He venido a fallecer en este calor para ser menos fuego propio y más lumbre a ventana
entreabierta abierta.
Que no se queme el bosque pediría.
Una ceniza hecha lluvia.
Por lo demás todo bien, guardo navíos íntimos dentro de mi corriente sanguínea principal. La
cosa principal sólo escucha.
Plateada la línea del horizonte, chumberas secas hacen las veces de corona del animal atado.
Hagan lo que deseen o consideren con las palabras pero no perforen la poesía con la voraz
carencia o lo construido en la matemática de fábrica.
No dejen se claven en la garganta los laureles o en la planta de los pies descalzos.
He aprendido a regular el dolor respecto a lo extraño de los cuervos en la noche como si
fueran luces de aurora, no hace falta platicar en exceso, volver a casa es guardar con mimo un
silencio, acoger la siembra, dejar quieta la herida; es verano y hemos venido a guarecernos del
hielo, a que la fruta sea bien compartida y los grillos, seamos los grillos de Estellés/ gracias a
ellos …
(…)
No sé si tengo la cabeza toda llena de grillos, como dicen.
Pero sé que tengo el cuerpo todo lleno de grillos
y también los bolsillos y si escribo es por ellos,
por esta nostalgia que tengo de un mundo verdísimo
de niños cogiendo moras en la zarza
(…)
Atravesando el desnudo desierto nocturno he encontrado un camaleón alado sosteniendo un
sueño bueno en un murmullo un mundo que no duele ni araña si la piel es al descubierto.
Esa clase de bonanza. Inequívoca.
No se hace necesaria fotografía ni nombres; lo cierto va por dentro y cantan los vínculos recién
nacidos y es que he sido encontrada porque no estaba escondida
@vocesdextremomoguer
Balbina Miño-Gómez. inédito
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