Esta
Hoja del Baobab número 75 se abre con una cita de Mijail Bajtin:
«En una forma sensorial y vivida entre
realidad y juego, la carnavalización literaria plantea un nuevo modo de
relaciones que se opone a las relaciones jerárquicas y todopoderosas de la vida
cotidiana. El comportamiento, el gesto y la palabra del hombre se liberan del
poder de toda situación jerárquica, volviéndose excéntricos e importunos».
Desde
el punto de vista del canon literario, La
Ubertiada quiere mostrar un proceso de carnavalización. Ha ocurrido desde
siempre. Cuando la poesía está agotada, o cuando la poesía cae en manos de
ciertos creadores que no tienen más remedio –para sobrevivir- que desacralizar
la poesía, se produce el ritual de inversión, entra en juego el mundo al revés
y la poesía puede resultar regenerada por nutrirse de su propia cara oculta.
Lope
de Vega, por ejemplo, para parodiar el automatismo, el perfil rancio y los
extravíos y exageraciones de la épica heroico-patética de su tiempo, escribe La Gatomaquia (1634), un extenso poema
en silvas que canta las hazañas y los turbulentos amores de Zapaquilda y
Micifuf y las perversas artes de su antagonista, Marramaquiz.
Estaba sobre un
alto caballete
de un tejado
sentada
la bella
Zapaquilda al fresco viento,
lamiéndose la
cola y el copete,
tan fruncida y
mirlada
como si fuera
gata de convento.
Ya que lavada
estuvo,
y con las manos,
que lamidas tuvo,
de su ropa de
martas aliñada,
cantó un soneto
en voz medio formada
en la arteria
vocal, con tanta gracia
como pudiera el
músico de Tracia;
de suerte que,
cualquiera que la oyera,
que era solfa
gatuna conociera,
con algunos
cromáticos disones,
que se daban al
diablo los ratones.
Ocurre
con Quevedo que, empeñado en la irreverencia ante la sublime mitología,
convierte la persecución apasionada de Apolo tras de Dafne en un encuentro
entre un rijoso y una frígida, y a la heroica corona de laurel en salsa de
escabeche:
Tras vos un Alquimista
va corriendo,
Dafne, que
llaman Sol ¿y vos, tan cruda?
Vos os volvéis
murciégalo sin duda,
Pues vais del
Sol y de la luz huyendo.
Él os quiere
gozar a lo que entiendo
Si os coge en
esta selva tosca y ruda,
Su aljaba suena,
está su bolsa muda,
El perro, pues
no ladra, está muriendo.
Buhonero de
signos y Planetas,
Viene haciendo
ademanes y figuras
Cargado de
bochornos y Cometas.»
Esto la dije, y
en cortezas duras
De Laurel se
ingirió contra sus tretas,
Y en escabeche
el Sol se quedó a oscuras.
Ocurre,
también con Quevedo, cuando el autor utiliza el código jurídico de las
premáticas para desacralizarlo, para proceder a una desautomatización, y dictar
así órdenes no contra el que delinque, sino contra el que resulta sencillamente
impresentable:
Los
que, sonándose las narices, en bajando el lienzo lo miran con mucho espacio,
como si les hubiese salido perlas dellas y las quisieran poner en cobro,
condenámoslos y que, cada vez que incurrieren en ello, den una limosna para el
hospital de los incurables, porque nunca falte quien haga otro tanto por ellos.
Mandamos
que ninguno llame ayuno, devoción o templanza lo que verdaderamente fuere
hambre y no poder más.
Ocurre
con los espejos deformantes del Callejón del Gato, de Valle-Inclán; con las
greguerías de Ramón, con ese brillante discurso titulado El orador en el que Gómez de la Serna nos guía sobre las virtudes
del monóculo sin cristal y sobre la importancia de la mano en el arte de la
oratoria; con los Crímenes ejemplares
de Max Aub («Fe de erratas: donde dice “la maté porque era mía” debe decir “la
maté porque no era mía”»); con los aerolitos de Carlos Edmundo de Ory, y con
ese texto postista y magistral que él y Chicharro titulan Retrete, no ya en alusión velada, sino en intento explícito de
destrucción del machadiano Retrato.
Ocurre, muchas veces, con la poesía de tradición oral cuando entra en el
terreno específico de lo lúdico, en el juego infantil, donde la irreverencia o
la escatología son virtudes primordiales:
Santa Catalina, cabellos de oro, /
mató a su padre porque era moro.
Santa Catalina, cabellos de plata,
/ mató a su madre porque era falsa.
Franco, Franco, que tiene el culo blanco / porque su mujer lo lava con
Ariel
La
Ubertiada es (también) un intento personal de ocupar un diminuto lugar en la
diminuta zona no hegemónica de la poesía. Diminuta pero no por ello menos
poderosa. Porque –como dice Antonio Orihuela- «la poesía puede ser un perfecto
floripondio, pero también puede ser el arma de destrucción masiva más impecable
para luchar contra la tontería consumista, el productivismo capitalista… La
poesía puede servir de autopista o de cortafuegos a los lenguajes normalizados
por el poder, depende de en qué lado queramos estar. Como cortafuegos puede
transformar el mundo, en tanto que modifica la relación imaginaria que
mantenemos con él; pero también puede naturalizar todos los horrores de este,
si somos incapaces de romper con la ideología que nos construye».
