para Manuel Vilas, Lucas “El koalapuesto”, Indio
Zammit,
Martín Rodríguez-Gaona, Jorge Riechmann, Juako Escaso,
Javier GM, Michael Collins y toda la gente que hace
Buah!
Aparco
el Méhari bajo los pinos
siguiendo
las instrucciones de los Apeiron:
Despacio, más despacio,
quiero aterrizar sin
hacerme daño,
está muy lejos tu
corazón
y muy cerca el espacio.
Me
asomo a la noche
buscando
en el cielo
a
HD-209.458-b,
un
planeta con oxígeno
y
carbono en superficie
a
150 años luz.
Demasiado
lejos para poder mudarnos
cuando
arrasemos éste.
Pero,
quién sabe,
tal
vez alguien encuentre la manera de dar el salto,
aunque
hasta que no necesiten mano de obra abundante y
barata,
para
qué se iban a molestar en llevarnos.
Tendremos
que conformarnos
con
tratar de seguir mejorando nuestros hábitos politóxicos
para
resistir aquí, perfeccionar nuestra capacidad para comer mierda,
aunque
en esto los de Huelva ya somos unos fenómenos,
homínidos
desgajados de los sapiens, fijo.
En
cada inhalación un onubense
puede
llegar a meterse por el buche 250 sustancias tóxicas diferentes
y
tan fresco,
así
que por qué no ayudarnos con otras cuatro o cinco más
aunque
no estén fabricadas por las empresas del polo químico,
no
creo que sea muy dañino, al
menos
ninguna
cajetilla de tabaco del Ministerio de Sanidad
comenta
que vivir en Huelva sea muy perjudicial
para la salud,
así
que sigamos entrenando porque me espera un verano salvaje,
no
dejemos que el desencanto salga a nuestro encuentro.
Me
asomo a la noche, veo a los míos,
todo
lo que tenemos cabe en una bolsa de basura,
pero
estamos juntos en nuestros sueños eléctricos,
en
medio de estas dunas
que
tampoco escaparán al capitalismo.
Suenan
Vivian Girls, Dum Dum Girls, Oneida, Punsetes,
parecen
que todos tocan para cada uno de nosotros.
No quiero trabajar,
traedme dinero,
billetes mejor;
si no me vale suelto…
¿Dónde
están aquí Deleuze, Hakin Bey, Toni Negri y López Petit?
¿Esto
qué es? ¿Una zona autónoma, una multitud,
un
éxodo, un rizoma, una política nocturna
o
una rave sin pulsera ni pegatina
que
nadie sabe quién convocó
dispuesta
a reventar la noche de deseos?
¿Por
qué cuando late la vida
nosotros
la confundimos con palabras
o
con Amador Fdez. Savater?
Pibas,
birras, pelas.
Epanadiplosis,
quiasmo, retruécano, polisíndeton.
¿En
cuál de los dos versos te vas a quedar para vivir?
Se
puede vivir a lo loco, a lo necio, a lo Goldman Sachs,
pero
el dinero deja de tener valor
cuando
atraviesas la linde del bosque,
cuando
dejas atrás la ciudad, la estupidez,
el
látigo del consumo, los corazones de veinte duros.
¿Por
qué hay montañas?, cantan Cymbals Eat Guitars
en
esta playa ligeramente cercada por la bruma.
Pues
para que haya gente que pueda escalarlas, me dice Tenzyng Norgay.
Las
montañas son las madres de todas las cosas,
me
susurra Pasam Lhamu mientras bajamos juntos
por
la ladera sur de un grano de arena llamado Sagarmatha.
Me
bebo mi cubata de un tirón,
me
pongo otro, mitad de ginebra y mitad de hielos con tierra,
entran
The Secret Society
…quise creer en todas
las señales
pero todas las pistas
fueron falsas…
Me
concentro en el mar, en la espuma gris que vomita sin parar.
Los
chavales de speed se la tragarán dentro de unas horas
como
si fuera JB o Malibú con piña, mientras
el
aire fresco de la noche
nos
trae nuestras buenas dosis de cianuro,
de
amoniaco, de benceno que llegan desde la refinería.
Bailemos
para que se mezclen bien con los cristales de M.
