Homenaje y adelante
El altar de la memoria y
el encuentro
Sartaguda
Aquella tarde,
los niños jugaban al escondite
entre las
piernas de hierro y cemento
de aquellos
tres mocetes que fusilaron en los fosos de la ciudadela.
Dicen que murieron
juntos, sin saber por qué los mataban.
Un pequeño
preguntó qué era eso y por qué lloraba la gente.
Eso, le dijo
su madre, es un monumento a la memoria de tu abuelo
y de todos lo
que fueron asesinados en Navarra
en tiempos de
la guerra.
En ese muro
están escritos todos sus nombres
y esa
escultura llena de agujeros representa las balas con que les mataron.
Y el niño
siguió jugando, quizás porque no tuvo un abuelo
que le contara
historias, quizás porque jugaba para tenerlo…
Ulibarrena trenzó
las figuras en un abrazo de piedra,
por el fondo
se escapa el cielo
y el viento
silba por todas partes.
Cuando los
árboles del parque crezcan esto se llenará de pájaros
que canten lo
que los muertos no cantaron.
Nazis en Pamplona
Fue el 7 de
julio de 1940.
Aquel año San
Fermín cayó en domingo
y ese mismo
día hubo un montón en el encierro
a la entrada
de la Plaza de Toros.
De madrugada
había caído un sirimiri pertinaz
que mojaba con
gusto a los pulidos Mercedes Benz aparcados
frente al
Hotel La Perla: Los nazis estaban en Pamplona.
Dicen que el
ayuntamiento obsequió a los alemanes
con vino de la
tierra y que la soldadesca confraternizó con la población.
A eso del
mediodía, uno de los generalazos se salió de la fila
y se fue a la
calle a tomar el fresco.
Con un pitillo
encendido, miraba la plaza y la arboleda.
Un limpia se
ofreció para lustrarle las botas.
Al nazi le
bajaron de la sede de la falange un sillón de fieltro
y el chavalico
de la calle de La Mañueta,
cuyo hermano
había sido asesinado en la guerra civil,
le limpió las
botas al oficial hasta dejarlas brillantes,
como un racimo
de moscateles.
Fue gracias a
su saliva, a los escupitajos que mezcló con el betún
que pulió las
botas del tipo de las esvásticas…
Iosu Moracho Cortes
En: Memoria Poética. Ed. Pamiela, 2018
Las imágenes son de la autoría de José Ramón Urtasun.
Gracias Antonio por subir estos dos poemas, han conseguido que mis vellos, los pocos que tengo, se hagan alfileres. Gracias
ResponderEliminarMantener la memoria, salvará la Historia. Gracias
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