documentos de pensamiento radical
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domingo, 27 de octubre de 2019
martes, 22 de octubre de 2019
Las raíces de todas las cosas están agarradas de la mano
Quisiera
evocar al poeta Chan Kin Viejo, patriarca de los Lacandón Maya, quien vivió en
las montañas del sur de México durante 116 años hasta finales de 1994. Chan Kin
afirma que “Las raíces de todas las cosas están agarradas de la mano.”
Igual que en Japón, las montañas de México
son sagradas, y la montaña más santa de México es el volcán Popocatepetl, “El Popo”
y seguramente las raíces del Popo están entrelazadas con las del monte Fuji-san.
¿En dónde termina el volcán Popo? ¿Dónde empieza el volcán Fuji? ¿Las raíces de
todas las montañas están conectadas? Los Andés con la Himalaya?
Las piedras de la Himalaya, como esta que
reciben hoy como regalo, están llenas de joyas y brillan y destellan como
espejos de plata. Reflejan la luz del sol igual que la de la luna.
Por los caminos de las montañas Himalayas se
ven hombres y mujeres rompiendo las piedras con martillos para hacer grava para
la construcción de las carreteras y los edificios.
Encontré una piedra que brillaba en un montón
de grava y la llevé a mi cueva y cuando la vio mi amiga Khimi Devi se prendó de
ella.
“Regálame siquiera un pedacito de esta piedra
preciosa” me rogo, y le regalé la roca, pero cuando se dio cuenta de que afuera
de su casa había un montón de grava igual que su “joya”, decepcionada la aventó
a la basura.
El sabio poeta hindú Shantideva escribe en el
siglo VIII sobre la gran suerte de que un limosnero ciego encuentre una joya en
un montón de basura. En el Budismo la sabiduría se representa por una joya.
El Poeta vietnamita, Thich Nhat Hahn:
"Si eres un poeta, verás claramente que hay una nube
flotando en esta hoja de papel. Sin una nube, no habrá lluvia; sin lluvia, los
árboles no pueden crecer; y sin árboles, no podemos hacer papel. La nube es
esencial para que exista el papel. Si la nube no está aquí, la hoja de papel
tampoco puede estar aquí. Entonces podemos decir que la nube y el papel se
interrelacionan. "Intra-ser" es una palabra que no está en el
diccionario todavía, pero si combinamos “intra” con el verbo "ser",
tenemos un nuevo verbo, intra-ser. Si miramos esta hoja de papel aún más
profundamente, podemos ver la luz del sol en él. Si la luz del sol no está
allí, el bosque no puede crecer. De hecho, nada puede crecer. Incluso nosotros
no podemos crecer sin la luz del sol. Y así, sabemos que la luz del sol también
está en esta hoja de papel. El papel y la luz del sol intra-son. Y si
continuamos mirando, podemos ver al maderero que cortó el árbol y lo trajo al
molino para transformarlo en papel. Y vemos el trigo. Sé que el maderero no puede
existir sin su pan de cada día, y por lo tanto el trigo que se convirtió en su
pan también está en esta hoja de papel. Y el padre y la madre del maderero
también están allí.
“Cuando miramos de esta manera, vemos que sin todas estas
cosas, esta hoja de papel no puede existir. Mirando aún más profundamente,
podemos ver que también estamos en él. Esto no es difícil de ver, porque cuando
miramos una hoja de papel, la hoja de papel es parte de nuestra percepción. Tu
mente está aquí y la mente también está. Entonces podemos decir que todo está
aquí con esta hoja de papel. No se puede señalar una cosa que no sea aquí: el
tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales en el suelo, la luz del
sol, la nube, el río, el calor.
“Tan delgada como es su hoja de papel, contiene todo lo que hay en el
universo.”
Así como existe sólo una
montaña Fuji-Popo-El Everest-Monte Kailash-El Monte Olimpo- El Monte Sinai-El
Kilamanjaro-Krakatoa-Matterhorn- Aconcagua, ¿sólo existe un gran poema que nos
dicta a a todas/os y nos une?
