documentos de pensamiento radical

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viernes, 20 de septiembre de 2024

FRACASAR MEJOR de JORGE RIECHMANN (fragmento VII)






 

píldoras de cianuro

 

Cuando las cosas vinieron mal dadas, Himmler, Göring, Rommel y otros jerarcas nazis se suicidaron utilizando píldoras de cianuro. También William S. Parsons y otros miembros de la tripulación de los superbombarderos B-29 que arrojaron las bombas atómicas contra la población de Japón iban provistos de pastillas letales, por si las moscas.

 

Ha llegado el momento de reivindicar píldoras de cianuro a la Seguridad Social. Lo digo con seriedad formal y seria formalidad, sin el menor espíritu de boutade, sin ningún deseo de provocar. No se trata de otra modesta proposición al estilo del gran Jonathan Swift; no estoy bromeando. Los fallos de la sociedad y las carencias del Estado –en España, pero no sólo en España, desde luego– son de tal calibre, y el futuro que vemos venir es tan siniestro, que sólo por razones de mera humanidad ya debería accederse a una reivindicación así. La indiferencia frente al calentamiento climático, la inacción frente a los letales niveles de desempleo (¡más de seis millones de parados en 2013!), la destrucción de la sanidad pública para satisfacer inconfesables intereses de personajillos encanallados y la atonía de la reacción ciudadana frente a todo ello prefiguran un mundo en el que, para mucha gente, habrá demasiadas ocasiones en que morir será preferible a seguir viviendo. Facilitémonos ese difícil tránsito. Reclamo la píldora de cianuro como un derecho ciudadano –una reivindicación prioritaria frente a la banda de criminales que hoy ocupa las estructuras del Estado.

 

Ánimo, españolas y españoles, un esfuerzo más… Aunque no logremos frenar la destrucción de la enseñanza pública o la voladura de los sistemas de protección social, aunque el ecocidio continúe aumentando su demencial aceleración, este derecho nuevo sí tenemos más opciones de lograrlo. En este caso ¡sí se puede! Aunque sólo fuere por las razones de rigor presupuestario que esgrime el brutal Ministro de Finanzas de Japón, ese Taro Aso, cuando pide a los ancianos de su país que se mueran pronto, que suponen una carga demasiado pesada para su sistema de Seguridad Social.

 

 

Casandra en Billancourt

 

Hace cuarenta o aún veinte años, el mundo se deslizaba lentamente hacia la barbarie. Ahora lo hace a una velocidad vertiginosa

 

Cuando Rosa Luxemburg decía: socialismo o barbarie, quizá estimase que las probabilidades andarían equilibradas en torno al 50%. Un siglo después, uno diría que la barbarie tiene todas las de ganar: quizá 98%, frente al 2% de una posible transición socialista. (Habría que recordar la apuesta del comunista surrealista Pierre Naville, en medio de la gran crisis de los años veinte y treinta: “La organización del pesimismo es verdaderamente una de las consignas más extrañas a las que pueda obedecer una persona consciente. Es sin embargo la que reclamamos hoy”.[1])

 

Il ne faut pas désespérer Billancourt, suspiraba Sartre en 1956, después de un viaje a la Unión Soviética. No digamos a los obreros comunistas la verdad sobre el estalinismo, pues perderían sus esperanzas. ¿Deberíamos hoy silenciar la verdad sobre la crisis ecológico-social, sobre la tenebrosa crisis de civilización donde nos hallamos, para no echar más agua al molino de un nihilismo que, alimentado de otras fuentes –esencialmente, los efectos culturales del sistema de la mercancía–, amenaza con arrasar la ya muy fragilizada constitución moral de tanta gente en este Siglo de la Gran Prueba? ¿Decimos a la gente sólo lo que quiere oír impresiona el grado en que nuestras sociedades se han vuelto alérgicas a todo cuanto suponga obligación o responsabilidad en esta era de “crepúsculo del deber”, con el riesgo de reforzar sus prejuicios, su indolencia, su ceguera cognitiva? ¿O les decimos la verdad aunque sea dura y difícil, con el riesgo de quedar aislados? Y si finalmente decimos la verdad a Billancourt –y hemos de decirla–, si decimos que no hay otra vía de salida que la casi inimaginable superación del capitalismo, ¿cómo decimos esa clase de verdad, para evitar la caída en la desesperación?

 

(Pero ya sabes –no dejes de recordártelo cada día– cuál es la tentación del intelectual euro-norteamericano: el Gran Hotel del Abismo. No te quedes encerrado ahí.)

 

 

la miseria del mundo

 

Así se titulaba aquel libro coordinado por Pierre Bourdieu hace ya algunos años. Esa miseria del mundo es abrumadora: ¿qué ser humano –signado por la finitud, como lo estamos cada uno de nosotros y nosotras– podría hacerse cargo de tal cúmulo interminable de horrores, desposesiones, dolores, injusticias y masacres? Ya lo que sucede en nuestro presente debería anonadarnos, pero tendríamos además que asumir de alguna forma el pasado –esa “catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina”, como decía Walter Benjamin en la novena de sus “Tesis sobre filosofía de la historia” –, reparar en los indicios que hoy delatan cómo en los desarrollos del presente están gestándose los desastres del futuro, y no olvidar que no sólo cuenta el sufrimiento de los seres humanos: también el de los demás seres vivos… Abrumador, sin duda. No hay ser humano que pueda echarse sobre los hombros esa carga.

 

Pero no es semejante tarea sobrehumana lo que se nos exige. Aquí como en otros ámbitos importa advertir cómo el macrocosmos se refracta en el microcosmos. La incalculable e inasimilable acumulación de violencias se me da, en cada caso, como unas pocas violencias concretas que me tocan de cerca; la injusticia universal se particulariza en una injusticia próxima frente a la que sí puedo reaccionar; la “exigencia infinita” se resuelve en demandas singulares.

