documentos de pensamiento radical

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martes, 6 de agosto de 2024

¡QUÉ HERMOSO SERÍA!




Qué hermoso sería ver saltar

por los aires el Santiago Bernabéu!

¡Todas las copas del rey, las recopas,

supercopas, megacopas y copones,

cayendo en pedazos como confeti,

brillante metralla de sueños vacíos!

Ya no tendrías que desayunarte

el Marca mojado en el café

para estar a la última desde primera hora.

Por fin podrías quitarte

la camiseta blanca y la bufanda

empapadas en petróleo y millones

tan pulcros.


¡Qué sueño sería ver explotar

el Santiago Bernabéu!

¡Ochenta mil almohadillas volando

como palomas a lomos de las nubes

en busca de otros campos

más verdes!

Ya no tendrías que discutir

en el bar a mediodía

sobre la trascendencia ontológica

del último fichaje,

sobre la esencia de un fuera de juego


o de un penalti

o sobre el ser y la nada del VAR.

¡Tantas palabras desahuciadas

tanta energía desactivada,

tanta neurona ofrecida

a un dios implacable y hueco!


¡Qué inspirador sería dinamitar

el Santiago Bernabéu,

esa catedral, ese templo del fútbol!

El único estadio que ilumina

es el que arde.

No tendrías que pasar todas las tardes

sujetando un botellín tras otro

con el corazón en un puño

y la mirada fija en el televisor,

como un pez ciego ante el cristal,

con una memoria diminuta para todo,

para el salario, el trabajo de esclavos,

para los otros, para la vida.

¡Cientos de horas gastadas,

tanta pasión, tanto entusiasmo

para nada,

perdidos en un no lugar fuera del tiempo!


¡Qué bello ver reventar después

el Camp Nou y el Molinón,


el Sánchez Pizjuán y el Benito Villamarín,

el Wanda Metropolitano,

el Sardinero y el José Zorrilla,

el Reino de León y el San Mamés,

el Sadar y el Plantío,

y el Mestalla…


¡Qué grandioso y estimulante

verlos estallar!



Amalia García Fuertes. Todavía no somos piedras. 2024

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