LA BELLEZA DEL MARIDO
(Anne Carson)
De contar nuestra historia,
me dije, debes ser honesto, ser
indulgente
en la medida en que esta
también es suya, la mitad que nadie
va a contar, la mitad de cada línea
que ahora duerme en otro cuarto
de otro poema de otro libro.
De hacerlo, dije, inventa un
nombre,
una ciudad, escribe en la tercera
persona de los cuentos,
una distancia, dije, que te sea
si no un peso liviano al menos
una carga que puedas soportar,
sé indulgente con ella, dale el
aura
de la inocencia, di que al menos
no supo lo que hacía.
CANCIÓN DE LOS CONTRARIOS
Nada da aquello es más verdad que
el pasmo
de su mentira. Al fin la casa se
cerró.
El abandono abrió de par en par
un tiempo extraño. Yo iba
recogiendo
los frutos de una siembra estéril.
Hacía tiempo que los ojos
renunciaron
a ver. Las manos escarbaban
en un erial, en un baldío informe.
O tal vez no, y la historia fue
sencilla
y llanamente un vendaval donde las
partes
ya no fueron un todo.
Y cómo no sentirse vulnerable,
cuando la primavera desbarata
los planes del verano venidero
y el verdor de unos tallos se
malogra.
Qué poco pesan nuestras decisiones.
En el fondo tan solo celebramos
el mañana de un todo que es
incierto
y que la propia nada olvidará
en una casa a las afueras del
poema.
HABITACIÓN DE HOTEL
Imagina un paisaje sórdido,
una calle de extraños ventanales,
de ojos oblicuos.
Piensa en Edward Hopper,
en una luz marina, en una carta.
La esperanza no tiene otras premisas:
nace como una flor,
como una flor se pudre.
*
Estás leyendo La belleza del marido
de Anne Carson,
y anotas para
un libro cosas sueltas,
frases, ideas,
por ejemplo:
“Su telegrama (al día siguiente) decía
Pero no llores por favor
nada más.
Cinco palabras por un dólar.”
O el título del
tango séptimo:
“PERO PARA HONRAR A LA VERDAD QUE ES LLANA Y
DIVINA
Y VIVE ENTRE LOS DIOSES DEBEMOS (CON PLATÓN)
INVITAR A BAILAR A LA MENTIRA
QUE VIVE ALLÍ ABAJO
ENTRE LA MASA DE LOS SERES
HUMANOS TRÁGICOS Y TOSCOS”
Aquí has dejado el lápiz,
son tantas las palabras que podrías
subrayar: “La primera.
Hay algo de filo nuevo y ardiente en la
primera infidelidad conyugal.
Taxis para arriba y para abajo.
Lágrimas.
Grietas en la pared que recibe el golpe.
Luces encendidas hasta altas horas de la
noche.
No puedo vivir sin ella.
Ella, la palabra que estalla.
Luces todavía encendidas de mañana.”
O cuando lees,
casi al final
del libro:
“Esperando el futuro y a los dioses,
marido y mujer descansaron,
como descansan los jugadores transgrediendo
las reglas de juego,
si fuera un juego, si conocieran las reglas,
y
lo era y las conocían”.
**
(Variación
sobre el final de un poema de Anne Carson)
Si esto fuera una enfermedad.
Si esto no fuera una enfermedad.
Y lo era.
Y no lo era.
Y estábamos.
Y no estábamos
enfermos.
CANCIÓN DEL SOLAR EN OBRAS
Ahora anidan los vencejos en el ala
de los andamios,
crece la madreselva entre las
vallas
de la publicidad.
Miras absorto el alba,
el ajetreo del mercado
en las proximidades.
¿Qué te deparará este día?
¿Qué nueva y venturosa construcción
anidará en el solar?
¿Quién te amará que no seas tú
mismo?
DE
AQUELLAS FLORES DE CEREZO…
De aquellas flores de cerezo
tan solo quedan las palabras,
negras esquirlas sobre el blanco oblicuo
de la verdad.
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