 

El anonimato de las montañas de cadáveres se transforma en unas pocas miradas interrogantes. Lo que se me exige es estar ahí.



si en 2008 hubiera habido izquierda…

 

En 2008 vimos tambalearse –todos nosotros– los pisos más altos del edificio de la dominación (los rascacielos, que son el equivalente a las pirámides faraónicas en nuestra época). La dictadura del capital financiero se vio amenazada de verdad por la crisis que ella misma había provocado.

 

Si en 2008 hubiera habido izquierda –en Europa, en EEUU– estaríamos hoy en una nueva etapa de la historia de la humanidad.[1] Tendríamos una razonable esperanza de enfrentarnos con éxito a los peligros que vienen.

 

Pero la izquierda se había hecho de derechas, las derechas de ultraderecha, y los verdes pretendían estar más allá de la izquierda y la derecha.[2] (Y se sorprenderán después de la desafección de los ciudadanos y ciudadanas hacia la “política”…)

 

Hoy la ventana de oportunidad –kairós– se ha cerrado. No había izquierda, la trama de dominación se recompuso, los banqueros y los “inversores” recuperaron el puesto de mando: y no sabemos si se trata de la última oportunidad para enderezar el rumbo de catástrofe –aunque es muy posible.

 

Lo que cabe hacer, lo único que podemos intentar, es construir la izquierda –rojiverdevioleta– que necesitamos por si la ventana de oportunidad vuelve a abrirse. Podemos estar seguros de algo: esta crisis no ha terminado, vienen crisis peores.

 

 

*hechizados

 

Todo indica que no se romperá el hechizo. Tiene tantas capas: la teoría económica neoclásica, la teología de la dominación antropocéntrica, Ana Rosa Quintana, el poderío de Silicon Valley, las fantasías antropófugas de colonización de Marte, las ideologías sexistas y racistas, cazar y torear y devorar chuletones, la fe en el exencionalismo humano, la cultura de la violación, la necropolítica en la Frontera Sur… Tantas capas que forman una malla poderosa. Pero si de verdad se rompiera ese hechizo, siquiera durante un instante, y pudiéramos vernos como somos…

 


*extraviados

 

El 91% de las y los españoles sienten como una grave amenaza la crisis de inflación, según una encuesta de 40dB en noviembre de 2023; y el 85% los conflictos bélicos. Ay… La inflación y la guerra (en el Norte global, más el hambre y una mayor vulnerabilidad ante los desastres climáticos en el Sur global) son la forma en que, intramuros, se manifiesta la crisis ecológica extramuros (clima, agua, energía, tierra fértil, biodiversidad…). Pero seguimos absortos en lo que nos sucede a nuestra tribu y –en el mejor de los casos– a Homo sapiens en su conjunto, extraviados por nuestro maldito tribalismo y nuestro sagrado antropocentrismo.

 


lucha de clases

 

Salvador López Arnal recuerda el dictum del señor Warren Buffet (declaraciones al New York Times el 26 de noviembre de 2006): “Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando”. Algunos lustros después no tendría ninguna razón para rectificar su criterio.

 

Pero no es sólo una guerra de clases. Los ricos no sólo están en guerra contra los pobres, los trabajadores y los desempleados. Están además en guerra contra la biosfera y contra el futuro: contra las posibilidades de vida humana decente en el planeta Tierra.

 

Y no es sólo que el zorro sea el guardián del gallinero. Es que ha sido elegido y reelegido por las propias gallinas; y ha logrado convencerlas de que nunca hubo, ni podrá haber jamás, otra cosa que zorros ocupando el puesto de guardián de las gallinas.


breve tratado de economía posliberal

 

Es la guerra contra las mujeres, la guerra contra los jóvenes, la guerra contra los animales, la guerra contra los pueblos y las clases sometidas, la guerra contra la naturaleza, la guerra contra el futuro: y lo llaman “racionalidad económica”.

 

La superstición consiste en creer que de la lucha de todos contra todos puede salir otra cosa que la destrucción de todo.

 

Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica libros, 2024

 

 



[1] *Vale la pena recoger aquí la reflexión de Philipp Blom: “El futuro se partió en dos hace una década, de repente y sin aviso previo. En 2008 se dijo a ciudadanos de todo el mundo que los grandes bancos, a los que todos les deben algo y con los cuales todos tienen obligaciones de pago, se habían arruinado, que lo habían perdido todo de una manera irresponsable, amoral y estúpida. Y después se les dijo que, para ayudarlos a salir del apuro y evitar que todo el sistema se colapsara, había que rescatarlos con el dinero que habían ganado en común los contribuyentes. Millones de personas perdieron la casa, el empleo, el futuro. Ni un banquero entró en la cárcel y sólo tuvieron que pasar pocos años para que los beneficios y las bonificaciones fueran más altas que nunca. Conocemos esta historia, pero subestimamos su fuerza emocional y moral, su atronador bramido. Se reescribió el viejo contrato social, válido para todos: si trabajas duro y das lo mejor de ti, entonces podrás comprarte algo, una casita, una lavadora, un coche… e invertir en tus hijos. Ahora dice así: da igual lo mucho que te esfuerzas, lo mucho que estudies, las horas que eches, lo mucho que te endeudes… El sistema no trabaja para ti, le eres indiferente, sólo sirve para que los ganadores sean inmensamente ricos, una especie diferente que vive según sus propias leyes. Los demás, esclavizados por las deudas, ignorados por los medios, atontados con drogas u ofuscados por una esperanza obstinada, son cada vez más pobres, más dependientes y temerosos. Tú serás siempre uno de ellos. No hay escapatoria.” Philipp Blom, Lo que está en juego, Anagrama, Barcelona 2021 (el original alemán es de 2017), p. 91-92.

[2] *Qué sandez sostener que “izquierda verde es una contradicción en los términos” (Francisco Soler Luque, “La ecología política como paradigma ideológico autónomo”, EcoPolítica, 18 de diciembre de 2014; https://ecopolitica.org/la-ecologia-politica-como-paradigma-ideologico-autonomo/ )… Sólo puede hacerse desconociendo que la igualdad es el valor esencial para la izquierda, y que igualdad y libertad se coimplican: por eso hablamos de igualibertad (con Étienne Balibar)… que también es un valor esencial para la ecología política.