Salvando
las distancias, esa “ideología que nos construye” se comporta igual que la
memoria cultural. He escrito alguna vez que la memoria cultural es esa que nos
hace y no nos deja ser, la que manipula nuestros cuerpos, como en ese juego
infantil frente al espejo en el que el niño habla y su madre, detrás, con sus
brazos introducidos en el jersey del niño, gesticula, haciendo reír tanto al
niño que éste se queda sin palabras.
No
escribí La Ubertiada para que fuera
impresa, sino para salmodiarla. Lo impreso tiene siempre el peligro de prevalecer
como verdad, haciéndonos olvidar de ese modo que, antes que seres de escritura,
fuimos seres de oralidad, que antes de escribir cantamos, y que cuando un nuevo
diluvio –éste que ya está aquí- nos permita comenzar otra vez la vida desde una
orilla sin estrenar, solo contaremos con la voz y el oído para comunicarnos. Creo
que la poesía cortafuegos debe abusar de lo oral, ser efímera y cambiante,
dúctil, resiliente y colectiva. Por todo ello, a quien guste de hacerlo le
pediría que no respete el texto, es decir, que lo use, que lo varíe y lo adapte
según sus filias y sus fobias, que lo haga suyo y lo devuelva a la oralidad en
la medida de lo posible.
La Ubertiada
se cierra con un envío o remate. Me he tomado esa libertad y he tenido ese
último atrevimiento: el de imitar esos versos finales con que los trovadores
clausuraban sus canciones para hacer explícito a quién estaban dirigidas y para
revelar su nombre. E imitar, sobre todo, ese envío que Garcilaso pospone a su
canción III, donde declara su voluntad de que la canción no se le muera en la
boca, dicho esto desde un destierro que lo tenía “preso y forzado y solo en
tierra ajena”.
Yo
estaba presa y forzada y sola en tierra ajena en la primavera de 2021, cuando
Gema Estudillo me telefoneó para invitarme –en nombre de Uberto Stabile- a
participar en EDITA. Andaba por Tras-os-montes, la tierra más pobre y más
silenciosa de Portugal, la más sagrada, acababa de visitar al Menino Jesus da
Cartolinha, en Miranda do Douro, y le había pedido un milagro: el de la alegría.
Los
versos libres, las horas diurnas en las que los poetas regalan sus días y las
horas nocturnas (y golfas) en las que los poetas regalan sus noches, las
mujeres que abandonan el bordado primoroso y doméstico para coser libros por el
sueño de ser editoras, los de la Academia Estúpida de las Artes y las Letras,
que sacan a pasear sus libros por las calles de Punta Umbría para que tomen el
aire, la acción poética como única posibilidad honrada de acción… Todo lo que
es EDITA, desde entonces, ha ido haciendo ese milagro que le pedí al Menino.
De
modo que, al cumplir EDITA en este 2023 treinta lustrosos años, no tenía más
remedio que agradecer y homenajear a Uberto, Ese Hombre. Y eso es La Ubertiada: una gatomaquia, un
aerolito, una greguería, un esperpento, una poética del escabeche, un crimen,
un sabotaje, una confianza ciega y necesaria en la poesía como arma de
destrucción masiva.
LA UBERTIADA, ROMANCE HEROICO
Santa
Madre de Valencia
María
del Desamparo
alumbra
mi entendimiento
y
suelta mi lengua un rato
lo
justo para acordarme
de
las hazañas simpar
de
este hombre que ahora canto
y
al que apasiona editar
Quiero
también invocar
a
la patrona de Huelva
Sagrada
Virgen del Carmen
por
cuya divina gracia
Uberto
dejó Valencia
Mas
seguiré los preceptos
de
la retórica antigua
y
principiaré el relato
hablando
del nacimiento
del
héroe según figura
en
escrituras antiguas
(Sí:
he repetido antigua
pero
por más que he buscado
no
encuentro rima contigua)
Lo
mismo que Lola Flores
como
los dioses de antaño
Uberto
vino a este mundo
hace
doscientos mil años
Y
tiene que ser así
porque
de ser de otro modo
no
le hubiera dado tiempo
a
publicar tanto tomo
Él
presume de ascendencia
italo-hispano-gadita
y
a lo mejor eso explica
su
carácter liberal
sus
herencias petrarquistas
su
humor (más bien caletero)
su
querencia por Conil
su
arte de hablar con los gatos
y
su vicio por salir
constantemente
de viaje
sea
noviembre o sea abril.
Yo
lo conocí de oídas
allá
por mi juventud
y
me dijeron de él
que
venía como un alud
a
renovarnos los versos
a
meté en el ataúd
la
poesía más rancia
que
nos tenía sin luz.
