CONTEMPLAR
Aquello que se asume prestado (la admiración, el
homenaje) se agradece, se reconoce, la virtud se aquista. El fin es la asimilación, pero también es la
ocultación. Respeto, hablabas de respeto y sonaba la música de alguien. Seguro
que era un clásico, un soberano, un poeta.
Amamos lo que podemos contemplar; imaginar y recordar
se superponen y confunden. Impresión y expresión.
Todo lo que nos hiere es recibido con los brazos
abiertos. Respeto. Respiras varias veces. Observas las nubes, los pájaros, los
árboles. Las naranjas están muy lejos, es complicado que puedas encontrarlas.
Y ocurrió un día que la razón y la palabra
intervinieron en todos los negocios florecientes, e hicieron justicia. La mutua
repercusión de las frutas.
En el centro, en la azotea de Moguer, buscando los
anillos. Mientras paseaba con la nube que tiene forma de poema alejandrino y
escuchaba a la tía Juana, aprendí que el respeto es la base de la razón y de la
palabra. El respeto es veneración, pero también deferencia. Abandonamos la
soberbia, la ostentación, son necias.
El respeto es dulzura.
LA PRIMERA
FASE
La dificultad consiste en saber determinar una
fecha o un verso que refleje el problema, el proceso. Hay una firme impresión
que otorga voluntades. Como si hubiera vivido en otro tiempo. Es probable que
escribiera con considerables repeticiones, errores que vincularan a Simplicio.
En el fondo, error es aprendizaje.
La naturaleza se fundamenta en infinitas
proposiciones, dos de ellas son la teoría y la razón. La teoría es
interpretada, la razón es la palabra. Primero la palabra poética la reflejó, la
honró, la divinizó, la amó. Luego la palabra teórica (a veces mestizada con la
poesía) la estudió (Aristóteles, Newton, Kant, Einstein, Nietzsche). Es necesario
reinterpretar, crear, hacer, seguir haciendo, seguir reflejando la armonía de
la naturaleza, o el rugido inarmónico de lo antinatural, del fracaso de las civilizaciones.
La armonía sustenta lo que es probable y lo que es posible, porque es razón, es
ratio.
No sé determinar todavía. Visito a las certezas,
a las dudas, a los misterios. A veces encomiendo las reacciones a Rilke, y a
Novalis lo observo pleno de luz, de claridad, de asiento. Y el asiento es cordura,
es madurez, es gracia. Nunca fui ni seré.
En la primera fase solo veo los sistemas. Y sí,
esta vida es muy corta. La mezcla original de la naturaleza nos tiene
confinados. Dudas de los paisajes, tocas el árbol ancho, y a los pájaros hablo
para entablar razones. La razón y la palabra poseen mezclas de opuestos, unidades,
magnitudes, cuerpos poco compactos
que no escriben poesía.
Observo desde la azotea la forma de mover tus manos
y acaricio los argumentos. Nadie se debería cansar de la consustancialidad que
existe entre el pájaro bello y la encina. Esa mente conoce todas las cosas, los
versos, lo denso y lo difuso. El cuaderno marrón está vacío. ¿Cómo girará la vida?
El movimiento debe ser explicado. La realidad se
lucha, es inmensa y consecuente, como lo son los versos. La azotea de Moguer no
mide más de quince metros. Tiene una baranda fría y una arqueta en el centro
donde perdí el anillo. Tiene el conocimiento poder, el mayor poder, dijo
Anaxágoras. Tiene la violencia el mayor poder.
FOTOGRAFÍAS
Para los presocráticos la búsqueda era el origen
de lo que podía haber sido. He tardado muchos años en encontrar la foto de la
tía Juana en el patio de Marqués de Comillas, en Puerto Real. Tras el reciente
fallecimiento de mi madre y los angustiosos momentos que uno debe aliviar con los
recuerdos, apareció una foto. De 1967. Con la tía Juana en su patio. Unas
semanas antes de la boda que tanto me aprisiona.
Encontré a la tía Juana muchos años después en un
autobús de línea. Ya había fallecido. Hablé con ella largamente, tal vez
intentaba que recordara algo de nuestra historia, pero no pude. Era Juana, pero
ya no era Juana. Es el confuso
laberinto de la verdad y su
honra.
Ahora busco la foto de hizo José Antonio, el
restaurador de imágenes sacramentales, en la azotea de Moguer. El patio de 1967
y la azotea de Moguer son los ángeles negros que visitan mi sombra cada día.
Hay una tercera foto en mi histeriagrafía. La que hizo Nacho en Roma a principios de los
años ochenta. Pero esa foto la tengo, la aprieto junto al pecho todas las
mañanas. Es la naturaleza.
Javier Sánchez Menéndez. Sobre la Naturaleza. Ed. Libros de la Frontera. 2023
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