[1] Citado por Michael Löwy en L’étoile du matin –Surréalisme et marxisme, Syllepse, París 2000, p. 65.

jueves, 19 de septiembre de 2024

FRACASAR MEJOR de JORGE RIECHMANN (fragmento VI)


 

 

barato, barato

 

Hoy en Buenos Aires, mañana en Los Ángeles, un par de días después en Tokio… y eso nos parece normal.

 

SIN LÍMITES. Disfruta viajando por el mundo a precios increíblemente bajos”, se anuncia en el metro madrileño una conocida línea aérea desde enormes carteles, en los mismos días en que la Organización Mundial del Turismo da a conocer sus cifras de 2011: 980 millones de viajes turísticos internacionales. En 2012 se superarán los mil millones, y con ello se habrán duplicado en poco más de tres lustros.

 

Vuela barato, aprovechando las múltiples subvenciones y externalizando costes a tutiplén: y destruye, viajando de esa forma, los lugares, las gentes y las razones por las que merece la pena viajar.

 

 

 

sucedáneos

 

El “milagro económico” español que se vino abajo en 2008, radiografiado en su vertiente más sórdida por un episodio delictivo: con el fin de que los técnicos de medio ambiente de la Junta de Andalucía hicieran la vista gorda frente a la destrucción de monte público para convertirlo en invernaderos de fresas (el “oro rojo” de la costa de Huelva, que exporta las cuatro quintas partes de la producción), los propietarios de fincas forzaban a prostituirse con esos funcionarios a sus jornaleras (mujeres marroquíes, rumanas o polacas). En la finca El Morcillo se destapó el hediondo asunto...

 

Muy al comienzo de la Ética nicomaquea (1096a), Aristóteles desecha sumariamente la vida de negocios como una forma de vida humana valiosa, porque (1) “tiene cierto carácter violento” y (2) “es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos, pues sólo es útil para otras cosas”. Estas dos obviedades –la violencia del business y el carácter instrumental de la riqueza han desaparecido casi por completo del horizonte cultural de nuestra época.[1]

 


¿mejoras marginales… o cambio de modelo?

 

Una campaña de la Generalitat de Catalunya para el ahorro energético[1] pregunta: “Julia, ¿no tienes demasiado rato la nevera abierta?” En realidad, y si queremos de verdad hacer frente a los problemas reales calentamiento climático, destrucción de la red de la vida, escasez de recursos la pregunta sería: Julia, ¿no has dejado pasar demasiado tiempo sin socializar la banca y las empresas energéticas?

 

gadgets y devastación

 

Destruyen los servicios públicos y los bienes comunes, devastan la posibilidad de que pueda existir justicia social y sustentabilidad ecológica, y entregan juguetes a los niños de treinta o de cincuenta años: ¡mira, el nuevo smartphone que mueve las páginas fijando la vista en un ángulo de la pantalla!

 

*(¿Sería posible un uso sensato de las tecnologías invasivas y configuradoras como los smartphones? Quizá algo así: sólo se permitirían a los mayores de 33 años, después de un examen especial de madurez y un atemorizador rito de paso que actualizase el memento mori.)[1]

 

 

¿conservadores?

 

Pues sí, conservadores… Nos gustaría conservar un mundo habitable para los seres humanos.

 

16 de septiembre de 2012: el Ártico alcanzó su mínima extensión helada desde que existen mediciones por satélite (1979). Apenas 3’41 millones de kilómetros cuadrados: un impresionante 18% menos que el anterior récord de deshielo, en septiembre de 2007. Y apenas la mitad de superficie helada que hace sólo unas décadas.

 

Marc Serreze, director del NSIDC estadounidense –el organismo federal que realiza las mediciones–, señala en una nota de prensa que “estamos en un territorio inexplorado. Sabemos desde hace tiempo que al calentarse el planeta los cambios se verían primero y serían más pronunciados en el Ártico, pero pocos estábamos preparados para lo rápido que iban a ocurrir.”

 

Carlos Duarte, oceanógrafo español, sintetiza: “Estamos tocando la lira mientras arde Roma.”

 


*acostumbrados a lo peor

 

En Italia, cuenta Enric González unos días después de la muerte de Silvio Berlusconi, “descubrí dos términos. Uno, la dietrologia: muchos italianos, quizá la mayoría de ellos, consideran que detrás de cada acontecimiento hay una historia y una explicación que permanecen ocultos al público. Otro, el Grande Vecchio, una figura todopoderosa y desconocida que supuestamente maneja en secreto la realidad que hay detrás de los hechos aparentes. Sentado a la mesa ante Silvio Berlusconi, en una de las salas de Palazzo Grazioli, era imposible no pensar en esas cosas. Berlusconi se levantaba, cantaba un momento, contaba un chiste, volvía a sentarse, bromeaba sobre sí mismo, reía. Y uno se planteaba una pregunta: si ‘el Grande Vecchio’ se viera por alguna razón forzado a salir a escena, ¿cómo camuflaría su auténtica identidad? El disfraz de payaso resultaba una hipótesis verosímil…”[1]

 

“Berlusconi nos acostumbró a lo peor”, escribe Roberto Saviano.[2] En buena medida, ahí seguimos aún. Soñábamos con que Gramsci y Berlinguer definieran el siglo XX en Italia… Pero lo hicieron Mussolini y Berlusconi.

 


*fascismo como pre-pantallismo

 

El fascio (haz de varas de los lictores de la antigua Roma) dio nombre al fascismo. Bueno, en vez de pensar en términos de neofascismo o posfascismo lo que tenemos ahora ¿y si considerásemos el fascismo histórico como anticipación de una forma antidemocrática de dominio aún más poderosa que aquel fascismo de Mussolini con sus camisas negras?

 

Y si algo así tuviese sentido ¿cuál sería el objeto que simbolizaría este sistema de dominación, por analogía con el fascio de los antiguos reyes etruscos y los funcionarios de la República romana? ¿No serían las omnipresentes pantallas que heterodirigen, cada vez más, la vida pública y las vidas personales en nuestras sociedades? ¿Un fascio del siglo XXI como haz de algoritmos? ¿No deberíamos nombrar algo así como pantallismo totalitario?