Porque
él es más bien de izquierdas
bolivariano
y rebelde
y
nunca tuvo empatía
con
los que hacen el pesebre…
Ya
me entienden, con aquellos
que
se dicen ser poetas
y
van vendiendo sin rumbo
su
moral a tres pesetas.
No
creo que aquí en Edita
alguno
de esos se atreva
a
poner su pie y su letra
No
vamos a transigir
con
esos falsos poetas…
Pero
retomo la senda
de
la chansón de Stabile
y
prosigo ahora contando
las
múltiples aventuras
de
este legendario bardo.
Apenas
con veinte años
ya
venir se le veía
pues
fundó una librería
(Cavallers
de Neu le puso)
inventó
una editorial
que
bautizó Malvarrosa
(hermoso
nombre de playa)
¡qué
poquito le duró!
fue
dando palos de ciego
¡Con
lo bien que le habría ido
cerca
de García Montero!
Pero
ahí no paró la cosa
fue
fundador de la Unión
de
Escritores Valencianos
y
editó a algunos poetas
unos
buenos y otros malos.
Y
un buen día se vino a Huelva…
Se
juntó con una gente
más
bien que de medio pelo
Eladio
Orta, Orihuela,
José
Blanco, Javier Seco…
que
dicen que son poetas
y
no son más que pies negros
¡Con
lo bien que te habría ido
cerca
de García Montero!
¡Ay
Uberto!, lo social,
el
comunismo, la izquierda
te
quitó dinero y fama
te
hizo perder la cabeza
Con
lo bien que te habría ido
dedicándote
a lindezas
propias
de García Montero
Menos
mal que en el amor
tuvo
Uberto mejor tino
y
a la primera cazó
a
la simpar Estudillo
Y
es que Omnia vincit amor
como
Virgilio dijera
y
a tanto llegó el amor
que
fundaron Alameda
Pero
no nos engañemos
Uberto
algo ya sabía
de
poesía femenina
y
eso nos lo demostró
con
un par… de antologías
Con
Mujeres en su tinta
hizo
un guiso colosal
y
coronando los postres
se
trajo de Portugal
un
puñado de claveles
con
olor a libertad
Y
a tanto llegó su fama
que
hasta la universidad
quiso
tener sus papeles
y
ahí al lado, en Huelva, están
los
miles de papelotes
que
Uberto pudo juntar
de
poesía alternativa
poesía
de resistencia
poesía
para obreros
poesía
y revolución
poesía
de jornaleros
poesía
necesaria
poesía
sin dinero…
¡Con
lo bien que te habría ido
cerca
de García Montero!
Pero
cesen los reproches
que
hoy es día de celebrar
el
cumpleaños de EDITA
porque
treinta es una edad
Y
en homenaje a Stabile
y
en nombre de los estultos
rimaré
en endecasílabos
algunos
versos esdrújulos
Porque
no se diga que
las
formas italianas
tienen
menos sitio aquí
que
las cuartetas hispanas
La
Estúpida Academia te saluda
Oh,
Uberto, honor de Punta Umbría
y
en once sílabas y esdrújulas te envía
un
soneto plagado de ternura
Porque
Edita es amor (tú lo sabías)
emprendiste
labor de envergadura
convocaste
a poetas sin premura
y
poetas acudieron a porfía
Pusiste
rumbo al sur en esta nave
pues
en el sur está la buena compañía
esos
que no presumen de que saben
Y
el viento que sopló nuestro velamen
fueron
siempre tu verso y tu alegría
Y
eso es amor: quien lo probó lo sabe.
Vuelvo
a invocar a los santos
para
al canto poner fin
Venga
San Vicente Mártir
buen
patrono de Valencia,
acuda
San Sebastián
de
Punta Umbría protector
y
dos ángeles custodios
acompañen
desde Huelva
a
la Virgen de la Cinta.
Júntense
todos a dar
gloria
a Uberto y a Edita
Y
no se queden con las ganas
de
aplaudir a este coplero
a
quien mejor le habría ido
cerca
de García Montero
Envío
Ésta
que escribió los versos
que
a Uberto Stabile ensalzan
no
es más que humilde aprendiza
de
los juglares que antaño
iban
por calles y plazas.
Su
amor por el Romancero,
por
el canto colectivo,
le
llevó a intentar rendir
un
homenaje a su amigo.
Porque
si Uberto dio voz
a
poetas en silencio,
justo
es que el canto oral
dedique
su voz a Uberto.
Vaya
este romance heroico
dedicado
a los poetas
que,
como él, no cayeron
jamás
en la sucia treta
de
cambiar versos por oro.
Firma
estos versos sonoros,
emocionada
y feliz,
en
julio del veintitrés,
servidora:
Chus Ruiz.
María Jesús Ruiz Fernández. La Ubertiada (romance heróico). Las Hojas del Baobab. nº 75. Cádiz.
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