(Bucle acre de la calle Moreras)
Ella es conocida por las pupilas del mirlo.
Mis pupilas en el atardecer
(se podrían situar dentro).
La gracia del silencio.
(Un recuerdo se forma en la pared:
la estafa política y económica que me llevó
a Argel:
la ausencia de mi hijo y de mi pareja
en la isla de los fuegos).
Voy a la librería Boxoyo,
pero te detienes en la calle Moreras…
Piensa en su padre y recuerda que se dijo:
-He aprendido de ti a no ser cómo tú
(así quiso empezar un poema
dentro de la heterónima, Jimena Alba).
Miro a mi hijo vertiginosamente (dentro de mi mente)
reflejado en la palabra pureza y sus tópicos[2],
y el molinillo de los años tritura
las imágenes
y te devuelve a
1999: muere Rafael Alberti,
cantamos en la noche:
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Qué cándidos…
Cruzo una calle (2001)
que me recuerda que mi abuelo murió
de cirrosis, un hijo más del vino;
algunas tardes veíamos las corridas de toros
y me enseñaba a morir joven
y cuando se distraía
comprobaba cómo el Cristo Pantocrátor
de la pared absorbía su carne.
Cruzo otra calle (2004). Cruzan otras imágenes por las paredes de la calle Moreras:
el botellazo a la luna y el careo de los años
(cuando balbucea la realidad, la conciencia es un polígrafo);
ET, el extraterrestre, y su hogar, el que nunca tuvimos nosotros;
los Tiempos Modernos de nuestros padres y la producción en cadena: los convirtieron en un molinete de tornillos;
el bar lácteo y nuestro nadsat, allí nos dijimos: revitalizaremos la palabra libertad y por el hueco de la D pasó un halcón y también el hombre cohete salió disparado hacia nuestras represiones;
la chuchilla de la luna que corta el ojo y el ojo sangra geometrías y retóricas;
las piruetas de los obreros (mamá por dos euros y medio la hora, papá por tres euros y medio la hora);
el tranco del débito y el estudio: lo prosaico de la ceniza;
el callejón en donde liamos el destiempo (Peter Pan y Campanilla en el sexo oral).
Y cruzo otra calle (2008) y piso el agua de estos cristales rotos
y me reflejo
y ya no pregunto.
Entro en la librería
(me espera ella, la que es conocida
por las pupilas del mirlo)
para salir de las cuencas agusanadas de los muertos.
(De cómo los versículos abstractos se volvieron carne).
El ser (en siembra) de los álamos
se ha curtido en la ausencia
de la láctea utopía:
veo cómo cae la nieve sobre los álamos.
Heredamos de ti la perseverancia
en el cambio es(x)tático:
la nieve se ha fundido y pienso que parte
de nuestra biografía es
nuestra mitología,
es decir, observamos los álamos
entre la soledad y el rescate.
Los sentimos y por un momento nos olvidaremos de que estamos vivos (entre el deseo y el mundo); de que fuimos muy amados (la brújula y el bisturí) entre el dolor y la desmemoria.
Algunos pájaros nos han obligado
a desaparecer dentro de ellos:
cuando salieron del río
lo hicieron en actitud ticianesca.
Además, bajo las columnas dóricas
de los álamos
nos aplicamos en el estudio
de los movimientos del sol
y en los bordes de las auroras
y en algunas sombras caballunas.
Nombrábamos el viernes
apretando los dientes
y el desmayo carnal de la hojarasca
estaba muy engrisado,
da igual… los cuerpos se escarolaban,
crujían (después de la resaca habitual),
no se extinguían en su empeño
de retirar la muerte con tendones, flujos y huesos. Después aprenderíamos que el fraude es la norma (y así fuimos amargamente felices); que los recuerdos nos matarán en esta ciudad provinciana; que moriremos solos igual que hemos vivido; que la unidad de tiempo ya nos es posible.
¿De qué sirvieron tantas certezas?
La ignorancia de urdir nuevas creencias nos preservaba.
Ya no es posible la utopía. ¿Ya no es posible la utopía?
(los objetos reflejan algunos durmientes en sus superficies).
¿Ya no es posible ver la llanura
y ensanchar el rostro hasta el horizonte?
¿Ya no es posible que las nubes críen
pájaros en las sienes?
Y ¿desde cuándo el primer día no es siempre
el primero?
Sólo te pido que residas en el recogimiento
de tus libros,
(echa tus raíces en el aire),
en la tregua del pecho amante y sus dibujos
(de las cuevas rupestre hasta Pollock),
en la fiesta del ojo al contemplar
el juego del hijo: sin lenguaje, no hay tiempo.
(Del libro, El primer día, 2014)
Libro V
me digo:
-todas las artes
avisan de su rostro
me digo:
-veo tu abrazo en todo lo viviente
pero oigo a gentes
que gritan: ¡fuego, pan!… los extremos de lo vivo
en el silencio: el eco del eco
e intento recordar algunos versos:
Eajaj kage aija leliwa ahegae
....,,,,,----_-__¨¨¨¨¨¨^^^^^+++::::
sigo pensando
en la nostalgia: el perezoso
que cuelga del recuerdo
los recuerdos
se parecen al agua
que lleva tus sentidos
tiempo de ausencias
¿una imagen perdida?
parece amenazado
excluido ocre
no puedo despedirme
cuando el adiós no tuvo territorio
es la herida de la palabra
maternal amistosa amante[3]
en el puerto los barcos van
de ti a ti mismo y empiezan
de nuevo pero sin empezar
(Del libro, Testigos de la utopía, 2017)
[1] El mar suena a “Sorella mia” de Sergio Cammariere. Para comenzar todo nuevo, el disfraz de pájaro. No miremos hacia atrás, no miremos hacia atrás. Me quedo fijo en tu pupila. El verano es ahora, siempre, aquí.
[2] En la primera palabra: su primer deseo fue volver. Sin lenguaje, no hay tiempo. Escucha “Here come the sun”. Estoy en Mahón (2013). Me pudro escribiendo una tesis que no me importa. Te pudres dentro de un sueldo miserable. En la biblioteca los libros devoran su soledad, las pérdidas y la vereda que me llevaba a tu casa.
[3] Anexo. Versión del poema cabil “Canto de amor”: “En su búsqueda, del alba al ocaso/Rastreé toda la aldea:/¿Dónde se refugió?/ Como la rama del naranjo,/En el corazón del invierno,/Que se cubre de flores en abril./Desde que te vi en sueños,/ Adolescente, hermano mío,/No he regresado al hogar.”
Julio César Quesada Galán. Con permiso del olvido. (antología poética. 1996 -2020). Pre-textos, 2021
Oh...
ResponderEliminarChiloé