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lunes, 22 de septiembre de 2025

Jorge Riechmann. Una poesía de los vínculos. Antología de textos sobre poética (fragmento II)


  

 

De Poesía practicable. Apuntes sobre poesía, 1984-88 (Hiperión, 1990)

 

 

 

Poesía practicable [fragmentos]

 

1

Voluntad de una poesía practicable. (…)

 

3

La imaginación creadora, si no quiere degenerar en un fácil fantasear arbitrario, precisa de cauces: una orientación ganada en el contacto con la práctica. Creo que las derrotas (la experiencia de las derrotas, su rememoración, su análisis) le proporcionan el cauce más fértil.

Las derrotas disciplinan la imaginación.

 

4

Tras la derrota resulta imposible proseguir la lucha en frentes dilatados. La resistencia se concentra en focos, en vértices, en nudos de red. Por eso el poema, con su exigencia de precisión estructural y de intensidad emotiva, constituye –a mi modo de ver– una forma literaria no inadecuada a los combates que libramos tras la gran derrota proletaria en la primera mitad de nuestro siglo. Donde la novela practica –en el mejor de los casos– la guerra de frentes, el poema opta por la guerra de guerrillas. (…)

 

5

Vanidad, y real miseria, de toda supuesta omnisciencia del artista. Las experiencias humanas más universales de nuestra época son experiencias negativas: enajenación, mutilación, privación, dolor, fragmentación, heteronomía, carencia. ¿Cómo construir una síntesis cultural no fraudulenta con tales materiales? No es posible. Mucho mejor no sobrepasar la modestia de nuestras ruinas, nuestras piedras mal clasificadas y nuestros planos pergeñados a lápiz en papeles perecederos, que evadirse mediante el fingimiento de solemnes monumentos de cartón-piedra.

 

6

Luchar contra la instrumentalización del lenguaje es luchar contra la instrumentalización del ser humano.

Pero, por otra parte, para seres humanos apresados en vínculos de dominación la emancipación es trabajo y se precisan herramientas: hoces, cizallas, poemas.

Mi poesía –como tantas otras– equidista de la anticipación de una humanidad emancipada y de la necesidad de intentar –con toda la modestia del mundo– echar una mano a seres no emancipados en el combate por su posible humanidad.

 

7

Rehúso el término feísmo (lo ha empleado algún crítico) como marbete para caracterizar mi práctica poética. Si hace falta un marbete, prefiero hablar de una poesía del desconsuelo. La apuesta es temeraria, porque en el arte hay algo que intrínsecamente apunta hacia la reconciliación (el mal repugna, pero de las flores del mal obtenemos goce estético). Dar forma “artísticamente” a un personaje, por ejemplo, significa casi sin excepción desplegar una individualidad rica y múltiple: una totalidad humana. El arte tiende a la individualización –y con ello a la humanización de procesos de distinto tipo (también los inhumanos). Recurriendo a la individualización (la presentación de una figura con muchas facetas individuales, una sensibilidad despierta y diferenciada, múltiples posibilidades de acción) se logra que una y la misma obra de arte pueda ofrecer consuelo a muchos seres humanos de distinta disposición anímica y condición social. La experiencia estética reconcilia con un mundo de donde está ausente la belleza.

Una poesía que conscientemente se proponga la ruptura de la ilusión estética, con objeto de movilizar energías emocionales e intelectuales hacia otros ámbitos de la práctica humana (“cambia el mundo, lo necesita”), tiene que negarse a ofrecer reconciliación. Un poema así no tematiza la fealdad, sino que grita desde el desconsuelo. Duelo por el actual estado de cosas sin resignación al actual estado de cosas: cambia el mundo, lo necesita. (…)

 

28

El poema interesa poco como documento de la subjetividad de su autor (¡qué función tan angosta!). El poema interesa como conjetura acerca del mundo (con más precisión: como metáfora que apunta hacia el mundo, mundo que desde luego incluye la subjetividad del poeta, y sabido es que los círculos hermenéuticos no son viciosos sino virtuosos), como posición de realidad y como propuesta de comunicación. Y a veces de estas tres maneras a la vez. (…)

Creo que poco a poco voy aprendiendo a escribir lírica: dejo de hablar de mí. (…)


LA BELLEZA TRANSITIVA [fragmentos]

 

El poeta confía más en la inteligencia de la metáfora que en los remordimientos del silogismo. (…)

Me gustan los poemas capaces de cortar en seco un movimiento de huida. Los poemas que no vacilan en poner una zancadilla estética. (…)

Las palabras, en poesía, se acoplan sin alcahuetes.