 

Y el fascismo histórico habría sido, entonces, el pre-pantallismo de una época que aún no disponía de la informática con sus algoritmos.



Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica libros, 2024



[1] Enric González, “Almuerzo con Berlusconi, el hombre que cambió Italia y el mundo bajo un disfraz de bufón”, eldiario.es, 15 de junio de 2023; https://www.eldiario.es/internacional/almuerzo-berlusconi-hombre-cambio-italia-mundo-disfraz-bufon_129_10298209.html

[2] “Berlusconi nos acostumbró a lo peor, a las leyes ad hominem, desde los decretos Berlusconi del Gobierno Craxi en los años ochenta, que iban a regular temporalmente la radio y la televisión, hasta las que sólo servían para que Berlusconi pudiera defenderse, no como acusado en los juicios, sino de la propia justicia. Berlusconi incluyó en las listas de los partidos que dirigía y llevó al Gobierno a personas cuya relación con las organizaciones criminales que han martirizado al país quedó demostrada posteriormente. Algunos de los más leales, como Marcello Dell’Utri (fundador de Forza Italia) y Nicola Cosentino (que fue nada menos que subsecretario de Economía en el mismo Gabinete de Berlusconi en el que Giorgia Meloni fue ministra de Política Juvenil), han acabado condenados por complicidad con asociación mafiosa, lo cual dice mucho de la despreocupación con que Berlusconi seleccionaba a los líderes pertenecientes a su ámbito político. Con Berlusconi no acaba nada, porque los hombres y mujeres que crecieron políticamente e hicieron carrera con él siguen en el Gobierno. Y no acaba nada porque estos hombres y mujeres van a gestionar una cantidad inimaginable de dinero, la avalancha de financiación del PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia), que será difícil de controlar, con los escasos espacios informativos democráticos que quedan en Italia. Esto es obra de Berlusconi, que demostró que todo el mundo tiene un precio, que se puede comprar a todos, que la realidad y la verdad dependen solo de cuánto se quiera gastar para cambiarlas, reescribirlas y reinventarlas. Poder contar las mentiras más absurdas, como el asunto de la supuesta sobrina de Mubarak, la menor detenida mientras estaba al cuidado de la higienista dental de Berlusconi y después consejera regional por el PdL Nicole Minetti. Berlusconi convirtió la política italiana en algo impensable, estrictamente personal, profundamente suyo. Todo parecía pertenecerle, y de ahí la gran hipocresía: se atribuyó a sí mismo una reputación de gran liberal, pero hoy, treinta años después de su entrada en política, puede decirse que destruyó por completo la cultura liberal italiana y compró el pensamiento libre. (...) Berlusconi muere y deja detrás un país con la política destruida. No seguimos recogiendo escombros, porque a estas alturas ya nos han sepultado”. Roberto Saviano, “Berlusconi deja un país con la política destruida”, El País, 13 de junio de 2023; https://elpais.com/opinion/2023-06-13/berlusconi-deja-un-pais-con-la-politica-destruida.html



[1] Recuerda Ariel Petruccelli: “Hace unos tres lustros un colectivo de activistas libertarios que se dedicaba a ofrecer seguridad informática a grupos políticos y sindicales de izquierda escribió un breve texto: ‘Tenemos que hablar de Facebook’. Allí planteaban, entre otras cosas, los riesgos de facilitar información a una escala que no hubieran podido ni soñar las viejas policías políticas. Nadie les hizo caso: la izquierda abrió masivamente muros de Facebook. Debemos preguntarnos cómo podríamos militar hoy en condiciones de clandestinidad. ¿O es que pensamos que ya no habrá embates autoritarios?” Ariel Petruccelli, “La igualdad capitalista es un oxímoron” (entrevista), Jacobin -América latina, 1 de septiembre de 2023; https://jacobinlat.com/2023/09/01/la-igualdad-capitalista-es-un-oximoron/



[1] “Quan parlem d’estalviar energia, tu tens la paraula”. Setmana de l’energia, 18 al 22 de junio de 2012.


[1] *Ensayistas como Steven Pinker defienden que el mundo actual es menos conflictivo y violento que nunca (The Better Angels of Our Nature, 2012), pero semejante aserto parece descansar en un error de categorización. Como señala acertadamente Kim Stanley Robinson, “algunas formas de violencia pueden haber descendido, y esto es bueno, pero es una cuestión de definición. La violencia estructural y sistémica podría considerarse ahora mismo mayor que nunca hasta ahora. Vivimos en un planeta con una tecnología que permitiría mantener a todo el mundo vivo, así como a los animales y las plantas… Y tal y como nos estamos comportando, dos o tres mil millones de personas y muchas otras especies están al borde de la inanición o en peligro de extinción. Eso es violencia…” Kim Stanley Robinson, “La civilización está fuera de control”, entrevista en El Confidencial (con motivo de la publicación en castellano de su novela Aurora), 16 de mayo de 2016; http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-05-16/kim-stanley-robinson-aurora-capitalismo-algoritmo-viaje-espacial_1199913/

miércoles, 18 de septiembre de 2024

FRACASAR MEJOR de JORGE RIECHMANN (fragmento V)


 

 

la fecundidad del vacío

 

Anna Caballé comenta un libro de conversaciones con Jean-Paul Sartre: “Cuánto ha cambiado nuestro mundo desde los años setenta: de la pasión por el Absoluto de Sartre o Beauvoir a nuestro relativismo desesperado que apenas tiene respuestas, más allá de las cuestiones capaces de generar beneficios”. Y es que, en efecto, un mundo que sólo parece capaz de preguntarse “dónde está mi 3%, dónde está mi 25%” no sólo es abismalmente nihilista: también es rápidamente autodestructivo. Su recorrido resultará muy corto en términos históricos, a partir de la brutal aceleración hacia el abismo que prendió alrededor de 1980.

