En España, las diez horas de jornada laboral
se ríen del Estatuto de los Trabajadores,
pero
transcurridas,
los obreros salen de los tajos,
suben a sus coches,
entran en los bares,
llegan a casa,
besan a sus hijos,
encienden la televisión,
y se enfrían,
se enfrían,
se enfrían.
Antonio Orihuela. El tiempo de la alambradas. Ed. Pregunta. 2016
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