V
Tercera reunión negociadora
—Nosotros hemos firmado el escrito.
Ahora depende de un tercero, depende de
La luz eléctrica es un chicle que se alarga en las manos de un niño
travieso, un susto cabrón que desde hace doce años nos está dando sufrimientos
por vuestra culpa. ¿Y ahora queréis que olvidemos el pasado y que os demos un
abrazo de hermanos? Mira, Guerrerito, tus intereses son los de ganar 10 kilos
de billetes verdes al año, los nuestros son: primero, tener luz eléctrica en
nuestras casas; segundo, vivir en paz en
Me quedo con la soledad del vencido,
con el orgullo de que ningún hijo de puta me va a enterrar en vida. Para mí el
dinero no significa nada. Significa lo mínimo, comer, vestir, comprar libros...
Los millones que me ofrecéis para asesinar mis ideales me saben a mierda
burguesa...
—Pero, según nuestros datos te pudres
en vida, vegetas entre retamas y arena. ¿Para qué has estudiado? ¿De qué te
sirven tus conocimientos? ¿A qué aspiras en la vida, oliendo a estiércol de
cabra y meando entre las retamas? ¿No gozas de la vida? Creo sinceramente que
te escondes de la realidad...
Archiváis demasiados datos, manejáis
buenas informaciones. Pero soy parte del pájaro que muere en las marismas a
causa de vuestros excesos urbanísticos. Soy parte de los peces que enferman de
tuberculosis a causa de los residuos vertidos en el mar. Soy parte del marisco
asfixiado por vuestro progreso y maldito modernismo barato. Soy parte
connatural de la arena que abraza mis zapatos al caminar. Soy parte del aire
que respira la vaca en el parto. Soy parte del agua que recorre las venas de
—No entiendo tu postura. Mis
planteamientos se pierden entre la maraña de tus ideales. Si no hay
negociación, llegaremos a unos límites desagradables y eso es lo que quiero
intentar que no suceda. No deseamos convertir el proyecto turístico de Isla
Canela en una batalla campal.
—Os vamos a hacer mear sangre —está
pensando Prudencio debajo de esa sonrisa socarrona y sarcástica—. Os tenemos
que ver como a don Carmelo, mandamás de la segunda Compañía (Pista y Obra) en
la última etapa de su debacle. Daba penita verlo, con el despotismo y la
arrogancia de los primeros días, cuando aún se sentía amo y señor de
Rotundo y muy bello. Con un tipo de transgresión colindante con la invectiva como el único camino posible para alcanzar al menos la justicia poética. Porque creo que Eladio Orta, como tú y por encima de cualquier otra cosa, es poeta.
ResponderEliminarChiloé
Esa no nos la podrán quitar nunca... Eladio es el espejo donde a todos nos da verguenza mirarnos, no me puedo comparar con él ni de lejos...
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