Las
luces blancas de las fábricas son tan bonitas
que
casi duelen, parecen una estación espacial,
una
luna de cuarzo,
un
monumento a la economía.
Dejemos
que nuestros pies dibujen en la arena
toda
la indomable belleza que aún late y se estremece
en
nuestros corazones
y
que nunca nos atrevimos a tejer ni imaginar.
Abre
otra cerveza, paladea este veneno,
sigue
la pista, Dios está en todas partes,
procura
llegar con tu lengua a su corazón.
Ascenderé
por este cielo recién pintado.
Mi
alma corriendo detrás de una promesa,
sin
rumbo por el aire, en manos de antiguos vientos,
sobrevolando
una extraña cartografía donde resplandece lo secreto,
buscando
una enseñanza que no valdrá nada para los demás.
Al
alba habrá sonrisas, balbuceos, emoción,
ojos
cegados por el sol, cuerpos gastados,
vestigios
de algo sin nombre que fue exclusivamente de cada uno,
pero ahora suenan The Pains
of Being Pure at Heart, los Kokoshca
y
la gente se arremolina a saltar:
Amigos como azucarillos
que endulzan la noche
se disuelven después
no los vuelvo a ver.
Y danzamos como hienas
en busca de eso
que tú llamas amor.
Y morir como borrachos en cualquier lugar
y nadie hablará de
nosotros más
y acabar con mis amigos
bebiéndome a tragos
toda mi juventud
Es la fuerza
es la fuerza
esa fuerza te lleva.
Todas
las vidas son extraordinarias,
pero
con este vacilón
yo
ya no sé bien cuánto hay de verdad
y
cuánto de compartido en medio gramo de éxtasis.
¿Qué
piensas hacer?
Cómo
podrás diferenciarte de tu sombra.
Cómo
sabrás si eres tú el que anda en posición erguida.
Cómo
saber si en verdad somos la sombra de un sueño,
la
raíz de un engaño.
Tal
vez deberíamos quedarnos aquí
y
luchar contra todos los simulacros,
todas
las servidumbres.
El
capitalismo va, pero no sabe a dónde va,
se
ha vuelto completamente punk: No future.
Se
come en segundos décadas de luchas.
Si
luchas puedes perder,
pero
si no luchas estás perdido,
a
la intemperie del mercado,
donde
por la mitad de precio
han
conseguido esclavizarnos el doble.
Llámalo
crisis, llámalo otros están aún peor,
llámalo
arrimar el hombro, llámalo miedo,
pero
empuja en silencio hacia adelante,
porque
la máquina no puede parar.
Nos
van a privatizar hasta el flequillo.
Maquíllalo como quieras.
Pippi Calzaslargas tenía un conjuro para
desaparecer,
no
recuerdo bien lo que decía, pero cerraba fuerte los ojos
o
tal vez saltaba sobre sí
esperando
que el planeta Tierra
girara
cambiando de posición.
Necesitamos
un libro nuevo donde leernos diferentes,
necesitamos
un desear no atrapado por la publicidad,
necesitamos
no poner el reloj para mañana,
necesitamos
retroceder hacia formas de vida no destructivas,
necesitamos
dejar de ser nuestro propio enemigo,
pero
el capitalismo es un gran maestro de ceremonias,
produce
escasez, dietas, supermercados, miseria,
trajes,
cosméticos, policías, accidentes laborales,
pantallas,
jornadas de 16 horas, muros de carga,
resignación,
silencio, cacerías humanas, blindados,
lo
único que le podríamos robar legalmente es tiempo,
pero
no, mejor horas extras, destajo,
contrato
por obras y sevicias, cabecitas agachás.
El
caso es que algo impensable se ha roto
y
ya todo es posible, aunque nos aferramos
a
la posibilidad más remota:
que las cosas vuelvan a la normalidad.
Protestar
parece inútil. Los poderes políticos
hace
tiempo que desconectaron de la sociedad,
saben
que pueden pasar perfectamente sin ella,
y
si todo se hunde,
¿por
qué no participar activamente en el hundimiento?
Tal
vez la forma de combatirlo no sea luchar contra él,
sino
ignorarlo, crear una realidad alternativa,
hacer
como si fuera posible trabajando por ella.