 

Cuánto nos cuesta entender las dinámicas de crecimiento exponencial (con esos tiempos de duplicación que menguan prodigiosamente). Cómo ha cambiado el metabolismo sociedad-naturaleza en los últimos ochenta años aproximadamente, y sobre todo en los últimos cuarenta (los años alrededor de 1930 y 1980 como goznes del siglo XX), es algo que desafía la imaginación humana. ¿Desde qué fecha diría usted que los habitantes actuales de la Tierra hemos emitido la mitad de los gases de efecto invernadero, en tiempos históricos? La respuesta es estupefaciente: ¡desde 1980! [1] Apenas en tres decenios, tanto como en muchísimos milenios antes: así se comportan los crecimientos exponenciales. Nos cuesta entender que el mundo actual, en lo que a impactos sobre la biosfera y los ecosistemas se refiere, no tiene nada que ver con aquel donde vivían nuestros abuelos.

 

Dicho todo lo cual, sin embargo, hay que insistir en que la “pasión por el Absoluto” que evocaba Anna Caballé es una pasión malsana. ¿Seremos de verdad capaces alguna vez de reconciliarnos con nuestra dependencia, nuestra finitud, nuestra contingencia –con la intensidad del ahí y la fecundidad del vacío?



ángel

 

Criatura imaginada por los seres humanos mediante el sencillo expediente de sustraer de sí mismos sólo dos rasgos básicos: sadomasoquismo y narcisismo.[1]

 


el humus de lo humano

 

Un humanismo capaz de evitar aquel sendero extraviado de quien cree que el hombre es la medida de todas las cosas…

 

*“La eternidad del asno es mi propia eternidad”, nos susurra el poeta Miguel Ángel Bernat. El humanismo será animalista, ecologista, biosférico y biocéntrico o no será.[1]

 


como si, a pesar de, sin embargo

 

¿Tiene arreglo la humanidad? (Y nótese que estoy evitando expresamente la palabra “salvación” u otras de similar alta jerarquía.) Probablemente no. Pero, en otra variante de la filosofía del als ob, hemos de hacer como si lo tuviera: como si fuera posible ese arreglo o compostura existencial. Nada menos que Albert Camus, y nada menos que tras la atroz carnicería de la segunda guerra mundial y el horror indecible de la Shoa, escribió que pese a todo “hay en los seres humanos más cosas dignas de admiración que de desprecio”.[1]

 

Y vale la pena recordar también aquel jaiku de Issa Kobayashi: “Sólo rocío/ es el mundo, rocío/ y sin embargo…”

 

“Como si”, “a pesar de”, “sin embargo”: tres locuciones indispensables.

 

 

*sentir y medir: sentimedir

 

Como estamos comprendiendo mal, vivimos mal. Y vivir mal nos hace comprender mal… Necesitamos rectificar nuestra relación con el mundo natural, hoy tan distorsionada.

 

Medir es necesario; pero cuánto daño hacen en muchas ocasiones las métricas, en una sociedad turbiamente entregada a lo cuantitativo.[1] (En el trasfondo, casi siempre, las cantidades de ese singular ente relacional al que llamamos dinero.)

 

¿No hubiera podido desarrollarse la ciencia occidental de modo más equilibrado? Sí: sentir y medir es una forma posible de caracterizar el proyecto de “ciencia romántica” de Alexander von Humboldt.[2] Aquel sabio alemán, amigo de Schiller y Goethe, en quien reconocemos a uno de los grandes precursores de lo que después hemos llamado ecología y Ciencias de la Tierra.

 


organizar el descontento

 

“Unos hombres que se dicen –o que son, en efecto, republicanos– deben afectar –si, en efecto, no las tienen– las virtudes republicanas. Y la más recomendable entre ellas es resistir a la pasión de dominar.”

Simón Rodríguez (1769-1854) en uno de sus “logogramas”

 

Organizar el descontento es una tarea humana importante (y muchas veces ingrata): es la que asume el militante. Nos hace falta perder tanto tiempo en eso porque algunos no cejan en su empeño por dominar a los demás.

 

Pero las tareas humanas más importantes son otras. La militante tiene buenas razones para detestar a quienes fuerzan a los demás a semejante desperdicio de tiempo –tiempo, la tan escasa materia de la vida– y energía. Distrayéndonos de esa forma de lo que sí importa: renunciar a la dominación, pacificar nuestra existencia, asumir nuestra finitud.

 

Darse cuenta de que uno es frágil, y no querer dominar al otro; darse cuenta de que uno muere, y no querer matar al otro. (Las mujeres son casi siempre mejores que los varones en estas tareas esenciales.)

 


Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica Libros, 2024



[1] Qué nos van a contar, sobre esto, en las Universidades españolas crecientemente sometidas a la cuantificación de supuestos méritos académicos desde los años 1990… Las deformaciones a que ha dado lugar el fetichismo del paper publicado en revista de primer cuartil son innumerables. Véase Daniel Sánchez Caballero, “Investigadores y universidades intentan escapar de la dictadura de los papers”, eldiario.es, 2 de junio de 2023; https://www.eldiario.es/sociedad/investigadores-universidades-escapar-dictadura-papers_1_10213709.html

Parece, no obstante, que ahora pueden estar cambiando un poco las cosas. Un profesor amigo escribe esperanzado: “Para la evaluación de becas y ayudas posdoctorales ya en la actualidad se da instrucciones a los comités para que tomen en consideración las directrices de DORA y que se tengan en cuenta ‘todas las aportaciones científicas (no únicamente publicaciones), las actividades de transferencia, aportaciones a la sociedad y a la formación de jóvenes investigadores, y otras aportaciones’. Igualmente se insiste en que las valoraciones se realicen evitando motivarlas ‘por criterios exclusivamente cuantitativos basados en indicadores de impacto de las revistas o editoriales donde se ha publicado’. Y añade: ‘Deben evitarse especialmente las referencias a indicadores bibliométricos’ (!!!!). Item más: la MIAR desde el año 2022 ya no muestra el cálculo del ICDS (Índice Compuesto de Difusión Secundaria), que es el número sobre el que a menudo se hacían los cálculos para asignar plazas en las oposiciones y concursos. Yo creo que no es casual: la conclusión que saco es que están empezando a comprender que la contribución del conocimiento a la sociedad no pasa solo por publicar papers que apenas nadie lee y que no sirven sino para engrosar líneas de curriculum vitae. La transferencia de conocimiento también es una tarea que la universidad debe satisfacer y hacerlo de acuerdo con estándares de calidad que no son mensurables en términos de JCR…” (comunicación personal, 7 de junio de 2023).