¿Somos las/los secretarias/os
del gran poema?
Como luciérnagas volando
frente al sol.
En
Chiapas, en México a cualquiera se le considera poeta hasta que demuestre lo
contrario; los poetas son tantos que
decimos “No vayas a tirar una piedra porque vas a pegar a un poeta.”
Las montañas Himalaya
brillan hasta en la oscuridad en las noches de luna. Su piedra destellante
releja la luz de la luna al igual que a la vez, la luna refleja la luz del sol.
El Gran Poema es como un
espejo. Cada poeta se asoma a este espejo y ve el reflejo de su poema.
El espejo, que por supuesto
no está afectado por los reflejos en su superficie se ríe de todos nosotros.
Creer que uno crea un poema de
su propiedad, ¿no es como el chivo que orinó en la playa y creyó que había
creado al mar?
Nosotros mismos y todo lo que aparece ante nuestros ojos es El
Gran Poema.
Todo sonido que se oye
es la armonía del Gran Poema.
Todo pensamiento es
dictado por El Poema.
Somos los poetas como las gotas
de agua que en su conjunto proyectan
el arco iris.
Todos
JUNTOS somos El Poema.
Ámbar Past
(Plática
entre poetas en la Universidad de Chuo Tokio, Japón, 12 de octubre, 2019)
domingo, 20 de octubre de 2019
Feliz vejez
Qué vieja es siempre la palabra sincera
y qué moderna es siempre la mentira.
Qué viejas siempre las canciones
y qué modernas siempre las guerras.
Qué viejos siempre los abrazos para quienes están lejos de
su casa
y qué modernos siempre los prejuicios de quienes poseen la
tierra.
Qué viejas siempre las celebraciones del hombre libre
y qué modernas siempre las cárceles y las cadenas.
Qué viejo el tesoro del aprendizaje, de la cercanía, del
lecho confortable.
Qué moderno el miedo, la ley, la infamia, la vanidad
infinita.
Qué viejos siempre los niños, las madres, los animales, la
vida
y qué moderna es siempre la tortura, el hambre, el
cementerio de inocentes.
Qué viejo siempre el cese de un conflicto
y qué moderno siempre el comienzo de otro.
Qué viejas siempre las ideas gratuitas al servicio de todos
y qué modernos siempre los balazos en las nucas y los
paladares.
Qué vieja siempre la feliz vejez
y qué moderno siempre el dolor, la deuda,
la enfermedad, las pelotas de goma.
Qué viejos siempre los hombres que pelean injusticias
y qué modernos siempre los mercenarios y los traidores.
Qué vieja es siempre la poesía, la hiriente, la rabiosa, la
chiquita
y qué moderna siempre la brutalidad de las manos y los
pensamientos.
Qué viejo siempre el espíritu de la tierra sin puertas
y qué moderna siempre la estupidez del hombre que la pisa.
