Construyeron puentes absurdos
que separan más que unen,
para sentarse en los pretiles
y esperar a los diluvios,
viendo entonces pasar los ríos,
bajo los arcos, las inundaciones.
Rareza de afectos que fluctúan
entre querencia y desprecio.
La presencia oscila. Pudiera
caernos el cielo sobre las cabezas
crepuscular, de oxidaciones.
Edificaron donde había más peligro,
paraísos de anuncio, nucleares centrales.
¿Esperan, acechanzas pueriles,
a que nada reviente?
Rostros con muecas de pánico
insinúan las oquedades.
Nadie se mueve mientras le parezca
seguro el presente, incierto el futuro
Francisco Marín Campos. Del colapso y otras ruinas. Ed. Al Margen, 2024.
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