Nadie
debería consolarnos por esta vida que llevamos,
deberían
abofetearnos por esta vida que llevamos,
y
deberíamos encontrar fuerzas en esas bofetadas
para
cambiar de vida.
Yo
hablo y yo me respondo. ¡Qué pobreza!
¿Dónde
está el espejo que media entre los dos?
¿Cuándo
se termina la edad de los errores?
El
delirio, el colirio.
La
vida se quemó, a pesar de los besos,
de
lo enamorados que estuvimos,
de
la tormenta constante que fue nuestra juventud.
Si
volviese toda esa inocencia,
no
sabría qué hacer con ella.
Villa
Kunterbunt, ¿dónde estás
con
tu árbol del que brotaban botellas de refresco
y
barritas de chocolate?
Las
arenas de Libia, ¿dónde están?
Pegajoso,
transparente y brillante es el amor, me dices
en
esta noche cuando declaramos
el
estado de felicidad permanente,
la
ceremonia de la adoración de la vida,
de
la sed, de los cuerpos desnudos que bailan bajo la luna,
de
las caricias que mañana no recordaremos.
Por
eso están aquí la poesía,
los
corazones que palpitan de verdad
y
el mundo constantemente falsificado.
La
era hippie ha muerto, me dices,
alguien
cambió el LSD por el LCD,
el
viaje interior por un televisor con muebles del IKEA.
Parece
un chiste malo, pero es lo que hay.
Hemos
perdido el camino de vuelta a casa,
hemos
perdido la estrella dorada.
Seguimos
luchando, pero nos equivocamos de lucha,
deberíamos
tirar la toalla, la oficina,
el
ordenador, la depresión, el televisor,
constatar
que la vida pasa demasiado deprisa
para
tratar de entender este mundo
donde
no hay nada que entender
y
mucho de lo que dimitir.
Nunca
vamos a ser millonarios,
ni
zares del ladrillo, ni héroes deportivos,
ni
estrellas de cine o rock and roll,
pero
sí podríamos aspirar
a
que nuestras mañanas no tuvieran amo.
No
merece la pena seguir alimentando esta ficción,
el
ocaso de la clase media, la democracia de mentirijilla,
el
espectáculo constante con que falsifican la vida.
Poseer
es ser poseído, decía Duchamp, el gran respirador que,
como
Juan El Camas, estaba orgulloso
de
no haber trabajado nunca,
porque
trabajar cansa, es un problema
que
hace que el vivir sea un trabajo.
Hay
que tomarse en serio el oficio de vivir
y
tratar de sortear el problema del trabajo,
del
robo que es todo trabajo asalariado,
de
la muerte de la vida que esconde esa transacción,
y
no deja de ser curioso que esa experiencia,
que
es común a casi todos los seres humanos,
apenas
haya dejado rastros en la poesía,
que
siga siendo un dolor del que nadie habla.
Atrevámonos
a vivir.
Atrevámonos
a ser felices.
Conspiremos,
ocupemos, autogestionemos nuestra vida,
escribamos
poesía para ella, no te rindas, canta Kop,
todo
está aún por imaginar
y
no hay libros de instrucciones para poder imaginarlo,
es
el momento de la dimisión,
el
anonimato, la dispersión,
la
huelga humana.
Busquemos
los rastros de carmín,
las
miguitas de pan, la isla Tortuga.
Qué
hermoso será volver allí a dormir,
sin
tormentos, sin preguntas, sin dilemas,
completos
en la felicidad del que sabe
que
no se ha equivocado.
Desaparezcamos
en el desierto de Abisinia,
entre
los camellos bactrianos del valle de Nubra
o
donde se pierden las vías de un tren
camino
de San Miguel de Allende.
Digamos
la sagrada sílaba que contiene la vida.
Digamos
NO, radical y democráticamente,
empecemos
a decir NO al tiempo de la muerte,
pongámonos
del lado de la apropiación,
la
deriva, la constelación, la inversión,
la
desmaterialización, la deflación del yo
en
la que tal vez aparezca algo realmente interesante.
Imaginémoslo cuanto antes,
porque
pronto tal vez no quede nadie para imaginar,
para
entender este dolor.
Amanecer
sin amo, quédate en mi corazón.
Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. La Baragaña, 2014