En
las casas, en las calles, en los campos,
en
el océano y en el desierto,
en
las pantallas y en el aire…
violencia,
bioluminiscencia,
violencia
de género, violencia machista,
violencia
doméstica, salvaje,
bioluminiscencias
en todas partes,
violencia
en las bandas,
en
los hechos terroristas, los atropellos,
las
detonaciones, los atentados,
biología
de la violencia,
peleas,
palizas, masacres
en
las gradas, en el césped,
en
los estadios del deporte,
violencia
en las cifras y en los records,
bioluminiscencias
del dinero,
del
poder, imperial biología,
atómicas
las pruebas,
nucleares
las pruebas,
sin
parangón en los mares y en las arenas,
Y
tú y yo mirando la pantalla,
de
la tele, del smartphone, del youtube,
la
pantalla del cine de las películas violentas,
violentas
y de estreno
violentas
y de éxito en la taquilla,
la
pantalla de tantos videojuegos.
Bombas
en el aire,
misiles
en el aire,
gases
mortales en el aire,
armas
para los sin almas,
armas
para matar cuerpos,
armas,
armas, más y más armas,
cifras,
imágenes, fronteras,
alambradas,
cárceles, campos de concentración,
armas
y el realizador de las noticias
de
cualquier canal de televisión
que
decide repetir una y cien veces
la
violencia de los hechos,
la
violencia con su bioluminiscencia,
y
tú y yo haciéndonos inmunes
a
tanta sangre, a tanta muerte.
Violencia,
biología de la violencia viva,
violencia
de los vivos para con otros vivos
porque
los muertos ya no hablan,
ni
pueden contar lo que nosotros sabemos.
En
las casas, en las calles, en los campos,
en
el océano y en el desierto,
en
las pantallas y en el aire…
en
cualquier templo y hasta en las escuelas,
violencia
de género, violencia de especie.
Nadie
se atreve a poner la otra mejilla,
todos
quieren ser como el Trump que más tiene,
como
el norcoreano que más se atreve
a
desafiar al que más tiene,
ellos
la tienen más grande,
la
bomba, la atómica, la nuclear,
el
misil más grande, más mortífero,
las
más grande sinrazón,
violencia
viva, planetaria,
civilización
de la violencia,
historia
de la violencia
que
es la historia de la humanidad.
Mañana
saldrás a la calle
y
verás un gran camión acelerando
por
la acera que recorres cada día,
atropellando
a tus vecinos,
atropellando
a los niños, a los ancianos,
atropellando
mujeres embarazadas,
atropellando
parados y obreros,
decenas
de muertes en tu calle.
Por
la noche todos los canales
de
tu tele reproducirán cien veces
tu
calle, a tus vecinos muertos,
atropellados
por decenas.
Pasado
mañana será tu equipo
quien
agache la cabeza
en
el minuto de silencio
por
un hincha más muerto en las gradas,
en
los alrededores del estadio de tu equipo
o
en cualquier bar de tu barrio,
de
tu ciudad, de tu pueblo.
Ellos
agacharán la cabeza
pero
seguirán cobrando cifras inmorales
para
víctimas inesperadas, víctimas al azar.
Y
la semana que viene despertarán
mal
cagados y mal follados
el
Trump o el norcoreano y querrán
apretar
el botón y apretarán cientos de botones
y
de cada uno saldrá un misil
o
una bomba atómica, o nuclear,
un
proyectil de magna bioluminiscencia,
que
el planeta entero podrá contemplar
por
la tele, por internet o por algún youtuber.
Comenzará
la fiesta, el carnaval,
la
liturgia global, el doctorado de la violencia,
en
las casas, en las calles, en los campos,
en
el océano y en el desierto,
en
las pantallas y en el aire…
en
los tempos y en las escuelas,
en
la pólvora escondida de nuestras entrañas,
en
los genes y en las vísceras viperinas
que
nos encumbran al insulto, al ataque,
al
golpe, a meter el codo, al instinto distinto.
Comenzará
la bacanal de sangre,
todos
seremos guerreros, partícipes
de
la fiesta, del carnaval y de la liturgia,
seremos
peones y reyes al mismo tiempo,
seremos
violadores, asesinos, terroristas,
seremos
ultras, Trump y el norcoreano a la vez,
y
en nuestro rostro la bioluminiscencia
de
todos los focos, de todas las cámaras,
correremos
delante de las bombas
o
las dispararemos sin cautela.
Violencia
viva, planetaria,
sin
límites me temo,
y
no por la justicia ni por la libertad.
Violencia,
biología,
violencia
de género y de especie.
(Que
alguien ponga ya The end
y
nos levantemos de nuestros asientos…)
J. Seafree
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