Recuerda,
cuando lleve puesto
el
traje de ausencia,
el
sudor de mi cuerpo dibujado en las paredes
o
el viejo pantalón de pana
colgado
silencioso, de su percha de madera
en
el armario de siempre.
Recuerda
entonces como era,
medio
sordo a palabras necias,
egoísta
de tu presencia,
ahorrador
de tanto mimo como me dabas
y
vigilante fiel de tu sueño cada noche.
Recuerda
cuando la voz no suene
desde
lo alto de la escalera,
ni
canturree canciones que no sabía
sin
apenas letra y escasa música.
Que
fui tu sombra de colores
todas
y cada una de las horas que vivimos
en
esta tierra misteriosa,
en
este mar medio prestado
y
en este cielo repleto de nubes rojas,
de
corazones blancos y hechizos sin terminar.
Recuérdame
como era,
un
leño ardiendo en el hogar.
***
De
pie en el andén de la vida,
lleno
el bolsillo de lágrimas,
al
saber que esa mirada se disuelve en el infinito
como
un terrón de azúcar, en el café de la mañana.
Quiero
decirte adiós y no puedo
al
verte subir las escalerillas de ese viejo tren
a
punto de partir a ninguna parte
y
sin regreso cierto posible.
Y
tú te aferras al pasamanos, con las fuerzas
de
quien piensa que quizás aún no es tiempo de idas,
tal
vez de recoger la cosecha antes que la lluvia arrecie.
El
silbato suena a tormenta,
el
rugido del motor a juicio final
y
los temblores del alma a ruptura del cuerpo con la tierra.
Madre,
buen viaje y dale recuerdos al viento,
para
que no deje de soplar hasta que salga de nuevo
ese
último tren de lejanías.
***
Sentado
en este viejo café,
nacen
poemas de aquella mi ciudad.
Noticias
que me obligan a maldecir
y
nadie me regala el tiempo
ni
me protege de esta ácida lluvia.
Aquí
y ahora,
indignado
y solo
no
rompo nubes a destiempo
ni
entierro relojes por doquier,
tan
solo, ventanas a la esperanza asomo.
Aquí
y ahora
Te
reto a ti, negociadora de utopías
maestra
de soluciones etéreas
a
sentarte a mi diestra
y
escuchar palabras renqueantes
que
te dedican las voces del extremo.
Aquí
y ahora
en
este viejo café
te
recuerdo tan próxima como ausente,
y
es que los tiempos pasan, como si pasar, fuera suficiente.
***
El
amor que llegó del mar,
infinito,
azul, sorpresivo,
unas
veces plácido,
amante
sin pretensiones,
y
otras, tormentoso,
con
traje suelto y al viento
vistoso
como abrazo íntimo.
El
amor que llegó del mar,
una
mañana de primavera
aún
mantiene firme el pulso,
serena
la mirada y verde la retama, verde.
Pasados
algunos años ya.
cuarenta
calendarios en la pared apilados
y
tú a mi lado, recién llegada
de
nuevo, del mar
siempre,
del mar.
***
Ahora,
cuando llega la noche
pongo
sobre las limpias sabanas
de
seda y hierbas del campo,
mis
pecados de siempre,
y
un guiño improvisado.
No
rezo, porque nunca creí
ni
en mentiras de oro
ni
en cenefas de mansedumbre.
Ahora,
cuando llega la noche,
me
abrazo a tu silueta
que
se dibuja sin tu quererlo,
sobre
mi pecho descubierto
y
mis manos vacías.
Solo
para decirte al oído,
muy
señora mía,
le
deseo felices sueños.
***
Un
café,
el
azúcar que corre por mis venas,
un
vaso de agua con gas,
el
alivio de un ventilador de techo
y
ciento diez palabras sembradas lentamente
sobre
el blanco de una hoja transparente.
Tu
sonrisa me emborracha,
amargo
el sabor de cada sorbo
pero
mas amargo todavía, el sabor de las noticias
de
los fracasos ya previstos y la libertad de los corruptos.
Un
café
sorbo
a sorbo.
Una
esperanza talada a destiempo,
y
al morir de nuevo el día,
una
fruta de temporada, sin mayores ambiciones.
***
No
vi esta vez plataformas gritando por la solución del problema.
No
vi carreteras cortadas ni contenedores ardiendo
en
las esquinas de la memoria,
por
semejante brutalidad.
Tampoco
escuché la indignación de los justos,
ni
vi las lágrimas de otras veces
derramarse
en las profundas aguas del Mediterráneo,
ni
oraciones por tanto cuerpo sembrado
en
la pleamar más irritante que conozco.
La
hipocresía ondea una vez más
en
lo más alto del mástil de la vida,
de
todas y cada una de las plazas del mundo civilizado,
de
todas sus calles y todos sus despachos.
Pero
al llegar la noche, desgraciadamente,
todo
va a seguir igual ................
José Luis Rúa. Estación término. Ed. Moreno Mejías, 2017
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