22.
me
decías en el teléfono
-voy
a acabar la prepa-
luego
lo volviste a decir,
hace
dos días
y
yo pienso: no, este tipo,
no
va a acabar
la prepa,
va
a acabar con todo
va
a dinamitar los puentes
va
a hacer explotar las construcciones de reforma
va
a derrumbar los edificios
va
a acabar con todo
cuando
has terminado de explicarme tus razones
me
he perdido imaginándote
como
el hermoso terrorista
que
en verdad eres
¿entiendes
por qué –preguntas-
voy
a acabar la prepa?
mi
silencio te responde:
“sí,
porque
vas a acabar con todo”
25.
hay
fuegos
que
no temen el después
que
tatúan de miradas la epidermis
que
destruyen el concreto
los
mapas
las distancias
todas
las fronteras
hay
fuegos que no temen arder
(ni
consumirse)
hay
fuegos que palpitan debajo del invierno
inventando
madrugadas
hay
fuegos
que
están muy cerca del infierno inventando el paraíso
hay
fuegos
que
ni con hielo
hay
fuegos
que
ni en medio de un diluvio
sí,
hay
fuegos
que
no temen el después…
DE
“QUÉ IMPORTA”
DE
CALLEJONES SIN SALIDA
Me
bailo y soy cabeza de trompo
Me
beso y soy amarga fuga de la llama
Me
llamo y soy una marioneta
Me
caigo y soy recargo de autobuses
Me
toco y soy pared de vasos rotos
Me
cuento y la suma es menos uno
Me
uno al mundo y el mundo se tropieza
Me
empiezo y soy yo la que termina
Me
mino y explota el ojo equivocado
Me
evoco y todo lo trastoco
Me
juego y el fuego no calienta
Me
aliento y la brisa desengaña
Me
empaño y la música asesina
Me
mato y no acabo de morirme
Me
revivo y no acabo de vivirte
Me
vierto y no acabo de servirte
Me
araño y no sangra lo que toco
Me
casco y la cáscara se pudre
Me
puedo y ni siquiera me rebelo
Me
espero y la espera es momentánea
No
llego y el instante se hace araña
Me
lucho y no gano nada en la batalla
Me
tallo y la madera se hace trizas
Me
muero
de la risa
y
asisto a mis entierros
Me
entierro y mis manos quedan fuera
Me
fuerzo y la fuerza es de juguete
Me
meto y no existen las entradas
Me
pago y el dinero no lo cobro
Me
corro y mis zapatos se detienen
Me
tengo y me aburro de mis manos
Me
amo y el amor es agonía
Me
escribo y ni siquiera me describo
Me
violo
y
soy puta que se paga
Me
paro
y el
camino sigue andando
Me
ando
y
todas las calles son cerradas
Me
cierro
y
cada poro es una fuga
Me
fugo
y
todo el mundo es una cárcel
Me
calmo
y
es la calma toda prisa
y
la prisa me hiere
y
es sonrisa
Me
bailo
y
soy trompo de cabeza que
t
r
o
p
i
e
z
a
HANSEL
Y GRETEL
1
El
bosque desapareció
sólo
quedaron las migajas…
2
Para
encontrar el camino de regreso
nunca
fueron suficientes
las
migajas
CADÁVERES
Tengo
una capacidad casi envidiable de ignorar lo que sé, de hacerme no
saber, de ignorar las alarmas que suenan en los puertos
de
ignorar la gota que cae insistente sobre mi frente hasta llegar al
hueso y del hueso hacer un agujero doliente, pero yo ignoro la gota…
cierro
los ojos, ignoro la gota; me digo
la gota no está ahí no hay una gota cayendo sobre mi frente,
no me estoy enfermando de mundo, un mundo inmundicia lleno de
cadáveres, lleno de revisitaciones cansadas y aburridas sobre los
mismos temas de la historia humana, los mismos estúpidos temas
repetidos hasta que el cansancio deja de ser cansancio y se convierte
en resignación, una resignación que cada uno carga como la etiqueta
que hay que portar para ser parte del mundo -para ser invitado a sus
festejos- para lograr entrar en
cada casa
edificio calle y oficina
una
etiqueta de resignación casi comparable a la felicidad, una
felicidad inútil, una felicidad estúpida, una felicidad de 3 x 1:
barata de temporada, venta de temporada
compre
su estúpida sonrisa y le regalamos otra en caso de que el alma se le
cruja. compre su estúpida sonrisa y le regalamos una máscara
perfecta de resignación
acomódese,
póngase cómodo:
acostumbre
sus fosas nasales a la mierda
acostumbre
sus papilas gustativas a la mierda
acostumbre
sus ojos a la mierda,
-sonría,
siéntese derecho, quédese en paz-
no
mueva nada de su sitio o el puto mundo se nos caerá encima
haciéndose añicos y haciéndonos añicos…
no
respire, es decir respire poco, apenas lo suficiente, ya no queda
aire para todos, ya no queda espacio para nadie,
ya no queda nada,
pero no importa, ya no queda nada
para
nadie
ya no queda nadie
para nadie,
ya no queda nadie
cadáveres
sonrientes me rodean
cadáveres
con casas
cadáveres
con hijos
cadáveres
con puestos/escritorios
cadáveres
con cosas importantes
cadáveres
con sueños a futuro,
cadáveres
convencidos
de
que
están
haciendo su
vida…
MIENTRAS
DURE LA CAÍDA
No
entiendo nada, aunque lo sospeche todo. La sospecha es ya en sí
misma una certeza. La certeza de una herida. Una herida
que no cierra, pero que sigue negándose a sangrar.
