CANCIÓN DE NOCHE
(Los días son
de una oscura sustancia melancólica
tras la noche inútil).
Un fuego nos atraviesa a veces
cuando los cuerpos cobardes
muerden sus sábanas de seda
como cadáveres terribles.
¿De qué sirve la noche,
amplia llanura sin camino,
con su agua de luces sobre el suelo?
Esta noche, ilusión de fuego fulgurante,
poso de soberbia,
falso alimento de palomas,
con su único fin de luz amarga.
CANCIÓN DE AMANECER
A Guillermo Hildebrandt
y Albert Lavall
Barcelona nos sonreía
desde las calles de Gracia,
desde los balcones.
El asfalto dilatado
se cubrió de sudor
y prendieron ojos plenos
en los muros vacíos.
La noche con su luz
amarilla de diciembre
nos ponía sobre los dientes
una verdad común
cargada de tierra
y dioses paganos.
Y con esa energía antigua
corríamos cuesta abajo.
Por el cauce limpio y firme
corría el agua clara
con nosotros en volandas.
CANCIÓN DE ATARDECER
Sobre la grama,
algo quemada,
asientan sus cuerpos
de diversos sonidos.
Intermitentes e inmutables
descuelgan su sombra por la pendiente
y esconden las tripas
en fundas de traje gris.
Los peatones, a lo lejos,
se repiten sobre un fondo luminoso,
como en el cuadro barato
de un restaurante oriental.
Hay quizás una niebla uniforme,
quizás una costura tensa y colorida,
hay árboles y flores
y tráfico en la tierra y en el aire.
Yo soy el origen,
ahora y casi siempre,
nacimiento y transcurso,
y yo también soy tripas...
y sombras...
y traje gris.
CANCIÓN SOBRE EL ASFALTO
Quiero morir de dengue en Honduras
porque sería el tercer intento.
Que al ir de madrugada
a sacar agua de la pila
un zancudo traicionero
me duerma para siempre
sobre el piso estampado de concreto.
Quiero salir revolcado de la paila
y, en mi último vuelo,
mirar el cielo y el asfalto
y a mis amigos
pausados en el espacio,
como flotando en polvo blanco
y aun sin llagas en la cara.
Quiero que no llegue el tratamiento,
que el dinero se lo impida
y venza el cáncer como vence
a los niños de diez años.
Que la muerte me sacuda
la sonrisa de la cara,
compartir este destino
fatal con mis hermanos.
CANCIÓN BAJO LAS PARRAS
Zheravna, racimo de uvas,
flor de tomate,
vino de vasija antigua,
te guardan las tejas grises
de las montañas paradas
y este aroma de eneldo,
madera y fuente fresca.
Esa luz que encierras
tras la madera estampada
recoge los ojos tristes
de los pastores de lana.
Quieren volar tu cuerpo
de fractal de caracoles,
tus más de cien casas viejas
y mis piernas de caballo
por la montaña cercana.
¿Qué ves tú en mis ojos
de cristal alcoholizado
mirando como un espejo
de vino dulce y tabaco?
Geranios de azúcar tierna,
flor de viva cera,
zumba por los nogales,
que el invierno también llega
sellando la luz cansada
y rodeando los rincones
con blanco de almendra amarga.
Pablo Gómez Borrachero. Liminar. Ed. Interludio. Ed. Arrebatolibros, 2020.
Ilustraciones de Javi Cazenave aka HAV & Sevlivka Kamenova.
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