Casandra
Nos maldicen a nosotras
mujeres previsoras que ven
el desastre antes de que suceda.
Y a pesar que acontece
todo aquello que advertimos
seguiremos siendo malditas
y nunca se nos escuchará.
Yo dije que lo mataran
que tanta belleza solo
traería problemas a la casa de Príamo
y mi padre me miro con ternura
como si de repente su perro favorito
hubiera ehcho un truco complicado.
Después que decir,
todo fue ruinas, fuego y caballos
las suertes estaban echadas
mucho antes de que los hombres
se pusieran a elegir mujeres.
Me tocó ser esclava de un mal amo
yo que no quise entregar mi virginidad
se me fue arrebatada
y la vida me huyó en unos baños
que no me estaban destinados.
Todo eso lo vi en ese bebé
que rollizo me miraba, ojos azul cielo,
todo porque un dios se empeño
en gozar de mi lecho
encaprichado al verme en el templo
(templo para conservar mis votos)
y yo me negué, (como me hubiera negado a otro).
Él me maldijo con la visión
y dejo que mi feminidad hiciera el resto.
Argos
Yo
fui un perro feliz
tuve
suerte en mi nacimiento
dueño
era de un palacio
aquel
que me alimentaba;
se
caso con la mujer amada
y me
dieron su cachorro
como
compañero de juegos.
Pasamos
tiempos felices
en
una casa con una habitación
en
la que crecía un árbol
pero
pronto comenzaron los problemas:
llegó
un emisario con noticias
de
un juramento hecho largo tiempo
por
la belleza sin bridas
de
una mujer, - pérfidos ojos- .
Mi
dueño se hizo el loco,
¡lo
vi sembrar de sal
los
mejores campos de olivos!
Suerte
que salvó a mi amiguito,
eso
nunca se lo hubiera perdonado.
Y
tuvo que partir a una guerra
que
nunca tuvo razón de ser
más
que el enrriquecimiento de unos pocos.
Hubo
lloros tiempo después
la
ama y el niño andaban
como
mis compañeros
cuando
les quitan las cadenas.
Pero
después de largo tiempo
vinieron
hombres de otras tierras
y
volvió la algarabía a la casa,
volvía
a estar la comida
en
manos generosas conmigo.
Fui
un perro feliz,
partí
un día mirando el mar
esperando
a mi dueño...
pero...
esperad un momento,
¿de
verdad creeis que un perro
viviría
veinte años esperando
a
ese pequeño bastardo?
Hécuba
Malditos
los dioses
que
permitieron la caída
de
la casa de Príamo;
malditos
los que permitieron
la
muerte de todos mis hijos.
Podéis
comprender mi dolor,
aquellos
que teniéndolo todo
hijos,
riqueza, un pueblo que me quería
se
lo arrebataron, por un capricho.
Mi
última esperanza
estaba
en un reino lejano
pero
otra vez la tirada
salió
adversa para mi casa.
Y
perdí a mi pequeño
hombre
que podía vengarnos.
(Hasta
al diminuto Escamandrio
lo
defenestraron por las murallas
que
estaba en su destino que dominara)
Comprenderéis
entonces mi venganza,
los
alaridos, mi violencia;
no
comprendo mi castigo,
yo,
habiendo sido reina,
ahora
transformada en animal
destinado
a una casa
que
ya nadie guarda.
¡Malditos
los hados que me llevaron hasta aquí!
Un
momento...
¿Por
qué maldigo a los dioses,
al
destino, las suertes, los hados
si
los culpables de todo esto
fueron
hombres de carne y hueso,
ávaros,
codiciosos, asesinos?
Polixenia
Desde
que nací supe
mi
sitio en el mundo,
lo
vi en mi madre,
en
como mis hermanas
elegían
su cárcel:
un
templo, una casa,
el
geneceo siempre lleno...
Por
lo menos, tuve suerte,
mi
sangre me libraba
del
prostíbulo y la esclavitud
hasta
que llego mi hermanito
con
esa mujer, bella perdición
y
todo cambió para nosotras.
Ví
como uno a uno
morían
nuestros hombres
desde
las altas almenas;
ninguna
opción de defensa
para
las mujeres troyanas
más
que las plegarias
a
dioses caprichosos.
Al
final, nada teníamos,
se
desnudó la pérfida
y
ella fue perdonada,
nosotras,
repartidas.
"¿Qué
destino le esperaría
a
esta pequeña princesa?"
Nuestra
cabeza se llenaba
de
posibles cárceles de oro.
Agradecí
el cuchillo
que
me rebanó el cuello
frente
a la tumba de Aquiles;
por
lo menos, así,
sería
libre.
Clara Arrregui
No hay comentarios:
Publicar un comentario