Cristian Esteban Martín. En Poesía & Harragas. Voces del Extremo. Moguer, 2019
lunes, 14 de octubre de 2019
5 poemas de MAMÍFERO EN EXTINCIÓN
FÓSILES CON FUTURO
La recreación de un
mamífero denominado comercialis
datado con 28.000
años de antigüedad
apegado en su cueva
de latón a un cartel que se ha traducido por “2 por 1”
será algún siglo
el gran reclamo de la exposición La Sexta Extinción
en algún planeta
que no será éste
en algún momento en
que la vida se haya deshecho
de las plantas
embotelladoras de agua
de los mamíferos
con másteres especializados en extinguir al resto
***
NORMALIDADES
La normalidad
templada es nuestra forma de locura
Somos una economía
capitalista circular
una guerra de
pacificación
un autobús de
macetas tuneadas por Versace
una rotonda humeante
de suicidas sin fuego en su interior
Somos una moda
impuesta para quedarse
un futuro que no
admite otro presente
un capital monetario
al servicio de algún capital humano
somos un hipopótamo
en los alrededores de Central Park
somos emigrantes que
llevan la maleta de sus amos a buen puerto
somos una porra
preguntándose por la democracia
Somos seguramente
una normalidad bastante insegura
pero preferimos no
tabular escenarios
y vestirlo todo de
ruido blando
Para poder ser,
seguramente, tengamos que iniciar
una primavera de
subversiones confusas y fiebres intestinales
donde nuestro verde
viva más allá de la pétrea materia gris
Existir es sólo
cuestión de pasos cambiados
de relojes que
atronaron a deshora: un accidente
Para vivir
necesitamos siempre caminar bajo algún aullido:
volver a ser bosque
de entrañas
***
IDENTIDADES
No era quien decía
ser ni estaba entre los suelos que pisaba por error
Cada incógnita le
planteaba un nuevo nicho de mercado
cada mercado le
plantaba una duda en las semillas de su viudo corazón
Sus espejos no
reflejaban lo nuevo de cada amanecer
Desconoce su nombre
actual pero los muertos le apuntan con el dedo
y la esperanza
cambia de acera a poco que intente cruzársele
muchos son los
pájaros que se cuidan de anidar cerca de sus tribus
Señala
constantemente rutas para no tener que saberse en un camino
No está perdido:
está desaparecido de su condición de especie
***
UÑAS
En la caída de los
párpados, de las ubres, de las manos deformes
quisiera ser uña
febril
Uña para arañar la
tierra de los hombres que existen muertos
Uñas que rasgaran
el cartón-piedra y la estupidez-acero de todas las fronteras
Uñas con memoria de
liquen y bosques colectivos
Uñas capaces de
acalorar un pezón tibio y una baja por depresión
Uñas desenfrenadas frente a las garras de los monos locos
Uñas soy
es todo lo que traigo a este fin de fiesta
***
RE-ESTRENOS
Al final nos
abrazaremos como coyotes marchitos
con algo de suerte
ascenderemos como labio de savia
para cumplir el beso
energetizante de la fotosíntesis
Al final seremos de
nuevo caldo de ancestros
semillas y carbono
para que todas y todos podamos
nuevamente volver a
soñar
Al final la vida
estará como al principio:
dilucidando si
existen formas de imaginar que no degeneren en pesadillas
Ángel Calle Collado. Mamífero en extinción. Huerga & Fierro, 2019.
domingo, 13 de octubre de 2019
Policía de una República Bananera
Yo no me hice policía para desahuciar
gente
ni para disolver manifestaciones.
No me hice policía
para detener a parias hambrientos
ni para proteger a ladrones de guante
blanco.
No me hice policía para deportar inmigrantes.
Por supuesto, no me hice policía
para desfilar tras un paso de la (SS)
Semana Santa
y jamás para torturar a nadie.
¿Lo entiendes hija de puta?
Tienes que entenderlo.
Le decía mientras con furia
golpeaba el rosto de la chica.
Esto no lo llevo a cabo por placer
lo hago porque tengo una hipoteca
mujer y cuatro hijos que alimentar.
Pero te juro que no me hice policía
para torturar a nadie.
Eladio Méndez. En Poesía & Harragas. Voces del Extremo. Moguer, 2019
sábado, 12 de octubre de 2019
viernes, 11 de octubre de 2019
jueves, 10 de octubre de 2019
ALL TOMORROW’S PARTIES
¿Qué
fue del que llevaba dentro de sí
la
maravilla de existir?
¿Qué
fue de tus búsquedas?
¿Qué
fue de tu mochila y tu saco de dormir,
tu
hambre de amor y autopistas?
¿Qué
fue de tus muñecas desolladas
en
calabozos de una noche?
¿Qué
fue de tu pelo largo,
de
los collares que llevabas al cuello,
de
aquel hermoso vestido
hecho
de harapos y sedas?
¿Qué
fue de la identidad ardiendo
en
una hoguera de billetes de a dólar?
