Mi alma, dispersa torna entre mi, reunido enjambre, por todos los caminos soleados de esta mañana
de primer estío. Las abejas que libaron tanta flor distinta se amontonan en mi corazón, y afanosamente, mezclando dolor y dicha, me labran una miel de suave oro.
Cuanto, inmensamente, me rodea, al quedar vacío de mis locas dudas, !me parece tan limpio y tan nuevo! El viento, la flor, el agua, el sol, el pájaro... !qué bello es todo, otra vez y qué en su sitio está -como en mi confiada adolescencia!
!La vida pura y yo! !Qué libertad la nuestra! Sobre el cimiento firme, la torre espiritual, detenida un tiempo triste, sube serenamente cielo arriba. -Ninguna fuerza del alma gastada en vano-. !Y las campanas claras del entendimiento cantando todo el poder interno a lo infinito!
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. 1913-23. EL OJO NO VISTO DEL MUNDO. Antología de prosa y verso. Ediciones Amargord. Antonio Orihuela, compilador.
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