En el espejo,
la vejez castiga a la mujer más que la muerte.
Nadie prepara a la mujer para la caída de las carnes.
La luz brilla en otra chica más joven.
Mientras todavía se mueve,
va a la costurera y le encarga subir las faldas.
Las piernas son las últimas en estropearse.
Vano intento de parar el reloj.
Las mismas lágrimas orondas a los ochenta.
La muerte de la chica en el espejo
se burla de la gorda y pobre anciana.
Cláudia Lucas Chéu. Oda triunfal al coño. Ed. Garum, 204
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