[ no nos invitó a su casa
pero fuimos y nos recibió con una sonrisa sin dientes. acabábamos de tomar café con tarta,
pero nos obligó a tomar otro sin tener sed ni necesidad de amargura. nuestras
ganas le daban absolutamente igual, estábamos en su territorio y solo quería
darnos lo que tenía, desabrochar el protocolo que creía oportuno para una
sobremesa a cualquier hora. quiso estrenar con V.S. y con A.G. la nueva vajilla
que tenía guardada en el piso de al lado. llevábamos leche de soja en el bolso,
pero no nos atrevimos a presenciar cómo la bebida vegetal transgénica chorreaba
por el morro de una vaca de cerámica llena de polvo. T.J. se persignaba pidiéndole algo al
cielo y V.S. y sus manos no sabían muy bien qué escuchar, cómo decir.
tomamos el café. el polvo se quedó pegado en la nata de la leche hirviendo dentro
del cacharro con patas. poco después acabó todo. escribo sentada frente a mi
ventana bello refugio. la vecina de enfrente tiene una espuerta colgando del
techo del balcón que yo necesito mañana solo durante unas pocas horas, pero
nunca me atrevería a pedírsela, aunque sé que ella no va a utilizarla, y tendré que
conformarme con un barreño
insuficiente. sucio. aquel día y también hoy ahora
mismo me pregunto por qué]
Ana Geranios. Prometo. Fragmentos para volver a entender el mundo. Ed. Fantasma, 2023
Pedidos: edicionesfantasma@gmail.com
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