DORA es la Declaración de San Francisco sobre Evaluación de la Investigación, que puede leerse aquí: https://sfdora.org/read/read-the-declaration-espanol/

MIAR es la Matriz de Información para el Análisis de Revistas: https://miar.ub.edu/

Véase también la declaración de CoARA (Coalition for Advancing Research Assessment): https://coara.eu/agreement/the-agreement-full-text/



[1] El mismo Camus que axiomatizaba: el fascismo es el desprecio.


[1] 83.500 millones de animales masacrados en 2021: la industria cárnica.



[1] “El equivalente del fetichismo de la mercancía en la vida psíquica individual es el narcisismo. Aquí, este término no designa solamente una adoración del propio cuerpo, o de la propia persona. Se trata de una grave patología bien conocida en el psicoanálisis: una persona adulta conserva la estructura psíquica de sus primerísimos años de infancia, cuando todavía no existe distinción entre el yo y el mundo. El narcisista experimenta todo objeto exterior como una proyección de su propio yo y, como contrapartida, ese yo sigue siendo terriblemente pobre a causa de su incapacidad para enriquecerse en relaciones auténticas con objetos exteriores. Pues, en efecto, el individuo para lograr este fin debería reconocer en primer lugar la autonomía del mundo exterior y su propia dependencia de él. El narcisista puede aparecer como una persona ‘normal’: en realidad, jamás ha abandonado la fusión con el mundo circundante y hace todo lo que está en su mano para mantener la ilusión de omnipotencia que se deriva de ella. Esta forma de psicosis, rara en la época de Freud, se ha convertido en el transcurso de un siglo en una de las principales afecciones psíquicas: pueden verse sus huellas un poco por todos lados. Y no es producto del azar: nos encontramos aquí con la misma pérdida de lo real, con la misma ausencia de mundo –de un mundo reconocido en su autonomía fundamental—que caracteriza al fetichismo de la mercancía.” Anselm Jappe, Crédito a muerte –La descomposición del capitalismo y sus críticos, Pepitas de Calabaza, Logroño 2011, p. 256-257.

                *Un dato recogido en Utopía para realistas de Rutger Bregnan (Salamandra, 2017): en los años cincuenta del siglo XX, sólo el 12% de los jóvenes europeos y estadounidenses se consideraban a sí mismos “especiales”. A la misma pregunta repetida hoy, sesenta años después, el 80% contestan que son “especiales”; sólo uno de cada cinco jóvenes se considera “normal”.

 



[1] “En los últimos treinta años [1980-2010, aproximadamente] se ha emitido a la atmósfera una cantidad de GEI equivalente a la mitad de la emitida en toda la historia de la humanidad. Es muy probable que, veinte o treinta años antes del final del siglo pasado, hubiéramos estado a tiempo de encontrar una trayectoria colectiva en términos de emisiones que hubiera impedido llegar hasta aquí, cuando las respuestas ya no pueden ser incrementales y no se producirán, en su caso, sin severos sacrificios. (…) Que todo esto podía ocurrir se sabe desde hace más de cincuenta años, pues ya el presidente Lyndon B. Johnson advirtió del peligro en el Congreso de los EEUU en los años sesenta [del siglo XX]. Sin embargo, décadas de negacionismo sofisticadamente organizado y de freno al pensamiento sistémico como elementos de la expansión ultraliberal programada nos han llevado hasta aquí.” Ferrán Puig Vilar, “¿Reducir emisiones para combatir el cambio climático? Depende”, en mientras tanto 117 (monográfico sobre Los límites del crecimiento: crisis energética y cambio climático), Barcelona 2012, p. 113.

martes, 17 de septiembre de 2024

FRACASAR MEJOR de JORGE RIECHMANN (fragmento IV)


 

 

desobediencia humilde,

o humildad desobediente

 

Amigos creyentes: Dios está en el interior del ser humano. El drama es que no le dejamos ni la menor opción de salir y manifestarse un poco…

 

Nuestro pecado original no es haber tratado de comer la fruta del Árbol del Conocimiento: es la indiferencia ante el dolor del otro.

 

Sólo nos pertenece nuestra existencia para un breve ensayo, decía René Char. Tratemos de escribir ese ensayo con buena caligrafía.

 

No engañar, no engañarse, no exagerar.[1]

 


¿cuándo se jodió la civilización europea?

 

La crisis del “modelo civilizatorio europeo” ¿se produce en los decenios finales del siglo XIX y los primeros del XX, como sugiere en Ronda el profesor José Lasaga Medina en una –por lo demás muy interesante conferencia? ¿O más bien hay que localizar esa crisis, si nos tomamos el contenido normativo de la palabra “civilización” en serio, en el desenlace colonialista de las controversias entre Bartolomé de las Casas y sus contemporáneos, controversias que tan profundamente ha analizado Paco Fernández Buey (en La Gran Perturbación –Discurso del indio metropolitano)?[1]

 

En Conversación en la catedral, uno de los personajes de Mario Vargas Llosa se preguntaba cuándo se jodió el Perú. Si nos preguntamos cuándo se jodió la civilización europea, desde luego la controversia de 1550 en Valladolid entre Las Casas y Ginés de Sepúlveda tiene sólidas credenciales que mostrar.

