TIENE EL PAÍS, EL MUNDO, ABC, pero sobre todo LA RAZÓN
Mariano Rajoy cuando dice que sin Irak y sin Prestige no somos nada.
Porque nada somos si aquí
ya no hay costumbre
de convocar manifestaciones por 16.000 trabajadores
que se van a quedar en el paro
-para qué voy a ir si a mí lo mismo no me echan-
mientras Antena 3 y Telefónica
triplican los beneficios empresariales del año anterior.
Nada somos
porque aquí ya no hay costumbre de dejar de ir a votar
cuando nos llaman, cada cuatro años,
para elegir la remodelación del circo.
Nada somos
porque no hay costumbre de arrojar los ladrillos a los especuladores,
a los políticos y a los bancos,
ya que con ellos no puede uno hacerse una casa.
Nada somos porque no tenemos costumbre de ganar.
Tenemos toda la tradición en pérdidas
y claro, así, quién mueve ficha.
Solo hay que ver a los de enfrente,
arrimándose cadáveres a las costas para poder pasar,
a los de más allá, que por un quítame esos pozos
te mandan a Therminator
con un cursillo de democracia y autoayuda en tres semanas
que quita, literalmente, el sentido.
Solo hay que ver dentro de cada casa
como un modelo de sociedad
se debate entre Rosa de Eurovisión y Leticia de Borbón,
echarte un novio o ser la novia de España,
porque el resto es resto,
siervos siempre por manumitir atados de hipoteca y corbata
y esa falta de costumbre, de práctica de la libertad,
sobre todo ahora
que ya somos un país de primera división,
que ya no somos simpáticos,
que tenemos hasta nuestros propios criminales de guerra
sueltos.
Antonio Orihuela
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