documentos de pensamiento radical

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jueves, 27 de septiembre de 2018

Sobre el nivel del mar





Ansío toda luz porque un día fijé el mundo
con mi dedo índice,
y amo
el correr de los ríos porque de algunos peces
aprendí hondura.


Fueron mis ojos quienes miraron por primera vez
que en la caída de los astros se escondían
un niño y una rueda.
Siempre me hice invisible cuando los hombres
pusieron sus manos
sobre mi presencia ficticia,
y cuando tuve un brazo que parecía un ala,
las flores que brotaban en los tejados me otorgaron
las dádivas de un vientre,
ésta es la única verdad que he conocido.


A dos mil pies sobre el nivel del mar
la marcha de los pasos deja de orbitar,
el frío aumenta toda lucidez,
y la respiración es lenta
como la vida en las montañas
y en las ermitas, el corazón renuncia
a cualquier renuncia,
y la única doctrina es la fecundidad.


Nuestro propósito es crecer cuando creamos
y amar a cuanto no desgarre,
alimentarnos de nosotros mismos y no golpearnos
en soledad
y que cada vez que el mundo sea la primavera
nos despojemos de cuanto fuimos
y seremos, formando
la columna que une nubes, espacios y semillas.


El truco no es difícil ni complejo, sólo se necesitan
algunas dosis de serenidad, concentración y sencillez.


A seis mil pies sobre el nivel del mar-y subiendo-
los ojos van perdiendo su nostalgia y para no cegarnos
tengo que demostrar
mi destreza en las diferentes artes de la distancia
y para que no se dilaten las venas el oxígeno
tiene que ser lo más escaso posible.


Se aligeran,
se aligeran las manos, los pies, el pecho, los lastres se reducen:
las personas que un día me nombraron hacen el mismo
ruido que las hormigas.


Sigo el rastro de los cometas,
de las galaxias que comienzan cuando un huevo se rompe,
de esa gracia tan tuya de armonizar
mis extremos.




Sólo me he dado opción a mudarme en un hoy,
en un hoy que renace, confirma y desprecia.
Poco importa la muerte ahora. Poco importan las palabras ahora.
Poco importa que el mar haya expulsado a quien
movía su repetición.


Los restos de la fiesta quedan aún en mi boca, aún
me ofrecen mucho juego, aún brillan como miel secreta.


A diez mil pies sobre el nivel del mar
sólo quedan los labios,
el nacimiento de unas risas entre las sábanas
y las luces que como gotas de rocío resbalan
sobre este mármol.


Julio César Galán.Tres veces luz. Ed. La Garúa.Barcelona, 2007








1 Este poema junto con “La alondra sube…” y “Reescritura del poema <<Visión simplista desde 2000 metros de altura>>” pueden leerse de manera unitaria, como tríptico de ascensos.
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Julio César Galán (Cáceres, 1978). Doctor en Ciencias de la Educación. Ha sido lector de español en la Universidad de Argel, profesor en la Universidad de las Islas Baleares y actualmente lo es en la Universidad de Extremadura. Autor de los siguientes poemarios: Tres veces luzMárgenes, Inclinación al envés, El primer día y Testigos de la utopía.
Además ha publicado como heterónimo los siguientes libros de poemas: Gajo de sol, La llanura y Para comenzar todo de nuevo de Luis Yarza; ¿Baile de cerezas o polen germinando? de Pablo Gaudet; e Introducción a la locura de las mariposas de Jimena Alba.
Como ensayista caben destacar: Limados. La ruptura textual en la última poesía española de Óscar de la Torre, Ensayos fronterizos de Óscar de la Torre, Jimena Alba y Julio César Galán e Intrapoesía (una poética del afuera) de Jimena Alba.
Entre sus textos teatrales podemos citar los siguientes: Eureka y La edad del paraíso.
Colaborador habitual de la revista Cuadernos Hispanoamericanos.



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