 

Reflexionaba Heiner Müller en una de sus densas entrevistas: “Auschwitz y su principio de selección es el modelo de este siglo. Todos no podían sobrevivir, así que se seleccionaba. Cuando trato de aclararme lo que significa el heroísmo, siempre me acuerdo de una pequeña historia. En uno de los últimos barcos que partió de Alemania y debía llevar judíos a los EEUU viajaba a bordo un judío grueso, un periodista deportivo de Berlín. Este barco fue torpedeado por submarinos alemanes y se hundió. Por supuesto, había pocas plazas en los botes salvavidas. El periodista deportivo judío y gordo se sentó rápidamente en uno de los botes salvavidas, y el bote estaba lleno. De repente aparece en cubierta una joven madre con su hijo. Pero ya no hay lugar para nadie más en el bote. Entonces el pequeño y grueso judío se arrojó al Atlántico, dejando lugar a la mujer. Ésa es la única respuesta que existe. (...) Es el problema de Dostoyevski, la pregunta de Raskólnikov. También Dostoyevski encontró al final una sola respuesta: la compasión. Cuando al final aparece Auschwitz como modelo para la selección, no queda ya ninguna respuesta política. Probablemente sólo exista una respuesta religiosa. El problema de esta civilización es que no tiene ninguna alternativa a Auschwitz. (...) También en Walter Benjamin es un tema recurrente: el socialismo o el comunismo o cualquier otra utopía no tienen ninguna oportunidad si no ofrecen una dimensión teológica.”[2]

 

Esto nos deja cerca de la intuición moral básica de uno de los grandes pensadores del siglo XX, Emmanuel Levinas: “El único valor absoluto es la posibilidad humana de dar prioridad al otro sobre uno mismo”.[3]

 

Dejemos la penúltima palabra a Federico García Lorca: “Vemos o queremos ver una estrella lejana, pero que borra lo exterior, lo que nos rodea. La única senda es la caridad, el amar los unos a los otros.” Y la última a Tadeusz Rozewicz: “Se pudren las palabras/ a las que se quitó el amor/ sin el que nuestro canto/ es como (...) el color de las frutas de cera/ como el estrépito de las chapas de latón/ como los gritos del borracho/ como el silencio de las cosas”…

 


la posibilidad mejor

 

“Tal y como nos ve el amor nunca hemos sido”, escribe Carlos Marzal. Una frase redonda, pero no me convence. Hemos sido así en nuestros momentos mejores: esos a los que debemos guardar fidelidad.

 

Fidelidad a nuestros momentos mejores; esperanza en las posibilidades mejores de lo humano. Dios, ha dicho algún filósofo-teólogo, es la posibilidad mejor.

 

Dios como punto de fuga de la comunidad humana.

 


                           superar el tribalismo

 

David Roberts acuñó en 2010 el término de política posverdad;[1] también se ha hablado estos años últimos de política posfactual. Hoy, señala Soledad Gallego-Díaz, “la negación absoluta de los hechos, de los datos y de la evidencia, sin la menor precaución ni decencia, está a la orden del día en conferencias de prensa, comparecencias públicas y discursos ante Parlamentos o instituciones. ¿Por qué no reaccionan los ciudadanos? Hace ya tiempo que se sospecha que los votantes no se inspiran por los principios de la Ilustración, decía Roberts; no reúnen datos, sacan conclusiones y eligen después al partido que más se acerca a esas conclusiones, sino que proceden de manera totalmente distinta. Primero eligen tribu, después adoptan los principios de esa tribu y finalmente eligen aquellos datos que apoyan esas posiciones, despreciando todos los demás”.[2]

 

El tribalismo es una maldición, probablemente inscrita en la naturaleza humana –y si no que se lo pregunten a Edward O. Wilson. El sectarismo es la creación de más tribalismo allí donde no tendría por qué haberlo. Evitemos añadir más mal a las ingentes cantidades de mal que hay ya en el mundo –siempre que resulte posible.

 

Por amor a la verdad y por respeto a la realidad, no escatimemos los méritos a nuestros adversarios. My country, right or wrong, reza una de las divisas del tribalismo. Como escribe Josep Ramoneda, “los problemas derivados de la incapacidad de las naciones para encontrar su plenitud son siempre los más enconados, los más enquistados y los que más alimentan la neurosis política, porque afectan al reparto del poder y entran de lleno en el territorio de las psicopatologías colectivas. España, que tiene en su inconsciente el síndrome de nación imperfecta, siente como una herida narcisista las aspiraciones de Cataluña. Y Cataluña, potencia nacional que no ha conseguido pasar al acto, encontró en el victimismo la salida a su insatisfacción…”[3]

 

Con mi grupo, dice la tribu tribal, tanto si acierta como si yerra. Frente a ello, el ejemplo de Manuel Sacristán: “El conocimiento [y la difusión] de un buen trabajo, aunque sea de un campo opuesto a aquel en el que yo piense, es una cosa valiosa”. El gran pensador ecomarxista español, que tuvo que ganarse la vida como traductor durante mucho tiempo, decía que un economista odioso y reaccionario como Milton Friedman había escrito un excelente Ensayo de metodología, y que eso había que traducirlo. Lejos de privar de voz a mi adversario, de cancelarlo, trato de reconocer sus méritos.

 

La gran tarea político-moral: desde la conciencia de la importancia que tienen las tribus, desde la convicción de que no podemos vivir sin ellas y de que proporcionan algunos de los bienes más valiosos e irremplazables para la vida humana –nuestra manera de alabar a la tribu es llamarla comunidad–, superar el tribalismo.

 


el que regresó

 

¿Despertaremos?, nos intima Antonio Orihuela. “¿Tendremos un nombre para ese despertar?”[1] No es –sólo– la pregunta de las revoluciones de los siglos XIX y XX, viene de más atrás: de hace más de tres mil años… Es la pregunta de Zoroastro, Buda y los demás maestros de la “Era Axial”.