En poesía nada más pernicioso que la impaciencia. Una palabra tarda a veces un mes en acudir a la cita. Y la comunicación ora es instantánea, ora se realiza paulatinamente durante décadas: sin que ese ritmo pueda violentarse impunemente.

El poeta puede ocasionalmente ser espía de sí mismo, pero nunca confidente de la policía del espíritu. (…)

Sugerir más que explicar. No por acatamiento de ninguna “poética del enigma”, sino porque la rapidez de la comunicación desvela calidades específicas en lo comunicado.

Los versos no se hacen con ideas, ni se hacen con sentimientos: se hacen con palabras. (Lo sabemos por lo menos desde Mallarmé). La poesía no es una cuestión de contenidos sino una cuestión de formas: de buenas formas. De saber guardar las formas.

La poesía –sobre todo en los tiempos malos para la lírica– es cosa de estar en buena forma.

“En el poema cada palabra es un nombre propio”. Doctrina poética probada y acreditada por los nombres propios de muchos grandes maestros. En el poema, cada palabra pesa con la gravedad de lo insustituible. En el poema se incrementa la densidad semántica de cada palabra hasta dislocar los principios establecidos en los manuales de mecánica del lenguaje.

La mejor poesía me quita la cama de debajo del cuerpo y el suelo de debajo de los pies.

Nota a pie de página para cada poema: “y mientras se escribía esto, muchos eran torturados. Y mientras se escribía esto, muchos carecían de amor. Y mientras se escribía esto, muchos morían de hambre”. (…)

Cuando escribo poesía, más que pensar en las decenas de personas que la leen, pienso en los millones que no la leen. Sería de una presunción insoportable decir que escribo para estos últimos: pero desde luego me importan más que los primeros. Sólo me interesa la belleza transitiva.

 

TELEGRAMAS 1 [fragmentos]

 

Parar un golpe y devolver otro: la escritura.

Escribo para transformarme y para transformar. Un libro que no altera nada no es inocente sino falso. No desconfío de meteoros zurdos. (…)

Escribo porque este modo de vida y la actual constitución del mundo me resultan insoportables y porque no son ni el único modo de vida ni la única constitución del mundo posibles. (…)

Un buen poema no es una fotografía sino una fuente de luz.

 

 

*

 

TALLER DE MI VIDA ENTRE LOS MUERTOS [fragmentos]

 

Intentar no seguir hablando el lenguaje del poder aun a costa de que se nos desgarre la boca en el empeño. (...)

Que el artista sea voz de su pueblo es bueno. Que cada componente del pueblo tenga voz propia es mejor. (...)

La maestría artística es un proceso de conquista de las propias limitaciones (artísticas, personales, sociales).

Trampa de lo barroco: en arte, la acumulación de excelencias produce hastío y por consiguiente malogro. Una sarta de metáforas brillantes satura pronto la capacidad receptiva del lector, y probablemente es menos eficaz que una sola metáfora brillante: la cantidad se transforma en mala cualidad. La sencillez no es un valor estético en sí, pero permite perfilar con limpieza otros valores. (…)

Escribir para que aquello sobre lo que escribimos se vuelva mentira. (...)

Los libros son herramientas para transformarnos. Transformándonos transformamos el mundo. Transformando el mundo nos transformamos.


Jorge Riechmann. Una poesía de los vínculos. Antología de textos sobre poética. Edición y selección de Alberto García-Teresa. Ed. Lastura, 2025

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