Zaragoza, un policía mata a un hombre de 34 años.
“Intenta huir en su coche, hay dos policías en la ventanilla derecha del
coche y otro en la ventanilla izquierda... el hombre abrió violentamente
la puerta y golpeo el arma del agente que estaba junto a ella. Fue
entonces cuando se produjo el disparo fortuito que le alcanzó el tórax y
acabó con su vida”.
Punta Umbría (Huelva), muerte natural de un joven de 23 años.
“El detenido agredió al guardia, preso de un fuerte estado de
nerviosismo. El médico de guardia suministró posteriormente, un
tranquilizante al detenido. Al día siguiente aparece muerto en el catre
del calabozo. Informe forense: muerte natural, posiblemente por
reacción adversa a tóxicos”.
Melilla, muere un joven de 19 años.
“El agente recibe una piedra en la sien que le hace perder el control del
arma”.
Cuenca, joven de 20 años
“A un guardia civil se le disparó el arma reglamentaria. La bala
impactó en una piedra del suelo donde quedó aplastada, la piedra
impactada se fragmentó en varias esquirlas y una de ellas alcanzó al
joven bajo la clavícula. La esquirla le interesó el corazón. El joven
falleció a las pocas horas”.
(*) (El texto ha sido compuesto con noticias extraídas de EL PAÍS referentes a
sumarios y comunicaciones policiales a la prensa diaria durante el año 2002)
Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. Ruleta rusa, 2017
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