¿Qué
fue de aquellos terrones de azúcar
que
otorgaban la certeza de que la vida
es
todo menos un velo ennegrecido?
¿Qué
fue del que quería vivir fuera del engranaje
y
estaba listo para pagar con soledad y pobreza su libertad?
¿Qué
fue de ti
cuando
todos los días
eran
días de fiesta?
Antonio Orihuela. Campo Unificado. Ed. Olifante, 2019
miércoles, 9 de octubre de 2019
MAD DAY OUT
Please, don't wake me, no, don't shake me.
Leave me where I am, I'm only sleeping
The
Beatles. I'm Only Sleeping
28
de julio de 1968, un caluroso día de verano
que
The Beatles pasarán haciéndose fotos
para
el Weezer, el Blue Album,
el
doble álbum de tapas azules
que
está a punto de salir
y
que tienen que promocionar
aunque
a ninguno le hace mucha gracia la idea.
Hace
dos años que no salen de gira,
que
no se hacen fotos juntos.
Han
cambiado tanto,
que
ninguno se reconoce ya
en
las fotos que promocionan a The Beatles.
El
mal rollo entre ellos planeará
durante
aquel día que todos querían
que
terminara lo antes posible.
Tal
vez sea idea de Yoko
el
que se fotografíen junto a la tumba de Karl Marx,
en
el cementerio de High Gate, al norte de Londres,
pero
se quedan a las puertas, en un banco,
están
cansados de tantos días de grabación en el estudio,
van
pasados de porros, afloran de nuevo las viejas rencillas,
los
amagos de bronca, los reproches, los sermones,
el
aire se carga de electricidad
y
ellos, más que marxistas, son del Liverpool,
así
que vuelven a subir al coche
y
ponen rumbo sureste hasta los jardines
de
la vieja iglesia de St. Pancras,
en
el límite entre Camden Town
y
la estación de King’s Cross,
cuando
el andén 9 y ¾
estaba
en un trozo de cartón
o
en un dado de azúcar,
cuando
era tan fácil entrar en Hogwarts,
en
el submarino amarillo,
en
el agujero de conejo
donde
Alicia te dice que,
porque
nunca más volverás a casa,
debes
amar a todo el mundo,
y
el resto de las palabras
fluyen
como lluvia interminable
en
un vaso de plástico.
Don
McCullin les tomará esa tarde la foto
que
ilustra la doble cara interior del álbum azul,
fotografía
a The Beatles detrás de las rejas
que
separan la iglesia de St. Pancras de los jardines,
mezclados
entre la gente humilde que vivía entonces
en
aquellos barrios obreros de Londres,
los
fotografía hechos un racimo con toda aquella gente solitaria
que
pasea entre las tumbas, lee el periódico en los bancos
o
pisa los granos de arroz que dejaron los recién casados
entre
charcos de tristeza.
Neil
y su hermano Iam, que vivían allí al lado,
y
estaban jugando cuando llegaron The Beatles,
se
fotografían junto a George Harrison,
su
abuela está detrás, en la mano izquierda
sostiene
un papel y el lápiz
con
que los tres Beatles le han firmado autógrafos,
falta
John, a quien Yoko Ono lleva todo el día
reclamándole
atención, chupando cámara
y
echando broncas porque no comparte los criterios
de
los fotógrafos contratados para ilustrar el disco.
Los
cámaras van poniendo y quitando gente,
buscando
el mejor encuadre, la mejor composición,
probando
con todo tipo de personas
que
han acudido a curiosear.
La
sesión junto a las verjas se prolonga
y
Neil, que apenas tiene cuatro años, cansado,
termina
por sentarse en la rodilla de George,
para
ganar profundidad de campo,
Don
McCullin le dice a uno de los niños
que
se coloque delante de la verja.
Un
chico rubio que quién sabe si,
unos
años después,
escuchará
el color de sus sueños
o
hará cosquillas al dragón dormido,
pero
que en ese instante nos mira de frente
y
en sus ojos nos está diciendo
que
ve a Dios en cada brizna de hierba.
