A
Ismael Cabezas
Ya no necesito agendas.
Llevo un libro de poesía en el
bolso
con papeles donde anoto
las citas del psicólogo
o algún esquema sobre la terapia.
Papeles como un ojo abierto.
En ellos anoto lo anónimo.
Lo insignificante cargado de
significado.
Metáforas de Szymborska
o de los yonkis de Isla,
como heroicos autómatas
de la supervivencia crónica.
Papeles que hablan más de las
esquinas
que del centro:
esa forma mía de leer
la vida ajena en los tendederos
o en los gestos de la gente
cuando ríen
o cuando comen sin dirigirse la
mirada ni la palabra.
La vida en minúsculas,
la que no se ve o se olvida.
Vidas sin fotos ni voz.
Vidas que no brillan.
Gente demasiado doméstica
que se llaman “cari” o “gordi” o
cosas peores.
Gente corriente que se sienta
a tu lado en el médico
o delante de ti en el
supermercado.
En un libro de poesía:
en mi bolso,
la vida,
todos los días.
CATALONIA
PLACE
A
Carles Mercader Fulquet
Estoy en la habitación del hotel,
junto a la ventana abierta.
Llueve.
Los turistas arrastran sus
maletas y el paraguas
con los dos brazos.
La ridiculez los salva de ser
nadie.
La habitación ya parece una casa.
Le falta la cocina, la radio,
el teclado salvífico de J.L.
En la habitación han ocurrido
cosas.
Silencios a gritos.
La cama parece el mundo entero.
Manchas de semen, tabaco y
cerveza.
Una caja MUY FRÁGIL con 400
carretes b/n,
bolsas, toallas, libros,
pastillas, bombones intactos.
Dos botellas de vino para Judith.
Unos enormes cojines negros, como
paladas de tierra
sobre las camas, ya tumbas de un
pasado.
Silencios a gritos.
Ayer fue muy bien el recital,
quise llamar a mi padre. Siempre
pienso en él cuando
estoy feliz.
J.L. se ha vuelto a dejar los
filtros y el tabaco.
Hemos estado jugando a lo de
siempre,
pero siempre es nuevo, el juego.
¿Dónde estará Nana?
La tarde de ayer fue bien roja y
la noche
fue blanca y hermosa.
Hablaban de Lizano y sus
cucarachas.
Yo lo besé un día,
ahora no lo haría pero ya está
muerto
y mira que hablábamos de
dialéctica.
En el recital, Nacho me cogió la
mano,
fue un gesto íntimo y bonito
mientras J.L. recitaba sobre
Alicia
y Carles hacía las fotos.
Silencios a gritos.
Me llaman Carles y Paula. Me
esperan abajo.
Cuando regrese, la habitación
se habrá comido a sí misma
en un orden de asepsia
y entraré siendo otra,
nueva como un alzheimer.
Pero todavía puede romperse el
mundo.
El martes naceremos otra vez
solos,
otra vez uno,
en la tercera planta
y la cocina y la radio y el
teclado
y Nana
y las maletas, como un corazón
abierto,
sin deshacer.
Y el mundo no se ha roto.
CRÍA
CUERVO
“Esos
hijos que ahora
devuelven
la mirada, pero no la sonrisa”
Fernando
Beltrán
Creo que tenemos pendiente
una conversación inédita.
De mi infancia o del resto de mi
vida,
ahora que mamá es vieja
y tú te comes el mundo
con un simple gesto de melena
negándome tu rostro.
Ahora que tú eres la protagonista
absoluta de tu vida.
Y yo soy una comparsa innecesaria
y molesta,
un zumbido viejo sin atractivo.
Sólo soy una madre,
hay muchas en el mundo.
Antes también era una madre,
pero entonces era exótico.
Ahora es ser una piedra
que pesa más que yo misma
y mi fracaso es la sombra
que ves proyectada en tus
espejos.
Será por eso que ya no regresas:
la casa está llena de telarañas
y una humedad que descompone
la paciencia.
Huele a viejo y a puchero rancio
de madre.
No más. Ya no soy de tu gusto
ni del gusto de muchos.
Pero escucha: estoy aprendiendo a
ser
de mi propio gusto.
Y eso es el alimento
de mi resurrección cotidiana.
Cuando regreses,
vas a asustarte de lo mucho
que he crecido en estos meses.
Ya soy más alta que tú.
Eva Vaz. Trabajo sucio. Ed. La isla de Siltolá. 2017
Fotografía de la antigua estación de DAMAS en Huelva
Eva Vaz. Trabajo sucio. Ed. La isla de Siltolá. 2017
Fotografía de la antigua estación de DAMAS en Huelva
Hay quienes saben muy bien qué son y dónde están las trincheras (sin comillas ni paraguas).
ResponderEliminarMe ha (en)cantado el poema.
S@alud