 2018.
Gracias, Antonio. Neguémonos siempre a beber el agua emponzoñada que nos ofrecen en la tinaja de la opresión y la desigualdad y busquemos manantiales limpios donde compartir la vida.
ResponderEliminarSalud y un abrazo.
Amalia y Conrado