Llegaron allí como burbujas,
como encinas en la dehesa.
Antes de la comunidad.
Cada cual, en su mojón,
aleteando en su jaula.
Cada cual buscando lo suyo,
cada cual llevando lo suyo,
su infancia, su sueño, su miedo,
su trozo de pan para sí en el morral,
su pieza de pescado.
Y el maestro habla
y la electricidad de su mensaje de riesgo
pasa de cuerpo a cuerpo, cortocircuita
y se abre un hueco en la costra del ser
y se abre un ojo
y se abre un cerebro.
Y se quiebra un yo
y se alumbra un nosotros,
un plan para el yo en el nosotros
y nos cuentan que el maestro
tomó el alimento, pronunció las gracias,
lo partió y lo dio a los que allí estaban.
Y se abre el morral
y salen el pan y el pescado,
no ya para sí
sino en comunidad
y se reparte.
Y ese es el milagro,
si se reparte, hay,
si es en común, todos se sacian.
Lo más de uno por lo menos de otro.
El mismo milagro que se repite cada día,
que nos niegan cada día.
Bernardo Santos. Profunda intención. Ed. La Imprenta, 2024
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