Yoko
desaparece de la foto final,
aunque
había estado junto a John todo el tiempo,
las
malas lenguas dirán que solo pudieron con ella
a
golpe de aerógrafo, tampoco saldrá la novia de Paul,
las
casas de discos no quieren novias en las fotos de The Beatles,
solo
quieren
lo
que ya no existe.
martes, 8 de octubre de 2019
LA MUERTE DE UN MUJERIEGO
Una
vez hubo un hombre
que
leía poemas chinos
y
creía que una canción podía alterar
el
curso de la caída de las flores.
Este
hombre que buscaba la pureza, frió huevos,
durmió
en la terraza de una pequeña casa en Hydra,
bebió
metaxá en las tabernas del puerto,
bailó,
anduvo descalzo y sin camisa,
fumó
en los hoteles y a ratos
cantó
canciones tristes
que
Sasaki Roshi
no
encontraba suficientemente profundas.
Este
hombre, que se enamoró de la rubia Marianne
y
de una dulce mecedora con forma de tijera,
descubrió
que todo en el Chelsea Hotel estaba hecho de LSD,
mientras
Janis le cantaba, desde el alféizar de una ventana,
que
el amor, cuando se acerca a su fin,
se
siente como una bola y una cadena
que
no sabes cómo desatar.
Este
hombre, que odiaba a la Velvet,
mitigó
su dolor escribiendo poemas dentro de una bañera
cuando
Nico le partió el corazón.
Este
hombre, que amó como si fuera el pájaro en el alambre
que
vuelve en todas las estaciones,
solo
con Suzanne fue a comer naranjas junto al río.
Este
hombre, que rezaba para que todas las mujeres le amaran
y
también rezaba para que ninguna mujer le amara,
es
ahora una hermosa cuenta en el collar del tiempo.
Cayeron
los caparazones, terminó el crédito
y
no has salvado al mundo, Leonard, pero
aún
cantan los grillos
y
temblando, en silencio,
te
escuchan todas las novias.
lunes, 7 de octubre de 2019
ILUMINACIONES / SUNFLOWER SUTRA
El
niño y el lobo que dejaron sus huellas
bajo
el panel de los leones de la cueva de Chauvet
con
cinco mil años de diferencia.
El
que se proclama rey de la creación
y
a continuación convence a otro
para
que cargue sobre sus espaldas
con
el saco de bacalao.
El
remero griego que aterrado por el color de las aguas del Tinto
lo
bautiza con el nombre de río del olvido.
El
barco fúnebre cargado de espadas de lengua de carpa
que
arde en la ría de Huelva.
Hammurabi,
que pensaba que sus mayores enemigos
eran
los asirios y elamitas
y
no las hamburguesas y Walt Disney.
Sócrates,
con coraza de hoplita, hostigando a los corintios,
para
salvar la vida a su enamorado Alcibíades
herido
en la batalla de Potidea.
Felipe
II encargándole a fray Andrés de Urdaneta
una
nueva expedición a las Islas del Poniente
con
la misión “de saber volver, porque la ida ya es cierto”.
Martín
de Roda volviendo con más de cien libros
del
primer viaje de un español a China.
Baruch
Spinoza soñando que pule
un
cristal con un claro laberinto dentro.
Tristan
Corbière escribiendo en Les amours jaunes
cómo
del regalo puro de tu cuerpo
recoges
mi tristeza con una toalla azul.
Anna
Chimyakina disculpándose ante su marido
por
haber colgado boca abajo Improvisación 4
mientras
él permanece embelesado en esas formas y colores
que
cuando pintó el cuadro no había visto.
John
William Godward escribiendo en el reverso del sobre
donde
le manda su marchante de New York una carta
felicitándole
por las ventas de sus últimos cuadros
la
palabra GAS.
Ácrata
Vidal diciéndole al director de su periódico que,
siguiendo
las indicaciones del Sindicato de Artes Gráficas de la CNT,
los
linotipistas no montarán ningún artículo que denigre
o
vaya en contra de la clase obrera.