Es
sábado. Hace frío. Sigo enferma. ¿Enferma de qué? Hay
un poema para esto –pienso- sé que es de Pessoa pero no lo
recuerdo.
Se
me acabaron los cigarros. Los cigarros tienen la maldita costumbre de
acabarse en los peores momentos, justo cuando uno más necesita de la
nicotina.
Salgo
al mundo, una cuadra de mundo otra vez, hasta la tienda. El viejito
de tienda me pregunta “¿Cómo estás, m’hija?”. Oigo el
m’hija y me dan unas tremendas ganas de llorar…
Quiero
decirle que estoy de la chingada, quiero decirle que me acabo de
hacer añicos en la esquina justo antes de cruzar la calle, que por
eso le estoy comprando dos cajetillas de delicados con filtro a una
hora tan temprana.
Quiero
decirle que sospeche. Que la herida. Que estoy enferma. Que tengo
fiebre. Que la lluvia de este día.
Quiero
decirle que mis gatas no me hablan. Que quiero reventarme, que quizá
ya me rompí. Que las palabras me traicionan. Que si no recuerda ese
poema de Pessoa. Que por favor me diga “Sal de ahí”.
Quiero
decirle que me duelen los poros y los átomos. Que la materia de mi
cuerpo es del tamaño de una ciruela. Que el vacío con comprobación
científica. Que el movimiento y el espacio entre los electrones.
Que
la música taladra mis tobillos, mi talón de Aquiles. Quiero decirle
que el futuro, que la primera sílaba de la palabra futuro. Quiero
decirle que -El
mundo es un gran pastel de mierda-.
Que
el cadáver de Omar se pudrió en una cajuela bajo el implacable sol
de Tijuana.
Quiero
decirle que el amor no existe y quiero decirle que mí amor sí
existe.
Quiero
decirle que más que los delicados necesito un paracaídas. Que
quiero emborracharme. Que me regale una botella de vodka. Que nada
sirve para nada. Que no lloro. Que yo no lloro, que me atraganto con
mis lágrimas. Quiero decirle que en lugar de llorar vomito sobre el
lavabo todo el miedo.
Quiero
decirle que me regale 1000 cervezas si está seguro de que la
congestión alcohólica va a matarme. Quiero decirle que Nacho Vegas
y Juan Perro. Que “hay días en los que valdría más no salir de
la cama”.
Quiero
decirle que mis náuseas, que mi desencanto. Que vivo en el filo de
una navaja; en el centro de una pistola recién disparada.
Quiero
decirle que estoy azul y sola y leyendo a Rafa Saavedra. Quiero
decirle que cada vez que oigo una patrulla estoy segura de que vienen
por mí. Quiero decirle que me duele respirar, que los
bronquios se me están reventando. Que mi sepulturero me está
traicionando. Que las horas extras, que el tic-tac de los relojes.
Quiero
decirle que este día no debería existir –y sin embargo, existe-.
Que me cambie las tres chelas por arsénico. Quiero decirle que yo no
soy yo, que no estoy parada frente a él, que los latidos de mi
músculo cardiaco son una farsa.
Quiero
decirle:
¿Por qué no se muere de una puta vez y me muero yo y nos morimos?
En
lugar de todo eso le digo: “Bien” (y hablamos del clima…)
Entonces,
cuando me da el cambio, me pongo a llorar como una idiota enfrente
del mostrador.
Patética
y avergonzada cruzo la calle. En la esquina el viejito me alcanza:
“M’hija, le regalo estos” (Me pone en las manos una bolsa de
kleenex).
Camino
otra vez mi cuadra de mundo y justo al sacar las llaves enfrente de
mi puerta miro la bolsa de kleenex.
Y
no sonrío, pero pienso que -a veces- a este enorme pastel de mierda
hay quien sabe ponerle una velita…
DE
“RIVOTHRILLER”