 

Buda significa “el despierto”, “el iluminado”. Se nos ha transmitido que Siddartha Gotama alcanzó la iluminación a los 35 años; pero lejos de permanecer en ese nivel superior de realidad, regresó “al siglo” –como dirían nuestros abuelos para tratar de ayudar a los demás y dedicó los 45 años siguientes a la predicación. De esa opción del fundador por reducir el sufrimiento de todos los seres vivos han derivado los budistas la figura fundamental del bodisatva. “Un Bodhisattva es un ser que vuelve la espalda a la Gloria del Nirvana con la promesa de no ingresar en la paz eterna hasta que no lleve con él a todos los demás seres. El Bodhisattva emprende esta acción, afirma el budismo místico, de manera indiferente, puesto que sabe que no existe el ser ni la nada, ni la paz ni la ilusión, ni el redimido ni el salvador, ni la verdad ni el efecto.” (Kenneth Rexroth)

 

Kropotkin, en La moral anarquista, dice que la revolución no es más que la transformación moral de los individuos, que antepone el bien común a los intereses particulares. Metanoia, conversión: ahí estamos bregando desde hace tres mil años… La oración del bodisatva reza: que alcance la iluminación para el beneficio de todos los seres sintientes.

 


Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica Libros, 2024

[1] *Diario del cuidado de los enjambres, Enclave de Libros, Madrid 2016, p. 68.


[1] David Roberts, “Post-truth politics”, Grist, 1 de abril de 2010; http://grist.org/article/2010-03-30-post-truth-politics/

[2] Soledad Gallego-Díaz, “La era de la política posverdad”, El País, 25 de septiembre de 2016; http://elpais.com/elpais/2016/09/23/opinion/1474647422_293415.html . Roberts y Gallego-Díaz se apoyan en este estudio: Christopher H. Achen y Larry M. Bartels, “It feels like we’re thinking: The rationalizing voter and electoral democracy”,  paper presentado en la Annual Meeting of the American Political Science Association, Philadelphia, 30 de agosto a 3 de septiembre de 2006; disponible en https://grist.files.wordpress.com/2010/04/thinking.pdf

[3] Josep Ramoneda, “Hambre, emancipación, corporativismo”, El País, 16 de diciembre de 2012; http://elpais.com/elpais/2012/12/14/opinion/1355487586_059768.html

 



[1] *Ha sido para mí un placer preparar la segunda edición de una excelente antología de escritos de Bartolomé de las Casas que preparó Paco en 1999: Cristianismo y defensa del indio americano (edición de Francisco Fernández Buey), colección Clásicos del Pensamiento Crítico, Libros de la Catarata, Madrid 2023.

[2] Continúa la reflexión del dramaturgo alemán: “(...) Hay otra pequeña historia sobre esto. En una ocasión tomé LSD en Bulgaria. En la casa en la que vivíamos había un pequeño sótano, un lavadero, y allí, cerca de la puerta, había un grillo bastante grande. En la radio sonaba música turca o árabe, música de desierto, que tenía un extraño atractivo. Era como una superficie. En la casa había un gato, y este gato de repente se deslizó por la puerta. Le enseñé el grillo al gato, sabiendo bien lo que iba a pasar. Después de cinco o diez minutos el gato tenía al grillo bajo sus garras. Entonces se dedicó a jugar a dar caza al grillo mientras subía la escalera, soltándolo y volviéndolo a cazar una y otra vez. El grillo empezó a cojear, y mientras tanto sonaba aquella música árabe. Lo observé todo atentamente durante el espacio de tiempo que duró la droga. Lo disfruté y lo abominé al mismo tiempo, porque disfrutaba con ello. Nunca lo olvidaré, tampoco la aversión hacia mí mismo y mi goce en esta observación a cámara lenta. La única cosa que diferencia al gato de los hombres de las SS es que el gato necesitaba este tipo de juego para poner en marcha los jugos gástricos. Es algo biológico, una necesidad. Lo que diferencia a los hombres del gato es que esto no es una necesidad. Pero a cada posibilidad de abstracción del asesinato el nivel de inhibición es menor. Yo soy incapaz de imaginarme apuñalando a alguien. Pero en cambio puedo imaginarme sin problemas disparándole a un hombre, y así sucesivamente. (...) La cobertura de la Guerra del Golfo es la cima de todo ello, la abstracción total, una guerra completamente abstracta. Todos esos videojuegos son un entrenamiento para Auschwitz. Mientras tanto hemos interiorizado tanto Auschwitz que ya no llama la atención.”

[3] Emmanuel Levinas, Entre nous, Grasset 1991, p. 119 (hay trad. española en ed. Pre-Textos, Valencia 2000: Entre nosotros). Citado en Tzvetan Todorov, Insumisos, Galaxia Gutenberg/ Cículo de Lectores, Barcelona 2016, p. 27.


[1] “En la vía media budista, el término medio confuciano y el justo medio aristotélico hay una intuición común básica: en el fondo de toda desviación moral hay una exageración. (…) Los clásicos griegos denunciaban la hybris, el pasarse o extralimitarse, castigado por los dioses. Dogen (…) acuñó una expresión que ha pasado a ser un refrán conocido y repetido habitualmente en la cultura japonesa: ‘percatarse del límite’ (taru wo shiru), caer en la cuenta de las propias limitaciones.” Juan Masiá, El otro Oriente, Sal Terrae, Santander 2006, p. 227.

De refranero latinoamericano, esta definición de mesotés: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”.

                La recomendación de no exagerar, transmitida por el sabio Juan Masiá, puede hacerse dialogar con la reflexión de Ortega, para quien pensar es exagerar: “Pensar, hablar, es siempre exagerar. Al hablar, al pensar, nos proponemos aclarar las cosas, y eso obliga a exacerbarlas, dislocarlas, esquematizarlas. Todo concepto es ya una exageración”. José Ortega y Gasset, “Pidiendo un Goethe desde dentro”, Obras completas vol. V, Fundación José Ortega y Gasset/ Editorial Taurus, Madrid 2006, p. 141. “Pensar es, quiérase o no, exagerar. Quien prefiera no exagerar tiene que callarse; más aún: tiene que paralizar su intelecto”. José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas. Obras completas vol. IV, Fundación José Ortega y Gasset/ Editorial Taurus, Madrid 2005, p. 459.




Jorge Riechmann. Fracasar mejor. Kaotica Libros, 2024