Plató
Peig ofreciendo sus versos surrealistas
en
la humedad roja y verde del cabaret La Sirena
a
cambio de cocaína, absenta o cafés con leche.
John
Cage esperando a Richard Buhlig
durante
doce horas en la puerta de su casa
para
pedirle que toque para él el Opus II
de Shönberg.
Buenaventura
Durruti bromeando con Clemente Cuyás,
dentro
de un Packard camino de la Ciudad Universitaria,
sobre
el coche de la lluvia que había visto
en
la galería Pierre de París.
Bessie Smith murmurando
Belchite, Belchite,
en
la ambulancia que la lleva
por
una larga calle solitaria de Clarksdale.
Juan
Ramón Jiménez sentado en un banco de la plaza de Saint Sulpice
paralizado
por la ignorancia, la sordera, la indiferencia de Francia
a
la guerra de España.
Giacinto
Scelsi componiendo Pranam II sobre
una sola nota.
Albert
Hoffmann regalándole a María Sabina
una
bolsa con pastillas de psilocibina
que
había sintetizado en su laboratorio.
Cary
Grant, rescatado del alcoholismo por el LSD,
pregonando
a los cuatro vientos
que
la hierba es más verde de lo que creemos.
Allen
Ginsberg, un amanecer muy frío de morfina y metanfetaminas,
volviendo
tras los pasos de la niña que caminaba asustada
por
los muelles de Lower East Side
comiendo
los primeros tomates venenosos de Norteamérica.
The Velvet Underground
cantando “The Nothing Song”
en
la película Batman Drácula de Andy
Wharhol.
Lawrence
Ferlinghetti sorprendido por un vendaval en la cala de Maro
el
día que yo nací, y donde hicimos un refugio de hojas y juncos
el
primer verano de nuestro amor.
Lew
Welch adentrándose en el bosque
para
reclamar una forma nueva
y
seguir aprendiendo.
Salvador
Puig Antic cruzando su mirada
con
un anciano de sesenta años llamado Antonio López Sierra.
Eight Finger Eddie
escribiendo My rise to relative obscurity
en
un cafetín de Anjuna.
El
dictador que, como los antiguos faraones,
hizo
que veinte mil esclavos le construyeran una tumba
para
enterrarse en ella rodeado por 33.800 personas
que
él mismo había mandado asesinar.
Mariluz
Nájera camino de Callao
una
fría mañana de enero
en
la que se cruza con dos hombres que empujan un Dodge.
Herbert
Huncke cerrando sus ojos de yonqui agradecido
en
una habitación del Chelsea Hotel pagada por los Grateful Dead.
Juan
Carlos Valera con un Cheiw en la boca
conduciendo
su Alfa Romeo Pininfarina por la N-332
bajo
los cielos nublados de la playa del Carritxal en Villajoyosa
el
día de la cremación de Cögyam Trungpa.
Uberto
Stabile mirando cómo descarga en los aleros del hotel Las Palmeras
la
misma agua que fluye turbulenta bajo el puente colgante de Occidente
en
Santa Fe de Antioquía.
Javier
Corcobado cantando “Cien mil caballitos de anís”.
Las
manos vacías y los pies llenos de barro de Nanao Sakaki.
Silvio
Fernández Melgarejo muriéndose de sí mismo.
La
luz filtrándose a través de los pétalos de un lirio de agua
el
primer día de la última primavera de Joanne Kyger,
y
mi hermano Jorge que me toma del brazo para pasear
y
me dice que esto de la poesía va de estar atento,
celebrar
la vida, no acostumbrarse, encontrar cosas
y
recibir regalos.
Sí,
girasol, que giras sin cesar en esta corriente sin peces,
donde
todo ocurre como en un sueño bajo los almendros,
por
dentro todos somos dorados girasoles, no dejes
de
danzar.
Antonio Orihuela. Campo Unificado. Ed. Olifante, 2019
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