Supongamos que sostenemos la verdad
a pesar de todo.
Supongamos que Dios no está de nuestro lado.
Sabemos que la sinceridad aísla,
que hemos fracasado,
no hoy,
moriremos en el fracaso.
Nos parece lejano un tiempo
en que todo era cierto.
Un tiempo sin más que se desmoronó,
insostenible.
La mirada del asesino
pasó a ser la mirada del héroe
y unos ojos bondadosos
eran ahora los ojos de los débiles.
Joder a quien pudiera joderte
moralmente estaba bien,
solo significaba protegerse.
Así, arranco a dentelladas
los bordes del cuello
de las camisas
con la bandera de España,
de Francia, de Italia,
de Argentina, me da igual,
los bordes de esas camisas
que representan esos estados sin decencia
que permitieron evaporarse la dignidad
y pidieron, al principio con cierta educación,
precisamente a los educados que se fueran,
y hubiesen estado encantados de hacerlo,
de huir,
orgullosos exiliados,
si hubiese existido una tierra,
un país, un planeta
que habitar
sin sus leyes ya escritas.
Un continente al que llegase el hombre
antes que la ley
para así construirla
según sus necesidades naturales,
ajustándose a la verdad,
a la realidad común,
al sentido común.
Indio Zammit. De Ya no queda vino en la pecera, Ruleta Rusa Ediciones, 2016
Editado también en la antología Poemas Precarios. Ed. La Marea K
contacto: lamareak@mareakultural
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